ISSN impreso: 1390-3837 / ISSN electrónico: 1390-8634, UPS-Ecuador, No. 41, marzo-agosto 2025, pp. 37-60.
https://doi.org/10.17163/uni.n42.2025.02
Sensibilidades y desigualdades en el espacio urbano:
emociones y actividad física de personas mayores
Sensitivities and inequalities in urban space:
emotions and physical activity of older people
Alexis Sossa Rojas
apsossa@uc.cl
https://orcid.org/0000-0002-5524-4980
Ponticia Universidad Católica de Chile, Chile
https://ror.org/04teye511
Recibido: 03/10/2024 Revisado: 18/11/2024 Aceptado: 15/12/2024 Publicado: 01/03/2025
Cómo citar: Sossa-Rojas, A. (2025). Sensibilidades y desigualdades en el espacio urbano: emociones
y actividad física de personas mayores. Universitas XX1, 42, pp. 37-60.
https://doi.org/10.17163/uni.n42.2025.02
Resumen
La creciente población de personas mayores en contextos urbanos plantea desafíos signicativos en
términos de salud, bienestar y acceso a actividades físicas. Este artículo evidencia la importancia de
explorar las sensibilidades y desigualdades en el espacio urbano, especícamente en Santiago de Chile,
donde las condiciones socioespaciales pueden limitar la participación activa de este grupo demográco.
El objetivo de este estudio es investigar cómo estas desigualdades inuyen en las emociones y en la reali-
zación de actividad física en personas mayores. Para ello, se llevó a cabo un enfoque etnográco durante
nueve meses en las comunas de San Joaquín y Ñuñoa, donde se recolectaron datos a través de notas de
campo, observaciones y entrevistas. Se trabajó con las historias y experiencias de vida de 40 personas
mayores (10 hombres y 30 mujeres, incluidas dos instructoras de clases para personas mayores). Los
principales resultados indican que las desigualdades en el acceso a espacios seguros y adecuados afectan
de manera signicativa la percepción de seguridad, de conveniencia o no de salir del hogar, y de bienes-
tar general, lo que a su vez condiciona la participación en actividades físicas. Así, aquí analizamos ejem-
plos concretos que pueden ayudar a diseñar entornos urbanos más inclusivos y accesibles, promoviendo
así el bienestar y la calidad de vida de las personas mayores.
Palabras clave
Santiago de Chile, sensibilidades, desigualdades, emociones, cuerpo, personas mayores, ejercicio, acti-
vidad física.
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No. 42, marzo-agosto 2025
Abstract
The growing population of older people in urban contexts poses signicant challenges in terms of health,
well-being and access to physical activities. This article highlights the importance of exploring sensiti-
vities and inequalities in urban space, specically in Santiago de Chile, where socio-spatial conditions
can limit the active participation of this demographic group. This study investigates how these inequa-
lities inuence emotions and physical activity in older people. To do so, an ethnographic approach was
carried out over nine months in the communes of San Joaquín and Ñuñoa, where data were collected
through eld notes, observations and interviews. The stories and life experiences of 40 older people (10
men and 30 women, including two instructors of classes for older people) were used. The main results
indicate that inequalities in access to safe and adequate spaces signicantly affect the perception of
safety, convenience or not of leaving home, and general well-being, which in turn conditions participa-
tion in physical activities. Here, we analyse specic examples that may help design more inclusive and
accessible urban environments, thereby promoting older people’s well-being and quality of life.
Keywords
Santiago de Chile, sensitivities, inequalities, emotions, body, older people, exercise, physical activity.
Introducción
La forma de entender y relacionarnos con el entorno está profundamente
inuenciada por cómo nos sentimos, y con ello, percibimos las cosas en fun-
ción de nuestras vivencias cotidianas y de las relaciones que establecemos
con otros y con nuestro entorno desde lo corporal (Merleau-Ponty, 2006; Cer-
vio, 2015). En este artículo se reexiona sobre cómo el envejecimiento po-
blacional puede intensicar la urbanización y los desafíos de diseño urbano
(Montomura et al., 2024), pues a medida que la salud física disminuye, las
demandas respecto al entorno aumentan (Schwarz, 2012). Esta reexión es
relevante dado que numerosos estudios han demostrado que muchas perso-
nas mayores consideran que salir de sus hogares no merece la pena, debido a
dicultades en el desplazamiento, factores climáticos, sensación de inseguri-
dad y obstáculos en el entorno físico (Leduc et al., 2023). Estas condiciones
pueden hacer que perciban que salir es demasiado complicado, lo que limita
sus actividades, sensibilidades y emociones fuera del hogar.
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Alexis Sossa Rojas. Sensibilidades y desigualdades en el espacio urbano
El aislamiento social entre las personas mayores se reconoce cada vez más
como un problema de salud pública de gran importancia. La Organización
Mundial de la Salud (OMS) ha identicado este problema como una priori-
dad que debe abordarse en el contexto del envejecimiento de la población y
para promover un envejecimiento saludable (OMS, 2010). Por ejemplo, un
estudio a gran escala en Estados Unidos y Japón, demostró que las personas
mayores con mayor número de contactos sociales reportan menos síntomas
depresivos (Sugisawa et al., 2002).
