ISSN impreso: 1390-3837 / ISSN electrónico: 1390-8634, UPS-Ecuador, No. 39, septiembre 2023-febrero 2024, pp. 83-107.
https://doi.org/10.17163/uni.n39.2023.04
Redes sociales y administración pública:
los desafíos y oportunidades de los gobiernos
en la era de la comunicación digital
Social networks and public administration:
e challenges and opportunities of governments
in the era of digital communication
Carlos Gómez Díaz de León
Universidad Autónoma de Nuevo León, México
carlos.gomezdz@uanl.edu.mx
https://orcid.org/0000-0001-6796-5569
Daniel Javier de la Garza-Montemayor
Universidad de Monterrey, México
daniel.delagarza@udem.edu
https://orcid.org/0000-0001-6962-9059
Recibido: 02/07/2023 Revisado: 27/07/2023 Aprobado: 18/08/2023 Publicado: 01/09/2023
Forma sugerida de citar: Gómez Díaz de León, C. y de la Garza-Montemayor, D. J. (2023). Re-
des sociales y administración pública: los desafíos y oportunidades de
los gobiernos en la era de la comunicación digital. Universitas XX1, 39,
pp. 83-107. https://doi.org/10.17163/uni.n39.2023.04
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Universitas-XX1, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 39, septiembre 2023-febrero 2024
Resumen
En los últimos años se han desarrollado una serie de cambios sociales que han resultado un formidable
reto para las ciencias sociales. El auge de las herramientas digitales que han modicado la forma en que
las personas interactúan y asimilan la vida social ha dado lugar a diversas investigaciones académicas
que han buscado comprender la esencia de un fenómeno que sigue avanzando en nuestros días. En este
artículo de revisión nos enfocamos en estudiar la relación entre los medios digitales y la administración
pública. Para ello, se ha utilizado una metodología cualitativa derivada de un análisis de la información
que toma en cuenta algunos de los estudios más importantes de los últimos años. Asimismo, se revisaron
informes ociales que contribuyen a explicar las transformaciones más importantes en la materia de
los últimos veinticinco años. El punto de partida es un enfoque eminentemente politológico. Se realiza
un recorrido de los cambios recientes en las democracias contemporáneas, las instituciones políticas,
cambios institucionales y cuál ha sido su relación tanto con los medios convencionales como las redes
socio digitales. La investigación propone algunos elementos a tener en cuenta tanto en terreno teórico
como en la práctica, teniendo en consideración que se vive un proceso histórico que se profundizará en
los siguientes años, ante el avance de la digitalización. Las buenas prácticas y el uso estratégico de la
tecnología pueden derivar en el fortalecimiento de expresiones democráticas, así como de los procesos
de buena gobernanza.
Palabras clave
Redes sociales, administración pública, transformación digital, gobernanza, participación ciudadana,
gobierno, digitalización, ciencias sociales.
Abstract
In recent years, a series of social changes have resulted in a formidable challenge for the social sciences.
The rise of digital tools that have modied the way in which people interact and assimilate social life has
led to various academic investigations that have sought to understand the essence of a phenomenon that
continues to advance today. In this article we focus on studying the relationship between digital media
and public administration. For this purpose, a qualitative methodology derived from an analysis of the
information that considers some of the most important studies of recent years. In the same way, ofcial
reports that contribute to explain the most important transformations in the matter of the last twenty-ve
years were reviewed. It starts from an eminently political approach. A tour of recent changes in contem-
porary democracies, political institutions, institutional changes and what has been their relationship
with both conventional media and digital partner networks is carried out. The research proposes some
elements to consider both theoretically and in practice, taking into account that there is a historical
process that will deepen in the following years, given the advance of digitization. Good practices and
the strategic use of technology can lead to the strengthening of democratic expressions, as well as good
governance processes.
Keywords
Social networks, public administration, digital transformation, governance, citizen participation, gover-
nment, digitization, social sciences.
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Carlos Gómez Díaz de León, Daniel Javier de la Garza-Montemayor. Redes sociales y administración pública
Introducción
Los últimos 50 años han estado caracterizados por el cambio en todas
las esferas de la sociedad y por ello las ciencias sociales se han enfrentado al
reto de intentar describir, explicar y predecir estos cambios desde cada una de
sus perspectivas cientícas. La sociología, la ciencia política, las relaciones
internacionales, la comunicación política, la economía entre otras discipli-
nas sociales abordan una abundante agenda que ofrece más dudas que certi-
dumbre por la complejidad y velocidad de los cambios generados en todo el
mundo y en todos los ámbitos.
Si a ello agregamos la traumática aparición del COVID en 2020, que
aceleró y marcó a nuestro parecer un punto de quiebre en estos procesos de
transformación social, podríamos armar, sin lugar a dudas, como bien seña-
la el politólogo español Subirats (2016) que efectivamente estamos frente a
un cambio de época. Nos referimos a un cambio de época en el sentido que
se menciona más arriba que involucra la metamorfosis del sistema social en
su conjunto, es decir implica severas alteraciones en el subsistema político,
el subsistema normativo, el subsistema económico y el subsistema cultural.
Precisamente por la magnitud y complejidad de los cambios, uno de los pro-
blemas centrales de los estudiosos de estos temas es la falta de paradigmas
que permitan entrever cuáles son los derroteros viables para enfrentar los de-
safíos de la coyuntura y del cambio de época.
En este marco, el presente documento pretende abordar estos cambios
desde la perspectiva de las Ciencias Políticas y más especícamente de la
Administración Pública y la Comunicación Política. El tema propuesto es la
interrelación entre administración pública y las redes sociales. Si bien esta
vinculación es un tema de estudio relativamente reciente, sobre todo por la
acelerada y a la vez accidentada evolución de estas redes sociales en cuanto
a su estudio, regulación e impacto en la comunicación y el sistema político,
el análisis del tema implica necesariamente la elaboración de un marco teó-
rico previo con la denición de elementos conceptuales de democracia, go-
bernabilidad, gestión pública y eventualmente políticas públicas.
