ISSN impreso: 1390-3837 / ISSN electrónico: 1390-8634, UPS-Ecuador, No. 38, marzo-agosto 2023, pp. 231-252.
https://doi.org/10.17163/uni.n38.2023.10
Individuo, sociedad y campo social. Aproximaciones
a la sociología infinitesimal de Gabriel Tarde
Individual, society and social field. Approaching Gabriel Tardes
infinitesimal sociology
Sergio Tonkonoff
Universidad de Buenos Aires/CONICET, Argentina
tonkonoff@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-9451-3151
Recibido: 30/07/2022 Revisado: 30/08/2022 Aceptado: 22/09/2022 Publicado: 01/03/2023
Resumen
Este trabajo propone reconstruir los rasgos centrales de la sociología de Gabriel Tarde, con el objetivo de
esclarecer sus conceptos de individuo, sociedad y campo social. Buscaremos mostrar que esta perspec-
tiva sociológica, elaborada a nes del siglo XIX, implica una forma de concebir lo social y sus procesos
históricos que resulta novedosa en la actualidad. Su particularidad reside en no ajustarse a las distribu-
ciones epistemológicas que dominaron las ciencias sociales hasta hoy: individualismo-holismo, micro-
macro, agencia-estructura. Apoyada en una losofía y una epistemología de la diferencia innitesimal,
esta sociología no tiene a los individuos ni a los sistemas sociales como fundamento de la vida social. Su
punto de partida esel campo de creencias y deseos inter-mentales donde los individuos, los grupos y los
sistemas sociales se hacen y se deshacen.
Palabras clave
Tarde, sociedad, individuo, campo social, sociología, creencias, deseos, propagación.
Forma sugerida de citar: Tonkonoff, S. (2023). Individuo, sociedad y campo social. Aproximacio-
nes a la sociología innitesimal de Gabriel Tarde. Universitas-XXI, 38,
pp. 231-252. https://doi.org/10.17163/uni.n38.2023.10
232
Universitas-XXI, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 38, marzo-agosto 2023
Abstract
The work proposes to reconstruct the central features of Gabriel Tarde’s sociology, with the aim of
clarifying its concepts of individual, society and social eld. We will seek to show that this sociological
perspective, elaborated at the end of the 19th century, I s still new today for it implies a particular way
of conceiving the social and its historical processes. Its peculiarity lies in not adjusting itself to the epis-
temological distributions that have dominated the social sciences until nowadays: individualism-holism,
micro-macro, agency-structure. Supported by a philosophy and epistemology of innitesimal difference,
this sociology does not have individuals or social systems as the foundation of social life. Its starting
point is a eld of inter-mental beliefs and desires where individuals, groups and social systems are made
and un-made.
Keywords
Tarde, society, individual, social eld, sociology, beliefs, desires, propagation.
Introducción
Hacia nales del siglo XIX, Tarde se propuso establecer las bases de una
ciencia de lo social que todavía hoy resulta singular. Procura formular una
serie de principios generales, conceptos teóricos y metodologías de inves-
tigación que tienen a la diferencia y al cambio como puntos de inicio, pero
también de llegada. Es decir, una ciencia que, partiendo del tumulto y de la
variedad fenoménica del mundo social, sea capaz de dar cuenta de las unida-
des, similitudes y duraciones que se encuentran en él, sin perder en el cami-
no su pluralidad, heterogeneidad y dinamismo constitutivos. Así, en lugar de
postular estructuras y sistemas que homogeneizan la diversidad volviéndola
irrelevante (totalismo), o de armar una pluralidad de individualidades que
vuelve nominal el conjunto (atomismo), se trata de encontrar una alternativa
capaz de pensar la conjunción de lo múltiple y diferente, pero sin uniformi-
zarlo. Y tan importante como eso, sin jarlo en cuadros estáticos suponiendo
que mientras hay permanencia no hay cambios y viceversa.
De acuerdo con Tarde, el marco intelectual que permitirá esta proeza es
el pensamiento de la diferencia innitesimal y sus composiciones. El desa-
233
Sergio Tonkonoff. Individuo, sociedad y campo social. Aproximaciones a la sociología innitesimal de Gabriel Tarde
rrollo de esta perspectiva se ubica en la estela losóca de Leibniz y de una
epistemología orientada por analogías tomadas del cálculo diferencial e in-
tegral. Perspectiva entonces (neo) monadología e innitista, capaz de produ-
cir una “revolución tranquila” en las ciencias sociales, por cuanto conduce a
descubrir que la variedad, la uctuación y la incompletud son los caracteres
primarios de la realidad social. Y lo mismo vale para el ámbito al que llama-
mos subjetivo o individual —así como con el resto de la naturaleza. Se trata,
entonces, de producir conceptos y métodos que den cuenta del “pintoresquis-
mo” de lo social como un rasgo suyo fundamental, en lugar de considerarlo
una apariencia a disipar, como una bruma que cubre su realidad, en el fondo
nítida, estable y denida. Esta revolución comienza cuando se identica “la
esencia y el n de todo ser con su diferencia característica” (Tarde 1895a,
p.416), y se caracteriza a esa diferencia como innitesimal. Es decir, como
diminuta, constantemente variable o moviente, y necesariamente tramada
en relación con una multitud de otras diferencias del mismo tipo. Pero este
es solo el primer movimiento puesto que las diferencias innitesimales son
pasibles de integrarse en conjuntos o, si se quiere, sistemas (relativamente)
duraderos, homogéneos y unitarios. La revolución se completa, entonces,
cuando se logra conceptualizar a esos conjuntos o sistemas como unidades
incompletas, homogeneidades parciales y duraciones variantes.
Se ve que ni la noción de sociedad, con su carga totalizante, ni la noción
de individuo con su sesgo corpuscular, son del todo apropiadas para una so-
ciología así. Tampoco lo son las nociones de estructura, sistema, mecanismo
y agregado, ni sus metáforas respectivas: el edicio, el organismo, la máqui-
na y el conjunto. Para llevar a cabo su programa, Tarde formuló una sintaxis
apoyada en un número relativamente reducido de conceptos que buscaban ser
alternativos a estas perspectivas clásicas. Por un lado, propuso a la imitación,
la invención y la oposición como llaves de una aproximación diferencial al
campo social (otro concepto clave). Conguran el dominio de una sociolo-
gía diferencial o de las diferencias y variaciones, orientada al estudio de la
repetición, la interferencia y la conjugación de creencias y deseos como he-
chos sociales “elementales, innumerables e innitesimales” (Tarde, 1898, p.