América Latina y el Caribe están viviendo un proceso de envejecimien-
to sin precedentes (Arango et al., 2018), y la población envejece más rápido
que en otras regiones, por ejemplo, se espera que en los próximos 20 años, el
número de personas mayores represente 2,9 veces la población total de 2018
(Zambrano et al., 2024). Asimismo, es una tendencia conocida que gran pro-
porción de la población mundial ahora vive en ciudades (Population Division
of the United Nations, 2014), está realidad nos invita el pensar cómo el entor-
no, el territorio, los vecindarios, están siendo construidos para el disfrute y la
funcionalidad de todos sus residentes, sobre todo, de las personas mayores.
La principal recomendación para las personas mayores es que realicen
ejercicio físico y salgan de sus hogares, ya que estas actividades no solo me-
joran su bienestar físico, sino que también benecian su salud mental y emo-
cional (Sossa, 2024a). De hecho, se sugiere que practiquen actividad física
de intensidad moderada durante trescientos minutos a la semana (He et al.,
2020). Además, se enfatiza en que el componente social es crucial para fo-
mentar la participación en actividades deportivas (Meredith et al., 2023).
Ahora bien, pese a estas recomendaciones, la Organización Panamerica-
na de la Salud señala que casi las tres cuartas partes de la población adulta es
sedentaria; siendo las personas de bajo nivel socioeconómico, las mujeres y
las personas mayores, las más inactivas durante el tiempo libre o de recrea-
ción (Gómez et al., 2004; Monteiro, 2003). Además, estudios realizados en
Europa y Estados Unidos encontraron que los adultos mayores pasaban entre
5,3 y 9,4 horas por día de forma sedentaria, lo que equivale al 65-80 % de
su tiempo de vigilia (de Rezende et al., 2014; Harvey et al., 2015; Sjogren
et al., 2014). Además, la mayoría de los estudios muestran que cuando las
personas mayores están en sus casas, lo hacen viendo televisión, lo que se
ha asociado con una mala salud física y mental (Compernolle et al., 2021;
Gardner et al., 2014; Motomura et al., 2024). Estudios indican que para el
año 2030, se prevé que el 20 % de la población mundial estará formado por
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personas mayores, y se estima que la mitad de este grupo sufrirá de obesi
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dad (Ramírez et al., 2024).
En consecuencia, tenemos tres fenómenos que interactúan y necesi-
tan de estudio. Primero, la tendencia mundial es que a más años una perso-
na tiene, menos ejercicio físico hará (Sossa, 2024b). Segundo, las personas
mayores tienden a salir cada vez menos de sus hogares, lo que disminuye su
calidad de vida y sus posibilidades de socializar con otras personas y/o ha-
cer ejercicio físico. Por último, el territorio, ya sea los barrios, las comunas,
las ciudades donde estas personas mayores viven, pueden ayudar o restrin-
gir que las personas mayores deseen salir de sus casas además de afectar sus
emociones y sensibilidades.
En este trabajo, exploraremos estos fenómenos desde una perspectiva
cualitativa, centrándonos en un grupo de personas mayores que, a diferencia
de la tendencia global, se ejercitan regularmente en Santiago de Chile. Serán
estas personas, sus experiencias, emociones y recomendaciones, quienes nos
guiarán en la identicación de estrategias efectivas para mejorar la salud y el
bienestar de este grupo poblacional.
Materiales y método
Este estudio se basa en un enfoque transversal cualitativo que empleó una
muestra conveniente para explorar las prácticas y signicados asociados al
ejercicio físico entre personas mayores en el contexto post-covid-19 (Sossa,
2024a, 2024b). La recolección de datos se llevó a cabo mediante un estudio
etnográco durante un período de nueve meses, desde mayo de 2022 hasta
enero de 2023. La mayoría de los participantes eran personas que se ejerci-
taban en Santiago en centros para adultos mayores en las comunas de Ñuñoa
y San Joaquín. Otros participantes realizaban ejercicios de manera privada,
aunque también eran residentes de estas áreas. Para un análisis más detalla-
do de los colaboradores, se puede consultar Sossa (2024a, 2024b, 2024c).
Los criterios de inclusión para los participantes fueron que debían ser ma-
yores de 65 años y realizar ejercicio físico de moderado a intenso al menos
dos veces por semana, con una duración mínima de 60 minutos por sesión.
Todos los colaboradores superaron este criterio, con un promedio de 250 mi-
nutos semanales de ejercicio físico. Además, se incluyeron dos monitores de
actividades deportivas para personas mayores debido a su especialización en
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Alexis Sossa Rojas. Sensibilidades y desigualdades en el espacio urbano
este grupo y su proximidad a ese rango de edad. En total, se recopilaron da-
tos de 38 personas de entre 65 y 83 años (media de 72 años) y dos monitoras
de 63 años, con una distribución de 10 hombres y 30 mujeres.