Los constructos sociales evolucionan en la misma medida en que van
modicándose las estructuras sociales. Esto quiere decir que los conceptos
se “actualizan” conforme a las circunstancias de la realidad. Por lo tanto, la
denotación y connotación de constructos como democracia, gobierno y ad-
ministración pública dieren según el contexto histórico en que se utilizan.
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Universitas-XX1, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
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Por esta razón, antes de presentar las premisas de la vinculación entre la ad-
ministración pública y las redes sociales, se desarrollarán brevemente las tres
transformaciones que estructuran la hipótesis de este documento de trabajo y
que corresponden, en primer lugar a la transición del gobierno y la gobernan-
za, en segundo lugar, de la administración pública hacia la gestión pública y,
por último, de los medios de comunicación tradicionales a las redes sociales.
Posteriormente, se analizarán los elementos característicos de las redes
sociales en el sistema político en general y en la administración pública en
particular, acomo algunas tendencias actuales en su aplicación y, nalmen-
te, se esbozarán algunas perspectivas en cuanto a riesgos en su aplicación
indiscriminada, y la agenda pendiente para una vinculación que mejore el
funcionamiento de la gobernanza democrática.
El surgimiento de las redes sociales a principios de los años noventa pro-
vocó una ampliación de los espacios de diálogo y comunicación social entre
todos los estratos sociales, de manera transversal, horizontal e intermitente
donde los mismos individuos y grupos en sociedad pueden formar parte de
la información e igualmente, inuenciar en ella; logrando con ello que di-
chos espacios tengan un nivel de comunicación superior a los medios tradi-
cionales en términos de contenidos, velocidad y volumen de información.
Tomando en consideración que las redes sociales son la interfase comu-
nicativa entre sociedad y gobierno y entre los actores sociales, existe una si-
nergia entre ambos factores, sociedad e instituciones, que puede contribuir
a que la administración pública pueda lograr más ágilmente sus objetivos.
Las redes sociales como herramienta para la gestión pública facilitan me-
diante la información y datos que trasmiten, el cumplimiento de sus objeti-
vos y metas si se utilizan y explotan de manera correcta y con fundamento
legal, racional, y objetivo, y de conformidad con los recursos y capacidades
del ente público que hace uso de ellas y de la misma sociedad. En este traba-
jo se analiza someramente esta relación para ir delineando una hoja de ruta
que empodere positivamente el uso de las redes sociales como instrumento
de mejora de la administración pública.
Para ello se procederá con una metodología cualitativa a través de un
análisis de textos de los principales estudiosos de estos temas en el contex-
to actual, así como de documentación ocial que contribuya a explicar las
transformaciones operadas en el último cuarto de siglo y que ilustran lo que
denominamos el cambio de época.
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Carlos Gómez Díaz de León, Daniel Javier de la Garza-Montemayor. Redes sociales y administración pública
Planteamiento del problema:
antecedentes históricos del cambio de época
Considerando que el enfoque de análisis es eminentemente politológico,
convencionalmente podemos iniciar el análisis del cambio de época desde la
perspectiva de la democracia y las instituciones políticas para luego analizar
el cambio institucional en la administración pública y nalmente en los me-
dios comunicación y el uso de las tecnologías de la información.
Existe un amplio consenso en los estudiosos sobre el tema en el sentido
que la reforma del Estado iniciada en el último cuarto del siglo XX fue con-
secuencia de la crisis del estado bienestar a nivel mundial que se acentuó a
partir de la pérdida de efectividad, eciencia y legitimidad de los gobiernos
en sus políticas públicas, así como en el cuestionamiento de la democracia
y de sus resultados en el buen gobierno. Evidentemente, al tratarse de un
cambio estructural, las transformaciones impactan todas las dimensiones del
sistema social, es decir: políticas, económicas, culturales y normativas. Por
limitaciones de espacio nos referiremos a las dos primeras.
Dimensión política
El cambio político se origina en una multiplicidad de factores. Por una
parte, desde una perspectiva global las causas las advertimos en el agotamiento
del modelo de estado bienestar y el resurgimiento del modelo neoliberal, en
la modicación de la correlación de fuerzas por el debilitamiento del modelo
soviético y la emergencia de China, el deterioro de los sistemas democráticos
y la reaparición de los populismos y las ultraderechas. En cierta medida es
precisamente el proceso de la globalización lo que detona esta transforma-
ción. Es una ruptura lo que provoca el cambio de época. La caída del muro
de Berlín marcó un hito en la historia mundial al simbolizar el derrumba-
miento del comunismo y la victoria del capitalismo. Sin embargo, dio lugar
a una sensación de vivir una ruptura del orden mundial que no parece tener
sentido. Así lo describe un internacionalista (Laidi, 1997, p. 25), al armar
que, con el n de la guerra fría, se dislocan los elementos que dan sentido a
la historia mundial: fundamentos, unidad y nalidad. En apariencia arma,
“triunfa la democracia de mercado, pero esta se muestra incapaz de sostener
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el debate sobre sus fundamentos. Los desajustes políticos, económicos y -
nancieros se prestan cada vez menos a una clave de interpretación común”.
Por otra parte, desde la perspectiva local también se producen transforma-
ciones asimétricas hacia la democracia, pero también movimientos sociales
tradicionalistas con tendencias autoritarias y movimientos sociales que per-
turban el sistema global como el terrorismo y las migraciones, y más recien-
temente la pandemia del COVID-19. Como detonantes especícos de estas
referencias históricas concretas que mencionamos podemos citar la crisis po-
lítica en Estados unidos de Norteamérica por el caso Nixon, el embargo árabe
y el surgimiento de la OPEP, la caída de Allende en Chile, la invasión sovié-
tica a Afganistán, el arribo al poder de Ronald Reagan, y Margaret Thatcher
en EUA e Inglaterra respectivamente, el surgimiento de China al escenario
mundial con motivo del arribo al poder de Dend Xiaoping y todas las reper-
cusiones posteriores en el campo geopolítico y económico (Gerstle, 2022).