35). Por otro lado, desarrolló una lógica y una teleología sociales para com-
prender las composiciones (o sistemas) que se originan y reproducen en ese
mismo campo —una sociología integral o de las integraciones.
En este trance, Tarde recurre a las metáforas hidráulicas, electro-magnéti-
cas y epidemiológicas que son características de su lenguaje teórico. Elabora
234
Universitas-XXI, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 38, marzo-agosto 2023
el importante concepto de ujo, corriente o rayo social, y busca dar cuenta
de la vida social y sus vicisitudes en términos de una enorme multiplicidad
(un campo) de vibraciones, contagios o propagaciones imitativas, que se
despliegan tanto como se entrelazan y se combaten entre sí. También utili-
za, con los mismos nes, metáforas textiles (los hilos y tramas), y musicales
(los ensambles y su polifonía), junto con otras guras relativas al mundo de
la mimesis (los espejos y los ecos) y de los sueños (el sonambulismo). La
mayoría de estas imágenes pertenecen a la tradición barroca, y Tarde las re-
crea para convertirlas en medios de aprehensión, descripción y (micro) aná-
lisis del mundo socio-histórico y subjetivo. A ellas se suma lo que quizá sea
su aporte más original y promisorio a este respecto: la metáfora del cerebro
como modelo general de lo social entendido como la integral de una multitud
inmensa de agentes microscópicos, diferentes y “dirientes” entrelazados.
Todo esto no hará desaparecer las nociones de individuo y sociedad —
tampoco la noción de sistema. Estos conceptos, sin embargo, quedarán sen-
siblemente reformulados conforme se avance hacia una comprensión inni-
tesimal de la vida social, lo cual requiere una serie de movimientos sucesivos.
Primero, debe realizarse una crítica a los modelos cientícos totalistas al hilo
de una revalorización del pintoresquismo fenoménico de lo social, la exube-
rancia de su variedad, sus detalles y singularidades, la profusión de sus acci-
dentes y sus variaciones. Una vez adquirida esta sensibilidad para lo caótico,
es preciso avanzar desde esa masa hormigueante de fenómenos hacia los in-
dividuos tomados en sus relaciones y prácticas socio-históricas especícas.
Esto hará visibles una serie de semejanzas, regularidades y asociaciones que
podrán abordarse a partir de la doble hipótesis sociológica de la imitación y
la invención, sin necesidad de suponer macro-entidades que las expliquen.
De cerca podrá verse que las concordancias entre individuos diferentes y la
organización de sus relaciones recíprocas no dependen de un espíritu objeti-
vo, modo de producción o conciencia colectiva que las trasciende y las eng-
loba. Sucede, en realidad, que cierta forma de hacer, sentir o pensar surge en
un individuo determinado, en un momento y lugar precisos, y desde allí se
propaga repitiéndose de un individuo a otro, asociándolos y asemejándolos.
Si se detuviera allí, se trataría de una sociología individualista, y mu-
chos así lo han creído, entre ellos Durkheim (1975), Blondel (1928) y Lukes
(1968). Pero este registro micro-sociológico de las relaciones entre indivi-
duos, aunque imprescindible, resulta todavía muy insuciente. Tarde entien-
de, en efecto, que hay algo como una realidad social, y que los individuos
235
Sergio Tonkonoff. Individuo, sociedad y campo social. Aproximaciones a la sociología innitesimal de Gabriel Tarde
son su consecuencia antes que su causa. Sostendrá que esta realidad es de
orden estrictamente psíquico, y que se encuentra en el interior de los indivi-
duos porque “pasa” por ellos, los atraviesa, en forma de múltiples (micro)
corrientes de opinión, fe, pasión, verdad y necesidad. Lo social no es, pues,
psicológico sino “inter-psicológico” o “inter-mental”. Está congurado por
una multitud de ideas, intereses, necesidades y credos compartidos que pro-
ducen a los individuos como conguraciones multilineales complejas, va-
riables y entrelazadas. Un mar de ujos psicosociales en el que toda subje-
tividad se constituye, se transforma y se destituye. Y lo mismo ocurre con
los grupos de todos los tamaños y con las instituciones o sistemas sociales.
Por eso, Tarde (1895, p. 34) dirá que la sociología es el “microscopio solar
del alma”. Tal dispositivo cientíco comienza sus investigaciones por estos o
aquellos individuos concretos, sus creencias, deseos y prácticas especícas,
pero no encuentra allí elementos psicológicos últimos y privados. Anan-
do la mirada, hallará un haz de rayos u ondas sociales diminutos, cada uno
de los cuales ha partido de un foco de irradiación singular pero socialmente
congurado (un individuo), llegando a formar líneas de relación de escalas
locales, regionales y planetarias. Micro-mega, tal es la paradójica dimensión
de lo social, su medida y también su estatuto.
De la sociedad a los individuos
La noción de sociedad resulta un obstáculo epistemológico de primer orden
para una perspectiva innitesimal de lo social. Al menos cuando viene lastrada de
connotaciones totalistas y presupuestos macro-sociológicos. La sociedad en tanto
entidad única, centrada, distinta de los individuos, bien denida en sus límites,
separada de las demás casi tanto como de la naturaleza, carece de existencia en
la visión de Tarde. Y lo mismo vale para la historia social, entendida como un
proceso de tendencia única. Lo que Tarde tiene en mente cuando rechaza estas
alternativas es, ante todo, la losofía social y la teoría de la historia de Hegel, la
visión de la sociedad y de la economía de Marx, tanto como las sociologías de
Comte, Spencer, Worms y Durkheim. Pero, de aceptarse sus premisas, sus crí-
ticas resultarán válidas para cualquier holismo macro-sociológico, incluyendo
los funcionalismos, los estructuralismos y los sistemismos del siglo XX.