Análisis de datos
Los datos se analizaron utilizando el software MAXQDA (v12.0) a través
de un análisis temático, en el cual se identicaron patrones y categorías emer-
gentes a partir de las narrativas y observaciones. Se prestó especial atención
a las desigualdades en el acceso a espacios seguros y adecuados, y como el
entorno afecta las emociones, la percepción de seguridad y el bienestar de
las personas mayores. Las notas de campo complementaron las entrevistas,
proporcionando contexto adicional y permitiendo una triangulación de los
datos. Uno de los objetivos del estudio fue investigar cómo las desigualdades
socioespaciales inuyen en las emociones y en la participación en ejercicio
físico de las personas mayores.
La recolección de datos se realizó mediante notas de campo, observa-
ciones directas y entrevistas etnográcas con un total de 40 personas mayo-
res. Las entrevistas se centraron en las historias y experiencias de vida de los
participantes, lo que permitió una comprensión profunda de sus percepcio-
nes sobre el entorno urbano y su impacto en su bienestar y actividad física.
En este artículo, los resultados se presentarán en dos secciones interco-
nectadas: una relacionada con el territorio y otra con la realización de ejer-
cicio físico.
Consideraciones éticas
Los participantes fueron informados sobre su participación en un estudio
académico y comprendieron los requisitos de la investigación. Se les expli-
caron los lineamientos principales y se les aseguró su derecho a retirarse en
cualquier momento. Todos otorgaron su consentimiento informado, el cual
fue rmado. Además, esta investigación recibió la aprobación del Comité de
Ética de la Ponticia Universidad Católica de Chile.
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Resultados y discusión
El territorio
Si bien la literatura señala que un barrio o vecindario es denido como
un área con un radio de 500 metros (Parra et al., 2010). En este trabajo pre-
ero el uso del término, territorio, pues como tal es más exible. En términos
generales, se reere a una extensión de tierra que se distingue por caracterís-
ticas geográcas, políticas, culturales (y emocionales). En relación con las
personas mayores, es importante el pensar cómo ellos denen los territorios
que habitan, y por qué los denen de determinadas maneras.
Por ejemplo, si bien en este trabajo se abordaron personas mayores en
dos comunas de Santiago de Chile, no es del todo preciso señalar que mis
informantes habitaban esas comunas. Para ellos y ellas, el territorio variaba
en relación con sus capacidades, sensibilidades y hábitos. Para algunas per-
sonas, su territorio se limitaba al barrio donde vivían; para otras, abarcaba los
espacios ubicados dentro de un radio de diez cuadras a la redonda. Además,
esta percepción del territorio dependía de factores como la disponibilidad de
un automóvil y su grado de independencia para utilizarlo.
Por ello, es favorable partir pensando que las personas mayores son un
grupo heterogéneo en tanto sus capacidades como sus emociones, expecta-
tivas y experiencias. Para algunos de mis informantes Santiago era su terri-
torio y visitaban parques y familiares en distintas comunas de la ciudad, en
otros casos, las personas solo iban a la iglesia y al centro de adulto mayor
donde realizaban sus ejercicios físicos, con ello, solo se desplazaban dentro
de unas pocas cuadras alrededor de sus hogares. Esto, independiente en oca-
siones de tener buen estado de salud, tener auto o familiares en otros lugares.
La comuna de Ñuñoa y la comuna de San Joaquín presentan contrastes
signicativos en términos de seguridad y calidad de vida. Ñuñoa es conoci-
da por su ambiente residencial y tranquilo, con una mayor cantidad de áreas
verdes, parques y servicios. Esto la convierte en una residencial y valorada
por su seguridad y el acceso a espacios recreativos. Además, cuenta con una
infraestructura más desarrollada y una percepción general de mayor bienes-
tar entre sus habitantes.
Por otro lado, San Joaquín enfrenta desafíos relacionados con la densi-
dad poblacional y la seguridad. A menudo, los residentes reportan una mayor
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Alexis Sossa Rojas. Sensibilidades y desigualdades en el espacio urbano
sensación de vulnerabilidad debido a la congestión y el tráco, lo que puede
dicultar la movilidad, especialmente para las personas mayores. Aunque la
comuna ha trabajado en mejorar su infraestructura y servicios, las percepcio-
nes de inseguridad y la falta de espacios públicos adecuados contrastan con
la experiencia de vida en Ñuñoa, reejando una realidad urbana más com-
pleja y desaante para sus habitantes.
Asimismo, hablar de desigualdad revela una dualidad entre lo objetivo y
lo subjetivo. Objetivamente, se pueden identicar disparidades en el acceso
a recursos, servicios y oportunidades que afectaban directamente a mis infor-
mantes, siendo la comuna de Ñuñoa mejor equipada que la de San Joaquín.
Sin embargo, la experiencia de la desigualdad es también subjetiva, ya que
depende de las capacidades físicas y cognitivas de cada individuo. Personas
mayores con buena salud pueden percibir su entorno como más accesible y,
por ende, experimentar menos desigualdad, mientras que aquellas con limi-
taciones físicas pueden sentirse marginadas, independientemente de las con-
diciones materiales del lugar donde residen. Así, la desigualdad se maniesta
de manera compleja, inuenciada tanto por factores estructurales como por
las experiencias vividas de cada persona.