Dimensión económica
La evolución de las fuerzas productivas en los últimos 50 años ha teni-
do un efecto sorprendente en la crisis mundial. De hecho, podríamos armar
que es el factor detonante de la ruptura del sistema. Se habla hoy en día en
la era de la sociedad del conocimiento y en este contexto, el desarrollo tec-
nológico ha alcanzado progresos insospechados que rebasan con mucho el
control y la regulación por parte de los mismos seres humanos, como es el
caso de la inteligencia articial. Alvin Tofer en su célebre Tercera Ola ya
perlaba la disrupción provocada por la revolución digital, a la cual prece
-
dió El shock del futuro, pero tuvo que completar su obra con sus ideas sobre
El cambio del poder, es decir dando mayor amplitud a la transformación en
curso, al cambio de época. Así lo describe el mismo (Tofer, 1990, pp. 25
y ss.), “Vivimos unos momentos en los que toda la estructura de poder que
mantuvo unido al mundo se desintegra y otra, radicalmente diferente, va to-
mando forma”. Y remata: “no es una mera transferencia del mismo sino una
transformación”. En este marco nos parece pertinente su referencia al aconte-
cimiento económico más importante que ha contribuido al cambio del poder
y que es precisamente el nacimiento de un nuevo sistema para crear riqueza
que no se basa ya en la fuerza sino en la mente. De esta idea deriva una rela-
ción dialéctica que cita el mismo Tofer (1990, p. 32) consistente en armar
que la nueva economía no se basa en trabajar sobre cosas, “sino en hombres
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Carlos Gómez Díaz de León, Daniel Javier de la Garza-Montemayor. Redes sociales y administración pública
y mujeres que actúan sobre otros hombres y mujeres, o personas que actúan
sobre la información y la información que actúa sobre las personas”. Estas
ideas nos centran en dos aspectos fundamentales en nuestro trabajo que son,
por un lado, la transformación del poder, es decir del ejercicio del gobierno
y, por otro la importancia de la información en este mismo proceso y que
puede ser empoderada por las redes sociales. Ambas dimensiones llevan im-
plícitas algunas de las características de la gobernanza.
De la administración tradicional a la gestión pública
Conceptualmente, la administración pública se ha entendido simplemente
como la actividad del estado. Esta denición general ha sido relativamente
consensada por los especialistas (Guerrero, 2019):
En Alemania, Karl Marx se rerió a la actividad organizadora del estado y
Lorenz von Stein a la actividad del estado; el iniciador de los estudios de ad-
ministración pública en Estados Unidos de Norteamérica, Woodrow Wilson
se rerió a ella como el gobierno en acción, Luther Gulick sobre el trabajo
del gobierno y Marshall Dimock como un constructor. (p. 37)
A pesar de la diferencia entre la denición de administración pública
como institución en la evolución del pensamiento administrativo contextua-
lizado en diferentes países, “podemos armar que prácticamente todas las
deniciones de administración pública generalmente se entienden a partir de
tres dimensiones diferentes” (Gómez, 2016). Estos aspectos están teniendo
en cuenta las siguientes características: como una estructura, como la función
o actividad del Estado y como una disciplina cientíca.
En este marco, en Gómez (2016) se advierte que la administración públi-
ca como una estructura que gestiona los recursos se fundamenta en el marco
legal y se sustenta en la descripción estática del aparato administrativo del
gobierno. Es lo que consideramos el enfoque institucional. Por otro lado, la
consideración como función del estado considera la administración pública
como una acción continua del aparato estatal que satisface las necesidades y
demandas de la sociedad. Finalmente, “la consideración de la administración
pública como disciplina es parte de la armación de su consolidación como
una disciplina cientíca autónoma” (Gómez, 2016, p. 23).
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A partir de estos supuestos, se puede armar que “es común encontrar no-
ciones de administración pública inuenciada por la ley, la ciencia política o
la administración, que intentan denirla y explicarla de acuerdo con la esfera
de inuencia de cada disciplina” (Villarruel, 2016, p. 133). Sin embargo, de-
bido a la transformación de los paradigmas económicos, políticos y sociales
mencionados anterior y especialmente la globalización como reto inevitable,
y debido a su naturaleza multidisciplinaria, la administración pública continúa
hoy, tratando de encontrar su plena autonomía y una denición para desarro-
llarse como una disciplina autónoma y especíca (Pardo, 2016, p.125 y ss.).
En el desarrollo histórico del estudio de la administración pública tradi-
cional podemos apreciar que ha adoptado diversas formas u objetos de es-
tudio, es decir ha sido analizada y concebida con diferentes connotaciones
(Villarreal, 2016). Los diferentes sentidos que se le han dado son:
Estado como un elemento integrador de las fuerzas sociales.
Gobierno y su estructura funcional y operativa.
Poder como una forma instrumental.
Poder ejecutivo expresado en el ejercicio de los recursos públicos y
la atención a las demandas sociales.
Relación institucional existente entre las autoridades públicas.
Burocracia y su personal.
Teoría de las organizaciones públicas (Uvalle, 2005).
Desde una perspectiva más utilitaria, los objetos de estudio enumerados
de la administración pública tradicional proporcionaron una base teórica y
metodológica para el pensamiento administrativo de América del Norte en
el siglo XX. “Desde la visión progresiva de América del Norte, la evolución
de la administración pública comenzó en este contexto, cuyo paradigma do-
minante fue la eciencia y el modelo instrumental racional en el proceso de
decisión” (Berumen Villarreal y Medellín Mendoza, 2016).