Todas estas perspectivas trabajan alejándose del nivel de la interacción
inmediata entre los individuos y observan a los conjuntos sociales desde muy
236
Universitas-XXI, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 38, marzo-agosto 2023
lejos. A gran distancia, tras el bullicio multiforme de la vida social cotidiana,
ven dibujarse en ligrana unas (pocas) estructuras o sistemas de gran alcan-
ce, que, además, se encuentran fuertemente coordinadas entre sí. Perspectivas
telescópicas, entonces, para las cuales el verdadero objeto de estudio es la so-
ciedad entendida como una gran asociación. Una entidad centrada y de límites
claros, que involucra a un gran número de personas, procesos y recursos, y
cuya referencia implícita es el Estado-nación moderno. Unas ciencias sociales
así solo conocen el Mercado, el Estado, las ideologías, la religión o el lengua-
je como estructuras o sistemas homogéneos y de gran consistencia interna.
Tarde entiende que estos puntos de vista, a los que llama panorámicos,
conducen a tratar en bloque la multitud de asociaciones, las regularidades y
las semejanzas (lingüísticas, religiosas, morales, económicas o de otro tipo),
que efectivamente conguran el mundo social. Cree también que tienden a
sustancializarlas por cuanto las remiten a una entidad (el sistema totalizan-
te) que de algún modo preexiste y condiciona estas relaciones, cuando no
las determina. De manera que la utilización de estos sustantivos globales —
el Estado, el Mercado, la nación, etc.— oculta lo que es preciso descubrir.
A saber, la variada multiplicidad de procesos de los que está hecha cada una
de esas asociaciones, así como la génesis diferencial por la que ha tenido lu-
gar, y las mutaciones que constantemente transforman su conguración. Una
aproximación más detallada al campo social mostrará, ante todo, que allí no
hay nada como la economía, la religión o la ciencia en abstracto, tampoco
en unicidad ni en exclusividad. Así, por ejemplo, en cualquier espacio so-
cial, por homogéneo que parezca, siempre se encontrará determinado tipo
de dogmas y ritos religiosos practicados por determinados individuos, que
existen al lado de (o en conicto con) otras prácticas religiosas, poseedoras
de unas características, una génesis y una evolución diferentes a las prime-
ras. Esto no pasaría de ser una observación trivial si no fuera porque Tarde
la generaliza como principio teórico-metodológico clave. Todo lo que es so-
cial es plural y especíco, lo social nunca existe como organización unitaria,
tampoco existe en general o en abstracto. Y lo mismo sucede con todas las
demás prácticas que pueblan ese mismo espacio en ese mismo momento: el
gobierno, la producción, el derecho, la ciencia, el arte, la familia, etc. Estos
términos solo pueden designar formas de hacer, sentir y pensar colectivas y
especícas, cada una de las cuales asume siempre una modalidad caracte-
rística y, por muy extendida que se encuentre, siempre coexiste con otras de
su misma clase.
237
Sergio Tonkonoff. Individuo, sociedad y campo social. Aproximaciones a la sociología innitesimal de Gabriel Tarde
Estas prácticas, bien pueden ser minoritarias, pero están lejos de ser irre-
levantes. Y ello no solo por razones éticas, sino también sociológicas. Tener
por insignicantes prácticas llevadas adelante por pocos individuos —y no
se diga por uno solo— es un prejuicio próximo al etnocentrismo y la intole-
rancia. Pero es también un error epistemológico (y político) puesto que des-
conoce que toda práctica social, por diminuta que sea, está siempre en rela-
ción con otras a las que afecta, por poco que sea, y por las que es afectada a
su vez. Semejante prejuicio macro-sociológico desconoce, además, que las
dinámicas socio-históricas no se rigen por las leyes de la mecánica según las
cuales solo grandes causas producen grandes efectos. Conduce, por último, a
analizar las sociedades, sus instituciones y sus mayorías como si nacieran he-
chas. La clave, al menos para Tarde, es que lo contrario es cierto: toda minoría
puede ser el germen de mayorías futuras, no importa cuán bizarras parezcan
hoy sus prácticas sociales, y todo lo importante en la historia ha comenzado
ya no en un grupo minoritario sino en un individuo singular.
Sucede que aquello que llamamos práctica social, también proceso o in-
teracción social, tiene una denición precisa en la sociología de Tarde. Se
trata de la imitación de una invención —o, dicho en su lenguaje losóco, de
la repetición de una diferencia. Todas las prácticas sociales que nos empeña-
mos en sustantivar (el trabajo, la familia, la economía, el arte, la ciencia) no
son otra cosa más que una “acumulación de acciones calcadas unas sobre las
otras” (Tarde, 1882, p.272), una multitud de copias especícas, sistemática-
mente repetidas por un número determinado, aunque variable, de personas.
De modo que aquí todo lo que es social sucede entre individuos, pero tiene,
además, su fuente en un individuo concreto. Es allí donde debe buscarse el
comienzo, siempre ínmo y relativo, de las cosas sociales, cualquiera sea el
tamaño que hayan alcanzado a la hora de investigarlas. La religión cristiana,
budista o mahometana, la ideología marxista, la geometría euclidiana, la ley
de gravitación de Newton, el panóptico de Bentham, la línea de producción
fordista, son invenciones que llevan visibles los nombres de sus creadores.
Se trata de innovaciones surgidas cada una en un campo especíco, en luga-
res y fechas determinadas, producidas por individuos particulares, que luego
se propagaron imitativamente, enlazando a su paso a los individuos que las
incorporaron y las repitieron. Lo mismo sucede con las innúmeras invencio-
nes, grandes o pequeñas, que no transportan consigo la rma de autor, pero
no porque sean el producto de entidades generales como una sociedad, una
cultura o una época, sino porque su inventor fue olvidado o se lo ignora.