El territorio es también una experiencia emocional. Una colaboradora de
Ñuñoa me habló de conceptos como la memoria y la nostalgia que su barrio le
producía, me señaló: “esta es mi casa, mi barrio, acá nací y acá quiero morir.
Imagina todo lo que he pasado aquí. Mi infancia, ver crecer a mis hijos, dicta-
dura, mi separación, todo desde estas cuatro paredes [reriéndose a su casa]”.
Para ella, existía una conexión emocional profunda con su hogar y barrio,
habitar este espacio era parte fundamental para su bienestar físico y mental.
Fried y Barron (2005) señalan que a diferencia de los adultos jóvenes, las
personas mayores tienden a desarrollar sus actividades vitales en sus micro
territorios de residencia; razón por la cual son especialmente susceptibles a
cambios urbanos que se generen en los mismos. Si bien algunos pueden mo-
verse en distintas zonas, todas y todos pertenecen a un vecindario y es este
su primer y más cercano territorio. El vecindario es una piedra angular en el
bienestar y la salud del adulto mayor (Krause, 2004; Cortés y Tavares-Mar-
tínez, 2022). Además, las personas mayores tienden a realizar más actividad
física en vecindarios familiares, donde tienen un sentido de pertenencia y de
experiencia local (van Hoven y Meijering, 2019). |
Al haber trabajado con 40 personas y considerando la heterogeneidad que
caracteriza a la tercera edad, no profundizaré en los detalles especícos de
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cada uno de los vecindarios o territorios de mis colaboradores. En cambio,
me enfocaré en las características comunes que emergieron durante mi tra-
bajo de campo, siendo la principal la “caminabilidad” del entorno cercano.
Diversas investigaciones indican que, en comparación con otros espa-
cios públicos, las personas mayores son más propensas a realizar actividad
física en las calles de sus vecindarios (Giles-Corti y Donovan, 2002; Huston
et al., 2003). La caminabilidad es, por tanto, el primer paso para fomentar
esta actividad. Como me señaló una colaboradora, “salir de la casa es el pri-
mer paso para una mejor vida”. Sin embargo, la literatura sugiere que mu-
chas personas mayores enfrentan dicultades para caminar en su vecindario
local debido a factores como el tráco, el ruido, la contaminación del aire y
el mal estado de las aceras (Roe et al., 2020).
Esta caminibilidad está llena de sentidos encarnados y experiencias sub-
jetivas, por ejemplo, lo que para mí podía ser una acera normal, para mis
colaboradores podía ser una cera desnivelada, con protuberancias y/o res-
baladiza. Para mí, el caminar es el moverme con un destino, para algunos
colaboradores el caminar era el n en sí mismo. Por ello, sus percepciones
subjetivas del entorno desempeñaban un papel fundamental. La presencia de
malos olores, perros callejeros, la disponibilidad de bancos para descansar
(con respaldo y sombra o sin ella), rampas, baños públicos cercanos, buena
iluminación e incluso la estética del espacio podían inuir signicativamen-
te en su decisión sobre qué caminos elegir (situaciones similares se pueden
observar en Pleson et al., 2014). En este sentido, y como se han destacado
en otras investigaciones (van Dyck et al., 2015), la sensación de seguridad
con respecto a su propio cuerpo y al entorno es quizás la característica fun-
damental a la hora de decidir si salir a caminar o no.
Por otro lado, los tiempos de caminata de las personas mayores varia-
ban signicativamente; por ejemplo, el tiempo que tenían para cruzar en
los semáforos no siempre era suciente para todos (situaciones como esta
se pueden observar en el trabajo de la National Academies of Sciences, En-
gineering, and Medicine, 2016). Además, estudios han demostrado que una
ciudad densa genera un alto volumen de tráco vehicular y una percepción
de peligro entre las personas mayores, lo que diculta su salida de casa (He
et al., 2020). Sin embargo, esta densidad también es un concepto subjetivo
que varía según los individuos que la experimentan. Una colaboradora de
San Joaquín, por ejemplo, mencionó que prefería evitar transitar por calles
con más de tres hombres jóvenes, ya que las consideraba “demasiado llenas
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Alexis Sossa Rojas. Sensibilidades y desigualdades en el espacio urbano
de hombres”. Esta percepción se alinea con la opinión generalizada entre mis
informantes, quienes coinciden en que San Joaquín es una comuna menos
segura en comparación con Ñuñoa.
Otra característica común del territorio destacada por mis colaborado-
res es que debe “invitar” a las personas a moverse por él. No solo debe ser
caminable, sino también atractivo en términos de diseño, estética y funcio-
nalidad. Esto implica la inclusión de espacios verdes, áreas de descanso y la
fácil accesibilidad a servicios y actividades recreativas. Un colaborador de
San Joaquín me señaló:
Hace tiempo ya que no me siento cómodo viviendo aquí; este lugar es feo, in-
seguro y está descuidado, todos se preocupan de sus casas para adentro, ¿y el
barrio?, nadie lo cuida, a nadie le interesa. Además, ya no me da la conanza
para salir a pasear como solía hacerlo. Salgo de la casa en auto, ya preero
ni caminar estas calles.