No obstante, la evolución del contexto histórico, basado en las necesida-
des institucionales diferenciadas, cambiaron el enfoque del estudio del fenó-
meno administrativo hasta alcanzar los paradigmas actuales centrados en un
método gerencialista con los valores de eciencia y ecacia como supuestos
básicos. Esto signica precisamente la transformación de la administración
pública. Siguiendo esta perspectiva, podemos armar según el pensamiento
norteamericano, que la administración pública occidental ha pasado por las
siguientes siete etapas (Arrellano, 2004, p. 101):
91
Carlos Gómez Díaz de León, Daniel Javier de la Garza-Montemayor. Redes sociales y administración pública
1. Ortodoxia. Caracterizado por una administración cientíca con una
estructura jerárquica vertical y centralizada. El componente humano
no se consideró en el modelo ortodoxo.
2.
Heterodoxia. El factor humano se vuelve importante al establecer las
relaciones humanas dentro de la organización. El individuo se consi-
dera estratégico y con un impacto en los objetivos organizacionales.
3.
Neoclasicismo. Se hace hincapié en el proceso de decisión basado en
las limitaciones del factor humano. Proceso conocido como raciona-
lidad limitada (Simon, 1947).
4.
Política pública. “El conjunto de actividades de las instituciones gu-
bernamentales, actuando directamente o a través de agentes, y que
tienen como objetivo tener una cierta inuencia en la vida de los ciu-
dadanos” (Alcántara, 2004, p.106).
5.
Nueva administración pública. Rediseño estructural basado en estra-
tegias de descentralización y delegación de funciones, incorporando
métodos innovadores basados en objetos y objetivos preestablecidos.
6.
Gerencia pública. Aparece como una propuesta para repensar la dis-
ciplina administrativa pública como una respuesta a la crisis admi-
nistrativa y la falta de legitimidad (Cabrero, 1997). Se basa en la
efectividad y la eciencia económica.
7. Nueva administración pública.
Este último período integrado después de la reforma gerencial de los años
ochenta, se caracteriza por la aplicación de siete premisas (Hood, 1991): par-
ticipación de profesionales en la administración; especicación de estándares
y evaluación del desempeño de la agencia; énfasis en el control de los resul-
tados; desagregación de unidades en el sector público; cambio en la compe-
tencia entre las agencias gubernamentales; énfasis en el uso de técnicas de
gestión del sector privado; austeridad en el uso de recursos gubernamentales.
Estos lineamientos fueron raticados por estudios de la OCDE dando mayor
legitimidad al cambio del modelo de gestión (OCDE, 1997).
Por otro lado, más recientemente ha comenzado un problema que se cen-
tra más en el elemento político de la administración. El estado contemporá-
neo planteado por Wolfe (1980) se caracteriza por una crisis de legitimidad,
sobre todo desde la perspectiva de los resultados.
Dicha crisis es un fenómeno derivado de un problema universal: “Más
como resultado de la evolución social, económica y tecnológica del mundo
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Universitas-XX1, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
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contemporáneo, que como resultado de gobiernos especícamente inecaces
o regímenes particularmente inoperativos” (Cabrero, 1997, p.15).
Se presenta como una respuesta a las demandas ciudadanas, buscando un
aparato estatal que sirva a la sociedad y no viceversa. En este orden de ideas,
Laufer (1982) sugiere un nuevo sistema de legitimidad; fundado no por los
nes, sino por los métodos del ejercicio del poder. Es una crisis de la relación
estatal-sociedad, y “es precisamente el aparato de la administración pública
el que es el puente responsable en dicha relación” (Cabrero, 1997, p.17). Es
en esta coyuntura en la que la inuencia de las redes sociales se nota como
un instrumento de conexión de esta relación de sociedad gubernamental.
La respuesta a la crisis de legitimidad planteada es la modernización
de la administración pública. En otras palabras, la transición hacia la nueva
gestión pública. Dicha modernización, según Cabrero (1997), debe implicar
tres factores fundamentales: 1) Eciencia. Este aspecto de la modernización
aparece como un proceso transformador de una administración pública in-
eciente, que desperdicia recursos y energía organizacional. Por lo tanto,
se establece la necesidad de recomponer las relaciones de entrada-salida. 2)
Efectividad. Esta dimensión se basa en la necesidad de modernización debi-
do a la crisis en la realización de los objetivos estatales. La administración
pública tradicional se considera un aparato inecaz, incapaz de lograr ob-
jetivos. Requiere, por tanto, soluciones: es decir: una reducción del aparato
burocrático y la racionalización de los recursos humanos, materiales, técni-
cos y nancieros. Finalmente, 3) Legitimidad. Esta dimensión se reere a
la modernización basada en el proceso necesario para restablecer el diálogo
entre el Estado y la sociedad.
Mecanismos diversos y no tradicionales que permiten la uidez del diálogo,
la comunicación, el acuerdo y, sobre todo, la participación y la voluntad de
la ciudadanía. Una participación no solo en el nivel de demanda sino tam-
bién en la gestión y monitoreo de las políticas y proyectos que se ejecutan.
(Cabrero, 1997)
Con respecto a esta investigación, teniendo en cuenta la modernización
necesaria planteada por Cabrero (1997), que en resumen se reere a la intro-
ducción de la nueva gestión pública que toma la eciencia, efectividad y le-
gitimidad como ejes fundamentales, se prestará especial atención al énfasis
en el eje de legitimidad, que establece la necesidad de mecanismos de co-
municación uida y la participación continua de la sociedad en los procesos
y decisiones de la administración pública.
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Carlos Gómez Díaz de León, Daniel Javier de la Garza-Montemayor. Redes sociales y administración pública
Al igual que la administración pública, la evolución de los medios de co-
municación y la revolución tecnológica provocaron una transformación de
lo “tradicional” a lo moderno en el ámbito de la comunicación; al tener una
correlación evolutiva que determina en una dependencia sinérgica entre am-
bos. Es por ello por lo que aparecen las redes sociales.
Metamorfosis de los medios tradicionales
de comunicación a las redes sociales
Desde la perspectiva de la teoría política, los países con sistemas demo-
cráticos, cuya base es el liberalismo político, tienen como eje fundamental
la división de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. “La división de po-
deres y garantías de los gobernados son los dos supuestos legales básicos en
los que se basa la estructura constitucional moderna del estado occidental”
(Villanueva, 2014, p. 149). Dicha división implica depositar el poder públi-
co del estado en cuerpos diferentes e interdependientes para llevar a cabo las
acciones y el funcionamiento adecuado de la entidad de gobierno.