238
Universitas-XXI, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 38, marzo-agosto 2023
De esto resulta una primera denición de lo que es un grupo social —o
si se quiere una sociedad– cualquiera sea su escala: se trata de una “organi-
zación de la imitatividad” (Tarde, 1890, p.91). Es decir, de una asociación
tejida por la imitación de ciertas formas de hacer, sentir y pensar, que, re-
petidas regularmente por cierto número de individuos, producen semejan-
zas especícas entre ellos. Resulta también que aquello que se repite orga-
nizando las relaciones sociales, no es otra cosa que una invención (moral,
religiosa, jurídica, técnica, cientíca o culinaria), producida cierta vez por
cierto individuo, que luego se ramicó en series imitativas del más diverso
alcance. Para comprender esto, es preciso subrayar que Tarde da un sentido
muy amplio al concepto de invención, aunque no por ello impreciso. Con-
sidera de este modo:
Todas las iniciativas renovadoras que, aportando al mundo a la vez nuevas
necesidades y nuevas satisfacciones, se propagan o tienden a propagarse por
imitación (…), más o menos rápidamente, pero con un paso regular, al modo
de una onda luminosa o de una familia de termitas. (Tarde, 1882, p. 271)
Todo esto es lo que está en juego cuando Tarde arma que todo lo social
es individual, y, también, que todo lo social es accidental. O, lo que es igual,
que el curso de las dinámicas sociales es siempre azaroso, y que la historia
humana resulta, siempre y constitutivamente, imprevisible. La contingencia
reina sobre la vida social, precisamente porque las conguraciones y los sen-
tidos que ella asume dependen del azar de las invenciones y del azar de las
repeticiones. Tarde entiende que el descubrimiento de una innovación, del
tipo que sea, puede tener lugar en cualquier individuo, incluso, de manera
no intencional. Pero aun en quienes la busquen de manera tenaz y calicada,
esto puede suceder o no. Su carácter contingente es, pues, irreductible. Por
otro lado, incluso cuando las repeticiones se conviertan en hábitos y costum-
bres, solidicándose y adquiriendo así una enorme fuerza inercial, también
pueden interrumpirse, su re-producción individual en todo momento, y ser
reemplazadas por otras o por ninguna. De igual modo esto dependerá del azar
de los encuentros sociales puesto que cada quien está expuesto a innúmeras
invenciones que pueden modicar sus comportamientos, sus emociones y/o
pensamientos, volviéndose hábitos y costumbres nuevas.
Todo ello hace que cada individuo sea extraordinariamente importante
para la vida social en su devenir histórico. Si lo que llamamos instituciones
o sistemas sociales no son otra cosa que repeticiones multiplicadas y regu-
239
Sergio Tonkonoff. Individuo, sociedad y campo social. Aproximaciones a la sociología innitesimal de Gabriel Tarde
lares, y si no existe algo (conciencia colectiva, espíritu absoluto o modo de
producción) que pueda sostenerlas más allá de esas repeticiones individuales,
entonces, en cada individuo estos sistemas pueden re-producirse o no. Cada
individuo se convierte, de este modo, en la posibilidad de una transforma-
ción en el curso histórico de los sistemas a los que re-produce, pudiendo, in-
cluso, ser la ocasión de su disolución. En cada persona, los sistemas sociales
varían innitesimalmente puesto que nadie los repite de manera idéntica. Y,
tan importante como eso, en cada quien puede producirse una invención que
ocie como el comienzo de una serie imitativa distinta, modicando matrices
de relación con los demás y con uno mismo, vigentes, a veces, por periodos
muy prolongados. Así, Leibniz en la losofía y la matemática, Lutero en la
religión, Picasso en el arte, pero también el primer campesino que negó el
saludo a su señor feudal, o la primera mujer que ingresó a una universidad.
De los puntos a las líneas
Se ve el valor doble que el individuo tiene en la perspectiva innitesimal
de Tarde. Por un lado, se le asigna un rol sociológico capital. Todo lo que es
social pasa en y entre individuos, por lo que poseen un papel sociohistórico
fundamental. Ya no podrá armarse que sin este o aquel individuo las cosas
hubieran sido iguales en términos generales. Ante todo, porque las cosas nun-
ca son en general: hay que decir porqué fueron de ese modo y no de otro, y
en ello cada individuo cuenta. Y esto no solo en los casos en que “grandes
individuos” toman grandes decisiones (César cruzando el Rubicón, es aquí
el modelo). Toda acción, idea o pasión puede tener consecuencias incalcu-
lables dado el carácter imitativo de las relaciones sociales. Por otro lado, en
términos metodológicos, el individuo resulta una vía de acceso privilegiada
al análisis socio-histórico, precisamente porque cumple en evitar el recurso
a términos generales y obliga a dar cuenta de las redes de relaciones espe-
cícas en las que se haya inscripto. Es entonces un antídoto contra las rei-
caciones macro-sociológicas. Si la reicación es la acción de convertir algo
en cosa, Tarde ve funcionado esta operación en la comprensión de lo social
como conciencia colectiva (Durkheim), como sistema organísmico (Spen-
cer) o como totalidad dialéctica (sea hegeliana o marxista). A sus ojos, estas
macro perspectivas se revelan sustancialistas por cuanto postulan entidades
que comandan desde lo alto o lo profundo las relaciones entre los individuos.
240
Universitas-XXI, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 38, marzo-agosto 2023
Frente a ello reivindica, como vimos, una sociología acontecimental en la
que el individuo tiene un rol fundamental. Sabe, sin embargo, que el indivi-
duo también puede ser una reicación —esta vez, atomista. El iusnaturalismo
de Hobbes, Locke o Rousseau y la economía política de Smith y Ricardo, le
parecen ejemplos notables a este respecto. Rechazando toda entidad supra-
individual, desagregando lo social en interacciones entre personas concre-
tas, estos micro-reduccionismos clásicos, siguen, en principio, una dirección
adecuada. Con todo, su aproximación no es lo sucientemente innitesimal
porque no terminan de dar cuenta de las relaciones (sociales) que constitu-
yen a los individuos mismos. El individualismo metodológico es una visión
todavía panorámica de lo social puesto que ofrece una perspectiva corpus-
cular que toma a los individuos como totalidades separadas, homogéneas y
estables. Y es también todavía sustancialista puesto que los tiene por los ele-
mentos últimos, “building bricks” de lo social.