Colaboradores de ambas comunas señalaron que las plazas están prin-
cipalmente diseñadas para jóvenes y niños, lo que provoca acumulación de
polvo debido a las actividades recreativas, generando incomodidad para los
mayores. Además, los ruidos molestos, la presencia de personas fumando ma-
rihuana y el riesgo de ser impactados por pelotas lanzadas a gran velocidad
representan una preocupación adicional. Estas áreas suelen incluir colum-
pios, toboganes y estructuras de escalada, estructuras que claramente mues-
tran que estos espacios no fueron pensados para satisfacer las necesidades
de las personas mayores.
Un colaborador me señaló:
Todos olvidamos que vamos a llegar a viejos, todo gira en torno a la produc-
ción, al consumo, a la competencia, tú sabes, a estar siempre en movimiento.
Luego llegas a viejo y te das cuenta que lo único que se ha pensado para las
personas mayores son un par de las prioritarias y nada más.
Un tercer elemento mencionado con frecuencia fue que había una distri-
bución desigual de las instalaciones recreativas, deportivas y de áreas verdes,
especialmente en los barrios con residentes de nivel socioeconómico más bajo
(como tienden a ser los residentes de San Joaquín en comparación a los de
Ñuñoa). Argumentos como los siguientes fueron mencionados con frecuencia:
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A menudo siento que las actividades recreativas son un lujo; en barrios como
los nuestros, falta apoyo y recursos para fomentar el deporte entre los mayo-
res. (colaboradora de la comuna de San Joaquín)
Al menos esta comuna cuenta con espacios cerrados y con uso prioritario para
personas de edad, eso ayuda mucho a que uno salga y conozca personas. (co-
laboradora de la comuna de Ñuñoa)
Las dos comunas donde trabajé son cercanas, pero Ñuñoa es una comu-
na con más poder adquisitivo que San Joaquín, y efectivamente mis colabo-
radores de esta comuna mostraban una mayor cantidad de minutos de ejer-
cicios, más variación entre sus actividades deportivas y más variabilidad de
sus lugares de residencia (esto porque o concurrían en auto a sus actividades
recreativas, o porque tenían menos resistencia a dirigirse a ellas caminando).
En cambio, los y las colaboradoras de San Joaquín eran personas que vivían
a pocas cuadras de centros de adulto mayor que eran donde realizaban sus
actividades deportivas, personas que vivían más lejos en su mayoría opta-
ban por no concurrir a estos espacios dado la distancia. Asimismo, plazas y
parques no se veían como espacios seguros para ellos.
Reexionar sobre esto es importante pues vivir en entornos más propi-
cios para la actividad física podría ayudar al residente promedio a alcanzar
entre el 45 y el 59 % de los minutos semanales de actividad física recomen-
dados por los especialistas (OMS, 2010; Sallis et al., 2016). Asimismo, estu
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dios han señalado que incluso en vecindarios de bajos ingresos con una alta
proporción de residentes mayores, estos son desproporcionadamente más
saludables si sus vecindarios contienen espacios verdes de buena calidad y
accesibles al público (Dennis et al., 2019).
En otras palabras, se ha demostrado una asociación positiva entre los par-
ques y espacios abiertos y la actividad física, así como los benecios para
la salud en personas mayores (Lee et al., 2012; OMS, 2010; Koohsari et al.,
2015; Van Cauwenberg et al., 2018). Distintos estudios tanto en países orien-
tales como occidentales han mostrado que vivir entre 800 y 1200 metros de
distancia de un parque está positivamente asociado con más actividad física
por parte de personas mayores (Motomura et al., 2024), y existen investi
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gaciones que señalan que hay una asociación entre la existencia de espacios
verdes próximos a la vivienda de la persona mayor y la longevidad (Takano
et al., 2002).
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Alexis Sossa Rojas. Sensibilidades y desigualdades en el espacio urbano
Por otra parte, cabe mencionar que colaboradores de ambas comunas se-
ñalaron preferir solo el metro dentro de las posibilidades del transporte públi-
co, micros y buses fueron considerados una opción violenta, peligrosa y no
recomendable para personas mayores. Una colaboradora relató lo siguiente:
En las micros no hay respeto por nadie, yo he visto cómo se han caído perso-
nas jóvenes, los choferes manejan como locos, y si se caen personas jóvenes,
¿qué queda para una que ya no tiene las mismas fuerzas que antes?
A modo de conclusión se puede señalar que una intervención prometedo-
ra para aumentar tanto la actividad física como el bienestar de las personas
mayores puede pasar por aumentar la integración de la infraestructura verde
en los entornos urbanos (Miller, 2005; Benton et al., 2018). También, que
se debe promover la exposición a la naturaleza y a espacios seguros para así
aumentar la salud, la felicidad y el bienestar de las personas mayores (Ges-
ler, 2005; Lachowycz y Jones, 2011).