Paralelamente al desarrollo de esta modelo tripartita, y en función de la
evolución que va gestándose en la sociedad civil, a nales del siglo XVIII,
como consecuencia de la Revolución Francesa, el término de un cuarto po-
der comenzó a utilizarse “para hablar de los medios incipientes” de comu-
nicación social (González, 2020, p. 9). Este término se atribuye al político
inglés Edmund Burke que utilizó esta expresión en el Parlamento inglés, re-
riéndose al poder que la prensa ya tenía para promover actitudes y criterios
políticos en la sociedad (Esquivel, 2013).
Desde ese momento según Castro (2006), la prensa ya era un poderoso
instrumento de subversión del orden, la moralidad, la religión y de fuerte in-
uencia en la sociedad humana misma. “La prensa actuó como un contrapo-
der de los poderes establecidos, una función que luego fue reconocida por la
sociedad” (Galán-Gamero, 2014, p. 156).
Para ciertos comunicólogos, los medios de comunicación “son la piedra
angular en las sociedades democráticas, ya que actúan como interlocutores
entre el estado y la sociedad civil” (Blesa, 2006, p. 92) generando un espacio
donde los problemas de relevancia para la comunidad son tratados, y anali-
zados por los actores políticos.
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En un contexto teórico más reciente, esta característica de los medios de
comunicación en una sociedad democrática coincide con la losofía de Jürgen
Habermas (1991), que especica que los medios realizan su función como
un “guardián” en sociedades abiertas y libres. De la misma manera, guían a
la audiencia hacia los temas más importantes, generando así una agenda y
expandiendo el espacio público (McCombs y Shaw, 2001). Tal espacio pú-
blico es el núcleo de una sociedad democrática (Blessa, 2006).
Más recientemente, en el mismo orden de ideas, Robert Dahl (1992) ar-
ma que en cualquier sistema democrático deben coexistir además de otros
elementos, dos instituciones básicas desde la perspectiva de la comunicación:
la pluralidad de información y la libertad de expresión; ambos son posibles
debido a la existencia misma de los medios de comunicación masiva. Basa-
do en lo anterior, podemos inferir que existe una correlación e interdepen-
dencia entre los medios de comunicación y la vida democrática debido a su
inuencia en la sociedad civil.
Desafortunadamente, los medios tradicionales (televisión, radio, prensa)
se han alejado de la correlación ideológica con la vida democrática y “pare-
cen haber llenado convenientemente este vacío al pararse como los interlo-
cutores privilegiados entre el mundo de las empresas y la sociedad, por una
parte, y el negocio y la política por la otra” (Blesa, 2006, p. 93). Según esto,
hay dos dimensiones claras dentro del campo de los medios de comunicación:
la comercial y la político-ideológica, que prevalecen predominantemente en
las actividades periodísticas (Cebrián, 2004).
Motivados por nes económicos y comerciales, los medios de comuni-
cación “apenas se conciben en el esquema tradicional del espacio público,
pero se denen como espacios privados capaces de inuir en la política, la
gestión estatal y la vida privada de las personas” (Luna Pla, 2003, p. 22).
La fuerza social y económica concentrada en los medios es innegable. Des-
afortunadamente, esta nueva motivación, lejos del propósito original de los me-
dios de comunicación previamente expuestos, tiene una característica predomi-
nante: “la concentración de los medios en cada vez menos manos, que siempre
pertenecen a las élites económicas y nancieras” (González, 2020, p. 13).
Debido a que los medios tradicionales han cambiado su propósito de
diálogo entre el Estado y la sociedad para buscar la rentabilidad económica,
“están sufriendo una crisis de credibilidad” (Calvo et al., 2014, p. 23). La
percepción de la audiencia sobre la credibilidad de los medios ha disminui-
do desde la década de 1970 (Pew Research Center, 2007).
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Carlos Gómez Díaz de León, Daniel Javier de la Garza-Montemayor. Redes sociales y administración pública
En México, los medios de comunicación se han distinguido por el domi-
nio total de dos estaciones de televisión (Huerta y Gómez, 2013, p. 123) que
“entre ambos titulares han alcanzado un total del 96 % de la participación en
la pantalla del país” (De La Garza y Barredo, 2017, p. 97). Estas estaciones
de televisión prácticamente tenían el monopolio de la gestión simbólica de
la opinión pública. A pesar de que los mexicanos obtienen su información
sobre política de varias fuentes (familia, trabajo, centros educativos), los me-
dios de comunicación llegaron a inuir fuertemente en el tema de la política
(García y Huerta Wong, 2008).
La pérdida de credibilidad de los medios de comunicación, que indirec-
tamente causó la desafección política debido a la misma falta de conanza
en la información que transmiten los medios tradicionales, es una realidad
que ha cambiado debido a la aparición y el crecimiento de las redes sociales
(De la Garza, 2020).
Aunque el surgimiento de las redes sociales en el siglo XXI se ha asocia-
do con avances tecnológicos extraordinarios en la comunicación, el concepto
es más remoto y tiene su origen en estudios sociológicos. En este sentido, el
concepto de red social se reere de manera simple y clara a las estructuras
sociales compuestas por individuos unidos por algún tipo de relación. De
hecho, incluso está asociado con otro concepto que está estrechamente rela-
cionado con las redes sociales y que es el capital social. Este último término
se reere a las relaciones establecidas por los grupos sociales con objetivos
comunes, y que se basan en la solidaridad, la lealtad, la reciprocidad y otros
factores que van más allá del mero intercambio de información (Gómez y
Portela, 2011).
Claramente, en el contexto de la sociedad del conocimiento, el sentido
que tienen las redes sociales se centra fundamentalmente en el uso de plata-
formas tecnológicas y el intercambio de información, datos y mensajes entre
las personas, mientras que en el capital social tienen un sentido más coope-
rativo hacia los objetivos colectivos, de la comunidad (Gómez, 2016, p.110).