Tarde entiende que, acercándonos más veremos que en lugar de preceder
y producir las relaciones sociales, el individuo es uno de sus resultados ma-
yores. Ello no nos devuelve, sin embargo, al postulado de la prioridad de la
sociedad y sus macro-estructuras —ante todo, porque no existiría tal cosa.
Tarde comparte con Marx, Comte, Durkheim y tantos más, la armación de
Bonald según la cual es “la sociedad la que constituye al hombre, es decir,
lo forma por la educación social” (citado por Lukes, 1968, p.119). Pero el
problema reside en saber qué es la sociedad en cuestión, tanto como en de-
terminar los mecanismos especícos de esa formación, sus modalidades e
incluso su duración. De acuerdo con Tarde, la clave de ambos asuntos se en-
cuentra, ante todo, en el concepto de imitación. Sostiene que es este el me-
canismo mayor de formación de las subjetividades, a la vez que el modo de
producción de los grupos humanos. En ambos casos, es también la razón de
la permanencia en el tiempo, estructurada pero variable, de ambos. Es decir,
de aquello que, desde lejos, suele verse como su identidad.
Lo primero que hay que subrayar aquí es que, cuando Tarde habla de
imitación, no hace referencia a la actividad de un individuo solo que, desde
la interioridad de sus facultades, copia a otros, al modo de un sujeto frente a
un objeto. Más bien, la imitación es la relación social en la que se constituye
la subjetividad en tanto conguración psíquica de coherencia y determina-
ción relativas. “No se nace, sino que se deviene semejante” sostiene Tarde
(1890, p. 92), y este devenir semejante con uno mismo solo puede producirse
reejándose en los demás y asemejándose a ellos. Tales relaciones especu-
241
Sergio Tonkonoff. Individuo, sociedad y campo social. Aproximaciones a la sociología innitesimal de Gabriel Tarde
lares ocurren, la mayoría de las veces, no solo de manera inconsciente, sino
también invertida, como buen espejo: “no tener más que ideas sugeridas y
creerlas espontáneas: tal es la ilusión propia de un sonámbulo, y también del
hombre social” (Tarde, 1890, p.98). Y lo que vale para las ideas, vale tam-
bién para los sentimientos, los gustos y los disgustos. Somos, para Tarde, un
plexo de reejos o ecos de los más diversos actos, palabras, gestos y estados
que otros nos transmiten, queriéndolo o no, y que reproducimos, variándolos
siempre en cierto grado: espejos vivientes e imperfectos.
Esta inuencia social formativa de la subjetividad no cesa en la edad
adulta, tampoco se modica entonces su carácter mimético. Desde que na-
cemos hasta que morimos copiamos acciones, pensamientos y sentimientos
de otros, a los que interiorizamos como memoria, transformamos en juicio y
voluntad, y ponemos en práctica como hábitos. Estas relaciones miméticas
no se limitan pues a un periodo psicogenético (la niñez), ni a una institución
determinada (la familia, la escuela). Todo es pedagógico, todo el tiempo, para
los individuos-espejo, o mejor, para los individuos-caleidoscopio. La mime-
sis permanente tampoco se reduce solo a las interacciones cara a cara, ni se
limita al presente. Es una “acción a distancia” —a veces muy larga en tiempo
y espacio. Se copia todo lo habiendo sido producido por individuos próximos
y lejanos, conocidos y desconocidos, en las más diversas épocas y geografías,
llega hasta nosotros a través de una serie de individuos que lo han repetido.
Con esto se agrega algo de mayor importancia: la imitación constituye un
tipo de relación que puede caracterizarse como lineal o, mejor, como micro-
lineal. Se trata de una acción “inter-mental” o “inter-psicológica” que fun-
ciona enlazando a quienes la protagonizan, produciendo cierta continuidad
entre ellos. En ella, los individuos se entre-reejan y se entre-penetran, las
más de las veces de modo imperceptible. Es, además, una forma de comuni-
cación contagiosa, que se propaga de un individuo a otro con velocidad, in-
tensidad y extensión variables. De allí que uno de los conceptos más propios
e importantes de esta sociología sea el de corriente, ujo o rayo imitativo.
Se ve que esta manera de referir a lo social tiene algo de engorrosa y algo
de desconcertante. Por un lado, se orienta a identicar cada invención y cada
serie imitativa, y, si fuera posible, cada inventor e, incluso, cada imitador.
1
1 Por eso Latour arma que los instrumentos estadísticos y metodológicos que Tarde soñó, y que son
necesarios para llevar adelante su sociología, llegaron con internet, ya que permiten rastrear exacta-
mente “cualquier rumor, cualquier noticia, cualquier dato, cualquier compra y venta”. El conjunto de
242
Universitas-XXI, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 38, marzo-agosto 2023
Por otro, y al mismo tiempo, utiliza los conceptos continuistas de corriente,
ujo o rayo social. El trabajo de enumeración se revelará imprescindible y
el desconcierto podrá atemperarse al comprender que este estilo (barroco)
depende de una sintaxis (neo-monadológica) que lo solicita. Esta sintaxis
establece que las relaciones —las líneas— preceden y constituyen a los tér-
minos —los puntos—, con lo cual todo punto es el resultado de una inter-
sección de líneas. Sostiene, además, que esos términos nunca son simples,
aislados, ni neutros, precisamente porque están hechos de una legión de rela-
ciones lineales especícas. Pero tampoco son pasivos puesto que en ellos se
producen alteraciones capaces de interrumpir y, sobre todo, de modicar el
curso de las líneas que los atraviesan —lo que puede tener repercusiones de
lo más impredecibles y bastas dada la conexión universal de todas las cosas.
La sociología innitesimal debe ser entonces necesariamente micro-históri-
ca, detallista y diferencial, tanto como ampliamente cartográca, universa-
lista e integral. De allí las largas enumeraciones a las que Tarde se entrega
a veces, puntillosas, pero no puntualistas, y los amplios períodos históricos
que necesita recorrer, aunque más no sea de modo alusivo o somero. De allí,
también, la aparentemente extraña operación de valorizar los ujos sociales
continuos y los individuos a la vez.