El factor de seguridad es esencial para que las personas mayores se sientan
motivadas a transitar por sus vecindarios y salir de sus hogares. Este concep-
to abarca diversas dimensiones, como la seguridad vial, la seguridad social
y la protección contra el crimen. Una adecuada iluminación en las calles, la
presencia de otros vecinos y la existencia de áreas bien mantenidas contribu-
yen a crear un ambiente propicio para que se sientan cómodas al salir. Ade-
más, la percepción de un entorno seguro no solo fomenta la movilidad, sino
que también promueve la participación activa en actividades comunitarias,
deportivas y recreacionales, lo que a su vez mejora su bienestar emocional y
social. Sin un sentido de seguridad, muchos mayores pueden optar por per-
manecer en casa, limitando sus oportunidades de ejercicio y socialización,
lo que puede impactar negativamente en su calidad de vida.
Se debe tener presente además que entre un tercio y la mitad de todas las
caídas en personas mayores en la comunidad son atribuibles a factores am-
bientales (Phillips et al., 2004). Debido a su mayor limitación funcional, las
personas mayores son más sensibles a características del entorno urbano que
pueden parecer menores. Por ejemplo, irregularidades en las supercies, condi-
ciones resbaladizas, la falta de iluminación y otros factores pueden incremen
-
tar signicativamente el riesgo de caídas y fracturas (Hernández et al., 2010).
Se puede argumentar que la población mayor es vulnerada al existir una
ausencia de planicación gerontológica que ha empeorado su habitabilidad
(Cortés y Tavares-Martínez, 2022). Así, el ruido excesivo, territorios poco
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atractivos y/o con poco mantenimiento, barrios inseguros, y espacios de es-
parcimiento pensados mayoritariamente para niños y jóvenes hacen menos
probable que las personas mayores deseen salir de sus casas.
En este sentido, es importante señalar que la dicultad o discapacidad
de transitar ciertos territorios surge de las interacciones con el ambiente cir-
cundante, que son susceptibles a intervenciones estructurales o de diseño, y
no inherente a los niveles de capacidad, estado de salud o grado de deterioro
de los individuos (Clarkson y Coleman, 2015).
Por último, un mejor acceso a actividades sociales, junto con la disponi-
bilidad de un entorno natural, pueden favorecer una vida activa (Loo et al.,
2017; Stier et al., 2021; Barnett et al., 2017). Estos factores no solo propor-
cionan oportunidades espontáneas para la interacción social (van den Berg
et al., 2016; Lachowycz y Jones, 2011; Ward et al., 2012), sino que también
contribuyen a la reducción del estrés (Gong et al., 2016) y a la disminución
de los niveles de depresión y demencia (Roe et al., 2020).
Ejercicio físico
Para la mayoría de mis colaboradores, quienes son personas activas y sin
problemas de desplazamiento, el caminar no cuenta necesariamente como
parte de sus prácticas de ejercicios, a no ser que, como sugiere la literatura,
se realice por 5.6 kilómetros o más diarios, lo que equivale a la recomenda-
ción de al menos 7000 pasos por día sugerida para personas mayores (Tudor-
Locke et al., 2011). Ellas y ellos saben la importancia del ejercicio físico re-
gular y sus benecios para su salud física y mental. Además, entienden este
hábito como uno que les proporciona felicidad (Sossa, 2024a). También, han
experimentado que las personas mayores que realizan actividad física tienen
mayor probabilidad de estar integradas a una red de apoyo social (Hernán-
dez et al., 2010).
En este sentido, es importante destacar que, durante mi trabajo de cam-
po en los centros de deporte para personas mayores del tipo gimnasio techa-
do, observé diversos grupos que asistían semanalmente, aunque no siempre
participaban en ejercicios físicos. Para muchas de estas personas, el aspecto
social resultaba más relevante que la actividad física en sí. En relación con
estos grupos una colaboradora me señaló: “esta gente viene a sentarse acá y
a conversar. Es su momento de distracción, si no, se la llevarían todo el día
en sus casas solas, o cuidando nietos”.
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Alexis Sossa Rojas. Sensibilidades y desigualdades en el espacio urbano
Varios estudios evidencian que la dimensión social es clave para motivar
a las personas a salir de sus casas y, eventualmente, a realizar ejercicio físi-
co (Money et al., 2023). La literatura también señala que: 1) contar con un
compañero de ejercicio es un factor crucial para mantener rutinas de activi-
dad física (Kosteli et al., 2016); 2) tener un calendario y una rutina facilita
que las personas mayores continúen ejercitándose (Money et al., 2023); y 3)
el uso de música adecuada y a un volumen apropiado incrementa el disfrute
de las actividades (Du et al., 2023).
En relación con el primer punto, la mayoría de mis colaboradores partici-
paba en actividades grupales de ejercicios para personas mayores, valorando
muy positivamente los aspectos sociales de estas interacciones. Sin embar-
go, aquellos que dedicaban más tiempo al ejercicio eran los que entrenaban
de manera individual. Además, existen estudios que han mostrado que a al-
gunas personas mayores no les gusta el ejercicio en grupos (Robins et al.,
2016; Zhang et al., 2022).
La dimensión social de la adherencia al ejercicio entre mis colaboradores
presenta varias aristas. Por un lado, la presión social y el disfrute de compar-
tir con pares contribuyen a mantener las rutinas de entrenamiento y a asistir
a los centros deportivos. Además, este aspecto social proporciona un sentido
de seguridad, ya que varios informantes mencionaron haber sufrido asaltos o
intentos de asalto mientras caminaban solos. Como resultado, muchos se or-
ganizan para ir juntos a sus centros de ejercicio físico. Una colaboradora de
San Joaquín señala: “entre todas nos llamamos y nos damos ánimo, a veces
una no quiere ir a hacer ejercicios, pero como todas estamos en lo mismo,
entre todas nos animamos y así ninguna falta”.