Con la revolución de las TIC, por otro lado, el concepto adquiere una
connotación más amplia en el siglo XXI con el impulso que reciben estas
relaciones sociales debido al uso y la difusión de Internet. En este contexto,
la red social adquiere una naturaleza más dinámica como producto de la So-
ciedad de Conocimiento, al facilitar las interacciones a través de varias pla-
taformas (Facebook, YouTube, Twitter, Instagram, TikTok, entre otros), con
mensajes, contenido y videos, multiplicando así las posibilidades de inter-
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Universitas-XX1, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 39, septiembre 2023-febrero 2024
cambio entre individuos y grupos sociales. Este fenómeno es precisamente
lo que da lugar a este nuevo signicado dado a las redes sociales.
Con el advenimiento de las redes sociales (tecnológicas), “las formas y
la frecuencia en que se comunican los seres humanos han cambiado, lo que
también ha dado lugar a una forma diferente de participación ciudadana”
(Ayala, 2014, p. 23). Las nuevas formas de interacción y participación que
las redes sociales traen consigo han originado una nueva forma de organiza-
ción comunicativa en la que las personas tienen acceso a información directa
y permanente “pero también el derecho a ser participantes de discurso públi-
co, que solo estaba restringido a una élite de poder” (Ayala, 2014, p. 24), una
circunstancia muy diferente de la observada en los días previos a las redes
sociales donde predominaban los medios tradicionales. Esto es precisamen-
te lo que abre una oportunidad extraordinaria para el uso de redes sociales
en la administración pública.
Las redes sociales deben entenderse no solo como herramientas tecnológi-
cas simples para el intercambio de mensajes, sino como medios auténticos de
comunicación, interacción y participación global (García et al., 2014, p. 36).
Redes sociales y administración pública
Las redes sociales constituyen constructos recientes que se reeren a un
fenómeno evolutivo que se transforma a gran velocidad y que es heterogé-
neo. En 2019, el 45 % de la población mundial usó redes sociales, siendo
Facebook la red social más utilizada con más de 2270 millones de usuarios
activos (Hootsuite, 2019). Estas redes han tenido un fuerte impacto no solo
en la sociedad, sino también en el sector público, debido a su impacto posi-
ble en la transparencia, la participación y la colaboración que las redes traen
consigo (Criado et al., 2013).
En relación con el campo de la nueva gestión pública, las redes sociales
presentan oportunidades para contribuir a los objetivos de esto es decir cons-
trucción de comunidad, considerando los aspectos de la transparencia, la le-
gitimidad y la participación. Las redes sociales permiten una comunicación
e interacción fácil y directa de la administración pública con otros actores
(Bonson et al., 2015). Esto se debe a que las plataformas digitales favorecen
el acercamiento del gobierno con el ciudadano debido a los espacios que crea.
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Carlos Gómez Díaz de León, Daniel Javier de la Garza-Montemayor. Redes sociales y administración pública
Otra ventana que ofrecen que las redes sociales es la desintermediación.
“Estas tecnologías causan la generación de mayores lazos horizontales entre
proveedores y destinatarios de servicios públicos” (Villorde, 2020, p. 377),
beneciando así a la administración pública con la inteligencia colectiva del
ciudadano.
Las redes sociales como fuente de datos son otra oportunidad para usarlas
como herramienta para la nueva gestión pública. Las administraciones pueden
extraer conocimiento e información de las actividades y relaciones generadas
por los ciudadanos en las diversas plataformas digitales de las redes sociales
(Mejier y Potjer, 2018). El uso de estos datos mejora la eciencia organiza-
cional, la calidad, la conanza y la legitimidad de la administración pública.
La adopción del uso de redes sociales en los procesos de administración
pública se conoce como la institucionalización de las redes sociales (Villor-
de, 2020, p. 380).
Implica la convergencia y el establecimiento de un conjunto de rutinas y pro-
cedimientos, la alineación de prácticas innovadoras como parte de la misión
y visión de la organización, así como la integración de estas plataformas di-
gitales en el paradigma tecnológico y los estándares de comunicación pública
de la organización. (Villorde, 2020 citando Mergel, p. 216)
Por lo tanto, la institucionalización debe fundamentarse en un modelo
racional y en una adecuada planeación de su implementación.
Según la complejidad de la implementación y su debida importancia,
existen ciertas estrategias para el uso de redes sociales en la administración
pública que deben considerarse para su implementación en el campo.
Cada administración utiliza redes sociales de la manera que mejor sirve
a sus objetivos y dentro de sus posibilidades en función de sus circunstan-
cias (Villorde, 2020). Algunas administraciones se basan más en explotar el
potencial de difusión de información de las redes, pero otras aprovechan las
plataformas para usos más participativos y colaborativos (Meijer y Thaens,
2013). Cualquiera sea el caso, “las redes sociales se presentan como una he-
rramienta útil invaluable” (Villorde, 2020, p. 383).
Por otro lado, Mergel (2013) clasica los usos de las redes sociales en la
administración pública en tres categorías según su función:
1. Empujar. El uso de redes sociales como canal para la difusión de in-
formación para los ciudadanos. La administración está representada
98
Universitas-XX1, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 39, septiembre 2023-febrero 2024
en las redes sociales con el objetivo principal de posicionar mensa-
jes, evitando la interacción directa con los ciudadanos.
2.
Jalar. Busca información del mismo público, por lo que alienta la
participación del usuario en sus redes. Busca interacción a pesar de
que es limitada.
3. Redes. Perseguir la generación de comunicación horizontal y conti-
nua, basada en intercambios abiertos con los usuarios.