Lo social como madeja, el individuo como ovillo
Lo anterior nos conduce a introducir otro concepto, imprescindible en la
sintaxis de esta sociología innitesimal, aunque tal vez sub-teorizado: el cam-
po social. Como vimos, aquí la sociedad no podría formar a los individuos
puesto que la sociedad no existe ni en general ni en unicidad. Lo que habría,
más bien, sería un campo ondulatorio y plural. Un campo hecho de una in-
mensa multitud de rayos miméticos diversos, cuyas fuentes son las innúme-
ras invenciones desde donde se propagan, siguiendo direcciones especícas
y portando modos de subjetivación y de asociación que le son propios. Lejos
de constituir una totalidad homogénea (la sociedad) y de estar compuesto de
subsistemas globales (la economía, la cultura, etc.), este campo está tejido,
entonces, por una multitud detallada de imitaciones que, repitiéndose de un
dispositivos y técnicas que, de modo genérico, hoy llamamos big data, “está rastreando, ante nuestros
ojos, justo el tipo de datos que Tarde habría aclamado” (Latour, 2010, p. 160).
243
Sergio Tonkonoff. Individuo, sociedad y campo social. Aproximaciones a la sociología innitesimal de Gabriel Tarde
individuo a otro, forman ujos especícos: corrientes morales, religiosas,
económicas, jurídicas, cientícas, culinarias, familiares, sexuales, etc. Y cada
una de ellas es socio-históricamente singular. Lo que aquí quiere decir que
poseen orígenes geográcos y temporales distintos, y que transportan modos
de relación, comprensión y sensibilidad (mundos) diferentes. También signi-
ca que corren a ritmos desiguales, poseen intensidades disímiles y alcanzan
escalas geográcas y temporales variadas.
Así, lo que a distancia macroscópica aparece como un bloque (la socie-
dad), solicitando tratamientos sistémicos y sincrónicos, queda deshebrado
a la vez que se historiza, pero multiplicándose y particularizándose en una
multitud de tramas históricas heterogéneas (el campo social). Todo y cada
cosa social —ideas, emociones, actos, relaciones, instituciones y artefactos
—se transforma ahora en una creación especíca entre millares, que se di-
funde transportando su genealogía diferencial y su dinámica característica.
Cada forma de hacer, sentir y pensar, lo mismo que cada objeto socialmen-
te circulante, posee así su fuerza interna, su nalidad y su lógica distintivas.
Pero esto no es todo. Cada quien, en su aparente uniformidad y consisten-
cia, se muestra hecho de una miríada de corrientes imitativas procedentes
de las más diversas fuentes, y dirigidas hacia las más diversas direcciones.
Y, por lo mismo, cada quien se encuentra siempre íntimamente comunicado
con una multitud de seres humanos, vivos y muertos, hechos de igual ma-
nera. Pero, entonces, lo que por mantener una referencia tradicional puede
seguir llamándose individuo, no es simple, indivisible y separado en ningún
sentido. A escala innitesimal se revela más bien como la integración, nun-
ca demasiado coherente, de fuerzas sociales que lo conguran y lo exceden.
Una consecuencia de lo anterior es que lo imitable y lo imitado nunca es
un individuo en tanto tal, un individuo entero, puesto que no habría tal cosa.
Lejos de estructurarse como una totalidad cabalmente denida, toda subje-
tividad funciona como la conguración abierta y variable —la integral— de
innumerables imitaciones dinámicas. Y ello vale tanto para quien copia como
para quien es copiado. Pero, además, nunca se imita de modo global, sino
en detalle. Se copian y se transmiten modelos. Esto es, formas de acción, in-
telección y/o afectación siempre especícas, y más o menos precisas. Eso,
y no otra cosa, son las invenciones imitadas vistas de cerca y en su funcio-
namiento sociológico. Por eso, cuando Tarde se reere a ellas en el contex-
to de su difusión, las llama moldes, clichés o, más sencillamente, ejemplos
(bien podría haberlas denominado algoritmos, e incluso información). Así,
244
Universitas-XXI, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 38, marzo-agosto 2023
no se copia ni se propaga el trabajo en general, sino, por ejemplo, “el arte de
tallar el sílex, de domesticar el perro, de fabricar un arco, (…) de fermentar
el pan, de trabajar el bronce, de extraer el hierro, etc.” (Tarde, 1890, p.47).
Y lo mismo vale para las formas, siempre sociales, del amor o la amistad, la
alimentación, el vestido, el arte, la ciencia, etc. Son estos modelos detallados
los que, replicándose e interiorizándose, producen auto-semejanzas (indivi-
duos) y, propagándose, dan lugar a las asociaciones (grupos, sociedades), así
como a regularidades en determinadas formas de hacer, sentir y pensar com-
partidas (sistemas o instituciones sociales).
Cada individuo participa a la vez de distintos tipos de líneas de relación,
pero ninguno participa (directamente) de todas las que existen. Y, más im-
portante todavía, cada uno forma parte simultáneamente de distintos agru-
pamientos, lo que implica que es portador regular de prácticas, pensamien-
tos y sentimientos que, vistos de cerca, nunca son muy concordantes entre
sí. De modo que alguien puede ser considerado, y considerarse, escocés e
inglés al mismo tiempo, practicar el catolicismo y no rechazar el aborto ni
las drogas, sostener perspectivas machistas y feministas en distintos temas
y en distintos grados, apoyar políticas migratorias racistas y recetas econó-
micas neo-keynesianas. Quienes tengan pasión por la coherencia sistémica
verán en esto inconsistencias mentales y/o contradicciones propias de agita-
dos tiempos postradicionales (modernos y posmodernos). Por su parte, Tar-
de arma que el principio de tercero excluido no es el operador principal de
las articulaciones sociales ni subjetivas, y que la ajustada coherencia de los
valores colectivos no existe en la modernidad, pero tampoco existió antes ni
vendrá después. Dado el carácter multilineal y poligenético del campo so-
cial, ningún sistema que allí se congure podrá ser por completo coherente,
cerrado, estable ni de evolución uni-lineal. Esto constituye, entre otras co-
sas, una invitación a repensar la narrativa dominante, dentro y fuera de las
ciencias sociales, según la cual todo tiempo pasado fue orgánico, bien cohe-
sionado y homogéneo.