Por otro lado, al hablar sobre amigos y conocidos, mis colaboradores
enfatizan que establecer una rutina de ejercicio no siempre es fácil. Para fo-
mentar esta práctica, los incentivos positivos son fundamentales. Las redes de
apoyo que tienen les ayudan a mantener sus hábitos de ejercicio al valorarlos
y reforzarlos de manera positiva. Sin embargo, comentarios que advierten
sobre los peligros de entrenar a edades avanzadas, que sugieren que no vale
la pena arriesgarse a una caída, o que el ejercicio podría agravar problemas
de salud existentes, generan miedo y desánimo, dicultando así la formación
de un hábito de ejercicio regular.
Un colaborador señala:
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En esta edad hay mucho miedo, miedo a ser dependiente, a caerse, a que lo es-
tafen, entonces lo mejor es que el resto te de energías positivas, cosas buenas.
Si el resto te empieza a meter miedo, ahí uno se hunde y no sale más del hoyo.
En cuanto al segundo punto, casi todos mis colaboradores expresaron su
complacencia por contar con rutinas y programaciones claras sobre sus en-
trenamientos, horarios y lugares de práctica. Las personas que entrenaban
individualmente se creaban sus propias rutinas y seguían la planicación en
la medida de lo posible. Este factor es signicativo, considerando que mis
colaboradores son individuos que ejercitan regularmente y, por ende, pue-
den ser vistos como ejemplos de lo que funciona para promover la actividad
física en este grupo poblacional.
Finalmente, en relación con la música, hay varios aspectos interesan-
tes pues puede evocar sensaciones y emociones corporales intensas, que no
solo enriquecen su experiencia de vida, sino que también fomentan el bien-
estar emocional. Estas sensaciones pueden incluir alegría, nostalgia, relaja-
ción o incluso motivación, todas ellas esenciales para mantener una buena
calidad de vida. Además, la música tiene un papel signicativo en la crea-
ción de memorias y en el sentido de pertenencia. Compartir y disfrutar de
canciones comunes con otros no solo genera un ambiente de camaradería,
sino que también fortalece los lazos sociales. Este sentido de comunidad es
especialmente relevante para las personas mayores, ya que la socialización
puede ser un factor clave para combatir la soledad y promover la participa-
ción activa en actividades. La música, por lo tanto, no solo actúa como un
medio para el disfrute, sino que también facilita la continuidad de rutinas de
entrenamiento. Al integrar canciones familiares o preferidas en sus ejerci-
cios, las personas mayores pueden sentirse más motivadas y comprometidas
con su actividad física.
Por otra parte, el trabajo etnográco me permitió observar que para en-
tender la adherencia al ejercicio físico como rutina, es fundamental consi-
derar factores subyacentes al deporte y la actividad física, como las sensa-
ciones, sensibilidades y emociones corporales a corto plazo asociadas con el
movimiento. Phoenix y Orr (2014) presentan una tipología del placer de la
actividad física en la vejez que incluye el placer sensual (por ejemplo, sentir
la brisa al caminar al aire libre), el placer documentado (como los relatos de
rutas de caminata), el placer de la acción habitual (que otorga un propósito
a la vida cotidiana) y el placer de la inmersión (consistente en concentrar la
mente a través de prácticas de movimiento, como el yoga).
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Alexis Sossa Rojas. Sensibilidades y desigualdades en el espacio urbano
De hecho, en cada una de las actividades deportivas de mis colaborado-
res hay una dimensión encarnada que transforma el ejercicio físico en algo
más que una búsqueda de mejora en la salud; también se trata del disfrute
de ver y sentir el cuerpo en movimiento. Estas sensaciones pueden inuir
en las preferencias individuales hacia la actividad física. Algunas personas
pueden no disfrutar del ejercicio intenso debido al sudor y la incomodidad
(Grossman y Stewart, 2003), mientras que otras valoran la adrenalina que se
siente al mover el cuerpo con intensidad. Además, hay quienes disfrutan de
la sensación de sus pulmones al respirar profundamente o de los músculos al
elongar durante ciertos movimientos. También existen aquellos que encuen-
tran placer en explorar la ciudad, ya sea montando en bicicleta o trotando.
A modo de conclusión se puede señalar que es relevante replantear el
ejercicio y la actividad física como actividades placenteras con movimiento,
en lugar de una conducta puramente relacionada con la salud y contra el en-
vejecimiento (Devereux et al., 2016; Tulle, 2015). Además, elementos como
tener una rutina clara, el uso de música, y contar con otras personas realizan-
do ejercicios pueden ser elementos que ayuden a incentivar y mantener las
rutinas de entrenamiento.