Además de la categorización de Mergel et al. (2020), y con base en la
categorización antes mencionada, la han enriquecido al centrar el énfasis en
los usos de las redes sociales para complementar la provisión de ciertos ser-
vicios públicos y establecer transacciones sociales. Por lo tanto, los autores
(Criado y Villorde, 2020) clasican el uso de redes sociales en la adminis-
tración pública en las siguientes tres categorías:
Suministro de información. Destinado a la difusión de información
básica sobre la administración (actividades, eventos, comunicados
de prensa, etc.).
Interacción ciudadana. Las administraciones buscan la interacción
con el ciudadano estableciendo una comunicación bidireccional en
las plataformas.
Provisión de servicio público. Vinculado a la difusión de información
sobre los servicios públicos otorgados por la administración (reco-
mendaciones de salud, alertas meteorológicas, recomendaciones para
cuidar agua, llamadas a la acción, etc.).
El uso de las redes sociales como herramienta para la nueva gestión pública
de las organizaciones públicas actuales “está teniendo impactos notables en
muchos servicios y en diferentes políticas públicas” (Villorde, 2020, p. 384).
El potencial comunicativo y participativo de las redes sociales en la ad-
ministración pública se puede ver principalmente en la gestión de emergen-
cias y en atacar la información errónea que existe en las mismas redes. Di-
cho potencial de difusión es utilizado por las administraciones a su favor y,
por lo tanto, logra más fácilmente los objetivos y objetivos de la misma ad-
ministración pública hacia la sociedad.
Un catálogo de buenas prácticas en el uso de redes sociales en la admi-
nistración pública requiere considerar ciertos principios básicos:
99
Carlos Gómez Díaz de León, Daniel Javier de la Garza-Montemayor. Redes sociales y administración pública
Capacitar y educar a los empleados de la administración pública sobre
las leyes y regulaciones a seguir, así como la importancia de utilizar
las redes sociales para sus funciones; Esto para que sean conscientes
de sus limitaciones y consecuencias en sus acciones.
Publicar una política de preparación de contenido unicada en las
redes sociales y que se tenga control sobre ella.
Destaca la importancia de no asociar datos personales con datos or-
ganizacionales en las redes sociales.
Crear una estrategia para la supervisión y la vericación del cumpli-
miento y la actualización de los procesos administrativos realizados
en los medios digitales.
Como podemos advertir, las posibilidades de uso de redes sociales son un
instrumento poderoso para potenciar la mejora de la gestión pública.
Redes sociales y gobierno
Es posible reconocer cuatro diferentes etapas en lo que concierne el auge
de las redes sociales en la última década y media. En una primera instancia
tenemos las primeras manifestaciones que ocurren de manera esporádica en
la segunda parte de la década del 2000 cuando las redes sociales virtuales
comienzan a popularizarse, primero con nes lúdicos, pero más adelante se
comprueba que pueden tener una incidencia importante en la vida pública
(Loader et al., 2014; Chen y Jacobson, 2022).
Uno de los antecedentes más importantes en términos de cómo las redes
sociales fueron utilizadas para una campaña política fue desde luego la elec-
ción presidencial del 2008 en las que fueron capitalizadas por la campaña
de Barack Obama que fue todo un éxito mediático en aquel momento. Más
adelante, la aparición de Wikileaks (independiente de la valoración que se
tenga de su fundador), va a marcar un precedente importante en el periodis-
mo, porque se comprueba que los medios digitales están en la posibilidad de
disputar la narrativa de los acontecimientos a los medios tradicionales (Sa-
leh, 2013; Katz et al., 2013).
En un principio, la aparición de las redes sociales en la vida pública tuvo
un carácter disruptivo y fue utilizado principalmente para organizar y visi-
bilizar acciones de protesta. El mejor ejemplo de ello fueron los aconteci-
mientos que se conocieron como La Primavera Árabe. En el caso de Latino-
100
Universitas-XX1, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 39, septiembre 2023-febrero 2024
américa encontramos expresiones como el Invierno Chileno y el movimiento
#YoSoy132. Sin embargo, no estaba claro en ese momento si esta nueva for-
ma de implicación cívica realmente inuiría en la vida política. La primera
etapa de la aparición de las redes sociales se encuentra caracterizada por el
potencial democratizador de las mismas (Sola-Morales, 2016).
Con el paso del tiempo fue evidente que estas herramientas tecnológicas
sí podían articular diferentes expresiones sociales, tanto para actos de protesta
como en las campañas políticas. Un antecedente importante fue lo que acon-
teció en las elecciones estatales de Nuevo León en 2015, que revelaron nue-
vas posibilidades en términos de comunicación política. La segunda etapa, po
-
demos argumentar, es cuando estas herramientas terminan por ser asimiladas
por las organizaciones públicas y privadas (empresas, dependencias guberna-
mentales, partidos políticos) (Berumen Villarruel y Medellín Mendoza, 2016).
Es aquí cuando vemos un crecimiento exponencial en el uso de las re-
des sociales virtuales. No siempre el uso que se les da tiene un carácter es-
tratégico, y en muchos casos los actores políticos (así como algunas estrate-
gas de medios masivos) no alcanzan a comprender el alcance de estas. Pero
dejan de ignorarlas, y se puede argumentar, también dejan de luchar contra
una tendencia inevitable. En este momento, se deja de discutir sobre su rele-
vancia, y más bien comienza a ser clave el uso inteligente de las redes socio
digitales (De la Garza, 2020).
En algunos casos, se utilizan para medir el pulso de la opinión pública,
para comunicar decisiones administrativas o para posicionar la imagen de
una determinada fuerza política o gobernante especíco. Es un proceso que
ocurre demasiado rápido, en el segundo lustro de la década de 2010 y que
no está exento de riesgos (Stephens, 2018).
Con lo último nos referimos a la proliferación de información falsa, que
acompaña este proceso. También es evidente que las redes dan voz a actores
estridentes que no necesariamente construyen de manera positiva. La pola-
rización política que existe en la mayoría de las democracias contemporá-
neas se traslada a los medios virtuales, y en muchos casos inclusive termi-
na por agravarse. De esa manera, se aleja la posibilidad de una deliberación
pública que permite construir soluciones de manera colectiva. Esto nos lle-
va a una tercera etapa, que presenta una clara incertidumbre (Kubin y von
Sikorski, 2021).