Todo campo social está tejido por incontables repeticiones innitesimales
de inúmeras invenciones pasadas y presentes, que se propagan a la vez en dis-
tintas direcciones y con diversos alcances. Por eso, es preciso concebirlo como
un espeso entrecruzamiento de radiaciones imitativas entre las cuales se pro-
ducen innumerables interferencias, tanto conictivas como creativas. Lo que
obliga a describir a la historia social, no como un drama único desarrollado en
etapas progresivas, sino como “esa enredada madeja, o más bien, esa mezcla
245
Sergio Tonkonoff. Individuo, sociedad y campo social. Aproximaciones a la sociología innitesimal de Gabriel Tarde
confusa de madejas multicolores” (Tarde, 1898a, p.61) que se despliega según
diversas temporalidades. Esta “confusión” procede de la falta de dirección única
y de la superabundancia de esas radiaciones en un mismo campo social. Pero
importa señalar que las radiaciones mismas no tienen por qué ser confusas, y
habitualmente no lo son (transportan modelos precisos). Importa, además, su-
brayar que, en ese maremágnum socio-histórico de diferencias dinámicas, tie-
nen efectivamente lugar conguraciones sociales y subjetivas duraderas. Solo
que las mismas no son el producto de sistemas organísmicos o dialécticos, sino
que surgen como integraciones más o menos coherentes de relaciones variables
y heterogéneas. O, si se quiere, como ensambles (barrocos).
La notable plasticidad de estas integraciones, tanto como el poder asociati-
vo y subjetivante de los ujos que las componen, proceden del particular mate-
rial del cual están tejidos: las creencias y los deseos. De hecho, es allí donde se
ubica el nivel más propio de lo social. Ellos son los verdaderos componentes y
los verdaderos agentes de la vida social —son su fuerza y su sustancia, dirá Tar-
de (1890). Es el dinamismo inextinguible de estas fuerzas microscópicas lo que
otorga una materialidad impalpable a lo social; son ellas la fuente de su capaci-
dad generativa sin límites, tanto como de su sorprendente capacidad de contagio.
Las creencias y los deseos como fuerzas sociales innitesimales
Hay aquí un último desplazamiento micro-analítico que no desmiente ni
relativiza lo expuesto hasta ahora, sino que, más bien, lo especíca a la vez
que lo amplia inmensamente. Sucede que los modelos sociales inventados e
imitados están compuestos de elementos psíquicos —tal cosa son las creen-
cias y los deseos. Pero, también en esto, es preciso resistir el retorno del ato-
mismo, una costumbre que a cada paso se obstina en reinstalar el imaginario
de las partículas. Las creencias y deseos en cuestión son ciertamente fuerzas
psíquicas, mas no por ello deben entenderse como simplemente internas o sub-
jetivas —y mucho menos como puntiformes y separadas. Se trata, más bien,
de elementos micro-lineales, diminutos, pero innitamente complejos, entre-
lazados en un continuum intensivo. Es decir, son estrictamente innitesimales.
Tarde (1894, p.240) sostiene una concepción de la psiquis según la cual
creencias, deseos y sensaciones son “los únicos elementos del alma”. Todos
los procesos subjetivos estarían entonces hechos de estos tres componentes
básicos y sus combinaciones. En el orden de las primeras, incluye a las ideas,
246
Universitas-XXI, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 38, marzo-agosto 2023
los principios, los preceptos y los juicios; en el registro de los segundos, en-
cuentra a las pasiones, los intereses, los propósitos y los proyectos. Estas se
maniestan como fe, convicción o razonamiento; aquellos, como voluntad,
inclinación o intención. En cuanto a las sensaciones, Tarde dirá que son im-
presiones cualitativas, únicas e irreproducibles, que extraen su valor propia-
mente psicológico de las creencias y deseos que les dan sentido y valor. De
modo que las sensaciones en tanto tales son fundamentalmente efímeras, y
cambian de un individuo a otro, mientras que la capacidad de desear y creer
“es la misma en todos”. Y ello porque todos los cuerpos humanos poseerían
la misma facultad creyente y deseante, y su vida psíquica funcionaría según
las mismas operaciones básicas. A saber, la armación y la negación cuan-
do se trata de creencias; la atracción y la repulsión en el caso de los deseos.
Cada una de estas operaciones está sujeta a grados de intensidad variables,
existiendo un continuo entre ambos extremos.
Por lo mismo, la vida psíquica está hecha de claroscuros, y puede ha-
blarse perfectamente de semi-creencias y semi-deseos. En la estela de Lei-
bniz, Maine de Biran y Cournot, aquí se concibe a las ideas, las pasiones y
las percepciones como repartidas en una línea que va de la claridad y distin-
ción a la confusión y oscuridad, pasando por una innita gama de grises. Se
arma, además, que de ellas se posee distintos grados de conciencia, y que
las hay inconscientes. Pero en todos los casos se trata, al menos para Tarde,
de condiciones reversibles: las ideas, las inclinaciones, los intereses que nos
habitan pueden pasar, por grados y sin solución de continuidad, de un estado
consciente a uno inconsciente —y viceversa. Lo mismo vale para la claridad
y la distinción de sus contenidos, tanto como para el signo de su dinámica.
Es decir que la atracción y la repulsión volitivos respecto de un mismo obje-
to son reversibles, tanto como lo son su aceptación y su rechazo intelectivos.
Las creencias y los deseos pueden, nalmente, combinarse entre ellos en un
sinnúmero de formas posibles, y en un sinnúmero de grados. Todo esto hace
que los sistemas de ideas y de sentimientos que conguran sean capaces de
exceder con mucho los principios de coherencia requeridos por la lógica clá
-
sica; y habitualmente lo hacen. El hecho de que se comporten como recetas
o algoritmos no implica que se trate de sistemas consistentes.