Se ha señalado que algunas personas mayores por desconocimiento o
por comentarios de familiares temen a las imprevisibilidades, fragilidades y
vulnerabilidades asociadas con el envejecimiento, y con ello son más cuida-
dosos o esquivos a la exposición de los riesgos (reales o percibidos), que el
ejercitar puede suscitar. Ahora bien, el temor a la delincuencia sí se conside-
ra un temor real y al que se le deben buscar formas de prevenir. Al igual que
en otras investigaciones, la estrategia más común para la prevención es que
las personas mayores adoptan el evitar actividades al aire libre (Stathi et al.,
2012; Bjornsdottir et al., 2012).
También se podría especular, basándose en otros estudios (Benton et al.,
2018; NICE, 2007), que las intervenciones dirigidas a nivel individual para
aumentar el ejercicio físico en personas mayores podrían generar mejoras
modestas y de incierta ecacia a largo plazo. Sin embargo, la creación de un
entorno de apoyo a nivel poblacional, familiar, vecinal, puede ser un enfo-
que más ecaz, sostenible y de mayor alcance para incrementar los niveles
de ejercicio físico entre las personas mayores, ya que se centra en determi-
nantes más amplios de la salud y de la actividad física.
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Conclusiones
Frente al desafío que representa el envejecimiento de nuestras sociedades,
este trabajo ha explorado los factores que facilitan que las personas mayores
realicen más ejercicio físico, con el objetivo de mejorar su salud y bienestar. Un
aspecto central de nuestra investigación ha sido el concepto de territorio y su
inuencia en la práctica de actividad física. El territorio, entendido como el en-
torno construido e imaginado está estrechamente relacionado con lo que hemos
denominado la “caminabilidad” del espacio cercano a las personas mayores.
Esta caminabilidad se asocia positivamente con componentes físicos y
mentales que fomentan que las personas mayores se animen a salir de sus
casas y llevar una vida más activa. Factores objetivos, como aceras en buen
estado, bancos para descansar, pasos peatonales y áreas verdes limpias y bien
mantenidas, son cruciales (Cervero y Kockelman, 1997). Sin embargo, la ca-
minabilidad también depende de las percepciones que las propias personas
mayores tienen sobre sus barrios, incluyendo aspectos como la seguridad, el
sentido de pertenencia y la estética del entorno.
Los datos presentados, basados en un trabajo etnográco realizado en dos
comunas de Santiago de Chile, revelan que la apropiación de los espacios pú-
blicos no siempre está garantizada para diferentes grupos sociales y de edad.
Los parques, jardines y plazas contribuyen a la sostenibilidad social urbana al
ofrecer oportunidades para el recreo, la relajación y la interacción social. Sin
embargo, algunos colaboradores expresaron que estos espacios no han teni-
do en cuenta las necesidades y preferencias de las personas mayores, gene-
rando un sentido de injusticia al observar que no todos los barrios reciben el
mismo nivel de cuidado y servicios. Esta disparidad provoca un sentimiento
de abandono que impacta negativamente en la práctica de ejercicio físico y,
por ende, en la salud y bienestar de este grupo poblacional.
Este estudio reveló que la comuna con mayor cantidad de servicios y áreas
verdes presentó los niveles más altos de bienestar entre mis colaboradores.
Asimismo, en esta comuna se dedicó más tiempo a actividades recreativas
y ejercicio físico, lo que refuerza la relación entre el entorno disponible y la
calidad de vida de sus habitantes.
Tanto este trabajo como estudios previos indican que la actividad física
está asociada al microambiente de la calle y del vecindario, donde la activi-
dad del entorno es un factor clave para atraer a las personas (Gunn, 1988).
Además, las condiciones de seguridad en los territorios habitados permiten
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Alexis Sossa Rojas. Sensibilidades y desigualdades en el espacio urbano
(o no) a las personas mayores participar más activamente en actividades so-
ciales, culturales y recreativas (Hernández et al., 2010).
El grupo de colaboradores con el que trabajé está formado por personas
mayores que se ejercitan de manera constante y han mantenido este hábi-
to durante varios años. Por lo tanto, sus testimonios y experiencias pueden
servir como ejemplos y recursos valiosos para intervenciones destinadas a
promover la actividad física en este grupo poblacional. Para ellos, el primer
paso hacia una vida activa es salir de casa y, factores del entorno como la
seguridad, la caminabilidad y el atractivo de los espacios son determinan
-
tes en este proceso. Es fundamental comprender mejor las relaciones que
se establecen entre las personas y los espacios públicos, así como cómo es-
tas interacciones se vinculan con emociones, sensibilidades y percepciones
de seguridad y justicia social. Este enfoque puede ser clave para desarrollar
políticas y programas que fomenten un envejecimiento activo y saludable.
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Apoyos y soporte nanciero de la investigación
Entidad: Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID)
País: Chile
Ciudad: Santiago de Chile
Proyecto subvencionado: Sí
Código de proyecto: 3220031
Declaración de Autoría - Taxonomía CRediT
Autor Contribuciones
Alexis Sossa Rojas
Roles: conceptualización, metodología, soware, validación,
análisis formal, investigación, recursos, curaduría de datos,
escritura-borrador original, escritura-revisión y edición, vi-
sualización, supervisión, administración del proyecto, adqui-
sición de fondos.