Los efectos de las redes sociales en las democracias se vuelven inciertos,
sobre todo cuando surgen casos como el de Cambridge Analytica, que ex-
101
Carlos Gómez Díaz de León, Daniel Javier de la Garza-Montemayor. Redes sociales y administración pública
hiben la manipulación a la que pueden estar sujetas los nuevos medios. Por
otra parte, en otros casos, la comunicación entre gobernantes y gobernados
por medio del ciberespacio es más una simulación que una realidad (Isaak
y Hanna, 2018).
Pero una cuarta etapa de esta realidad se presenta en el contexto de la
pandemia. Aún con el peligro de la desinformación y de los efectos más no-
civos de esta realidad, la crisis sanitaria del Covid-19 demuestra que estamos
ante un proceso irreversible. En este caso se presenta un enorme reto ante una
realidad que cambia demasiado pronto y de la cual resulta difícil retroceder
(Gottlie y Dyer, 2020; Clement et al., 2023).
Durante el periodo de la pandemia, las contradicciones de la era de la
información tienen que coexistir: es verdad que los medios virtuales se con-
vierten en un espacio donde se difunde información falsa y donde se pro-
mueve la confrontación social. Pero también estas herramientas contribuyen
a informar a la población de los riesgos sanitarios, ayudan a que las perso-
nas puedan mantenerse en contacto en momentos de distanciamiento social
y coadyuvan a realizar labores a distancia que permiten mantener la integri-
dad física de las personas.
Hacia la conformación de una estrategia digital
en la gobernanza del siglo XXI
Como hemos apuntado antes en el presente artículo, las redes sociales en
teoría pueden ayudar a generar mejores procesos de gobernanza, pero esto
aún se encuentra en el terreno de lo posible y no necesariamente de lo real.
En otras palabras, son pocas las experiencias exitosas de administraciones
(municipales, regionales o nacionales), que hayan utilizado exitosamente la
tecnología para lograr una mayor participación ciudadana, transparencia que
genere una mejor rendición de cuentas, entre otras posibilidades (Bryer y Za-
vattaro, 2011; Perozo Martín y Chirinos Martínez, 2019).
Pero como lo demostró la pandemia del Covid-19, el aceleramiento en
la interacción digital es un proceso que resulta irreversible en el mejor de
los casos. En el presente se discute, por ejemplo, sobre las posibilidades de
la inteligencia articial y del metaverso. Las organizaciones tanto públicas
como privadas tienen ante sí un reto mayúsculo para mantenerse dentro de
una tendencia que ha cambiado la forma en que las personas interactúan,
102
Universitas-XX1, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 39, septiembre 2023-febrero 2024
asimilan el mundo a su alrededor e inclusive la manera en que se expresan
(Kemeç, 2023).
Por esa misma razón, es quizás un lugar común declarar que lo que se
requiere es un mayor uso de las herramientas digitales en las dependencias
públicas. El reto del presente es que las mismas puedan utilizarse con un ca-
rácter estratégico. Por ejemplo, la manera en que la tecnología puede per-
mitir la toma estratégica de decisiones que se encuentre orientada a ejecutar
decisiones (Maciejewski, 2017).
Cuando hablamos del Big Data, nos referimos a la capacidad de procesar
una cantidad amplia de información que nos permite realizar modelos pre-
dictivos, que pueden servir, por ejemplo, para temas de enorme importancia
como la salud y seguridad pública, la planeación estratégica de las ciudades,
la protección del medio ambiente, entre otras posibilidades (Lavertu, 2016).
Pero también representa una enorme responsabilidad por parte de las ad
-
ministraciones públicas el emplear estrategias digitales. En primera instancia,
se encuentra presente la necesidad de reforzar la ciberseguridad en momen-
tos en los que surgen nuevas formas de delinquir en estos medios. Eso exige
un compromiso con la protección a los datos personales, así como los meca-
nismos institucionales y legales que protejan los derechos fundamentales de
los ciudadanos (Davara Fernández de Marcos, 2016; Andraško et al., 2021).
Tomando en consideración que vivimos un proceso histórico que se va
a profundizar en los siguientes años, las administraciones públicas tienen el
reto de capitalizar las oportunidades que se presentan, al igual que prevenir
algunos desafíos que presenta la era de la información. En esto va a radicar
si el uso de tecnología puede derivar en fortalecer expresiones democráticas
y en fortalecer procesos de gobernanza.
Conclusiones
Como se ha señalado desde el inicio de este texto, los estudios sobre ad-
ministración pública han evolucionado en las últimas cinco décadas. Esto es
consecuencia de la propia transformación teórica como de las experiencias que
han surgido durante este tiempo. También es cierto que el estudio de los medios
de comunicación ha contado con un desarrollo importante y un importante re-
planteamiento a raíz del surgimiento de los medios digitales. En la medida en
que la era de la información ha derivado en que las herramientas virtuales sean
103
Carlos Gómez Díaz de León, Daniel Javier de la Garza-Montemayor. Redes sociales y administración pública
indispensables para los ciudadanos para mantenerse en contacto, trabajar, rea-
lizar transacciones, entre otras actividades indispensables y por otra parte las
administraciones públicas tengan ante sí el reto de construir mejores procesos
de gobernanza que les pueda brindar legitimidad existirá la necesidad de en-
contrar mejores formas de utilizar las tecnologías para lograr ese n.
Este es un proceso que se encuentra lleno de retos importantes, que no
está exento de riesgos y que tiene un carácter imprevisible, porque la misma
tecnología cambia demasiado rápido. La pandemia del Covid-19 aceleró un
proceso que podemos observar desde la década pasada, que seguramente re-
presentará un enorme reto práctico para los tomadores de decisiones dentro
de la administración pública pero también desde el ámbito la investigación
académica dentro de las Ciencias Sociales.
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