De todo esto deriva su enorme exibilidad compositiva, tanto como su po-
der de propagación. Pero hay, además, una condición negativa para que ambas
cosas sucedan. Y es que ni las creencias ni los deseos, se encuentran deter-
minados por las necesidades biológicas del cuerpo humano, ni por los esque-
247
Sergio Tonkonoff. Individuo, sociedad y campo social. Aproximaciones a la sociología innitesimal de Gabriel Tarde
matismos de una razón innata. Tampoco están comandados por una ley de la
cultura que sea universal en sus contenidos —la prohibición del incesto, por
ejemplo. Todo lo cual implica que, por derecho, pero también de hecho, puede
creerse y quererse cualquier cosa. Implica, también, como queda dicho, que
los intereses, las convicciones y las voliciones que hacen a la vida (intra) psí-
quica son necesariamente recibidos de otros, y que tienen un valor formativo
y estructurante, pero también una inuencia transformadora, que nunca cesa.
En este punto cabe preguntarse si la vida social posee necesidades y/o
razones que obren como fundamentos de los valores, intereses y gustos so-
cialmente circulantes que el individuo recibe y hace propios. La respuesta
de Tarde a esta cuestión crucial es negativa, por cuanto entiende que la vida
social es psíquica también.
Dado que está hecha fundamentalmente de creencias y deseos, las con-
sideraciones anteriores valen también para ella: al igual que los individuos,
los grupos pueden creer y querer cualquier cosa. No hay fundamento bioló-
gico o racional (tampoco teológico) para las creencias y deseos comunes, ni
para las prácticas sociales y las instituciones que ellas movilizan, conguran
y sostienen.2 Monoteísmo o politeísmo, democracia o monarquía, monoga-
mia o poligamia, ciencias modernas o posmodernas: no hay razones extra-
sociales para la transmisión e institucionalización de determinadas convic-
ciones y pasiones compartidas, y su establecimiento como valores, verdades
y prácticas dominantes. En vano resulta buscar verdades más verdaderas o
valores más justos, ocultos detrás de los que prevalecen en un campo social
por periodos más o menos prolongados. Sucede simplemente que muchas
otras verdades y justicias se encuentran menos extendidas en ese mismo cam-
po, y que muchísimas más (una innitud) son posibles, y viven prontas a ser
actualizadas. Es decir, a transformarse en realidad mediante su combinación
en invenciones y su propagación imitativa.
Así las cosas, las creencias y los deseos resultan ser los verdaderos agentes
innitesimales de la vida social. De su propagación, combinación y oposición
incesantes están hechas tanto la realidad social como la subjetiva. Son también
la causa de las constantes mutaciones que se registran en los individuos y en los
2 Casi un siglo después que Tarde, Cornelius Castoriadis (2010) hablará de la auto-institución imaginaria
de la sociedad. Sin embargo, una de las diferencias principales de la teoría social de Tarde respecto
de Castoriadis y de otros posestructuralismos es el “aplanamiento” y la descentralización radical de
las “signicaciones imaginarias” sociales.
248
Universitas-XXI, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 38, marzo-agosto 2023
grupos. Por lo mismo, es preciso concebir que ambos se conguran, se trans-
forman y, eventualmente, se deshacen en el ámbito más primario, pero que es
todavía, y fundamentalmente, social. Un campo heterogéneo, a-centrado y poli-
rítmico hecho de una innumerable multitud de fuerzas psíquicas entrelazadas
(inter-mentales). Estos micro-vectores inmateriales y contagiosos, pródigos en
diferencias actuales y en posibilidades futuras, se conguran como modelos de
acción, intelección y afectación, y se propagan como ujos u ondas, imponien-
do sus visiones del mundo y sus formas de organización de las relaciones so-
ciales. Pero, además, se intereren entre de dos maneras: se conjugan dando
lugar a nuevos modelos que irán a propagarse a su vez, o se traban en oposición
produciendo conictos, también contagiosos, pasibles de adquirir las más di-
versas intensidades y escalas. Y todo esto sucede a la vez. La sistematicidad, la
transformación y el conicto social no se dan en grandes bloques homogéneos,
ni en etapas sucesivas regidas por el principio de mutua exclusión (donde uno
se produce, el otro queda desplazado o suspendido). Antes bien, ellos tienen lu-
gar de manera simultánea, multiplicada y dinámica. Tarde también quiere dar
cuenta de esto cuando habla de campo social o, más a menudo, de vida social.
A modo de conclusión
Hacia nes del siglo XIX, Gabriel Tarde era una referencia mundial en
ciencias sociales y humanidades. En ese momento, sus ideas sociológicas,
psicológicas y losócas tenían gran visibilidad e interés, sus libros se tra-
ducían en distintos idiomas y su carrera intelectual era coronada con una
cátedra en el prestigioso Collége de France. Posteriormente, todo ello fue
prácticamente olvidado y su nombre apenas se menciona a benecio de in-
ventario. Hasta que, terminando la década de 1960, Deleuze (2002, 2009)
vuelve a llamar la atención sobre la gramática de la diferencia innitesimal
de Tarde, poniéndola a funcionar en su propio tratamiento de lo social y lo
subjetivo. Luego, Foucault (1989) y después Latour (2005, 2002) harán lo
propio. Desde entonces, las obras de Tarde volvieron a ser editadas y un nú-
mero creciente de estudiosos se ocupa de ella, tanto en términos de historia
de las ideas como en relación con sus posibilidades de dialogar con el pre-
sente y abonar a la comprensión de los fenómenos sociales contemporáneos.3
3 Ver, por ejemplo, Candea (2010), Lazzaratto (2002) y Sampson (2012). Para las relaciones entre
Tarde, Deleuze y Foucault me permito remitir a Tonkonoff (2017).
249
Sergio Tonkonoff. Individuo, sociedad y campo social. Aproximaciones a la sociología innitesimal de Gabriel Tarde
Sucede que muchos de los temas que Tarde centralmente aborda en sus
trabajos son hoy preocupaciones transdisciplinarias. Así, las redes sociales,
la difusión, la innovación, los medios de comunicación, la opinión pública,
el contagio de pensamientos y pasiones, el liderazgo, la mundialización, en-
tre otros. Pero ¿se sigue de allí que la estructura teórica de su sociología in-
teresa solo porque esos “fenómenos” son ahora importantes? ¿Habrá que su-
poner entonces que antes esta teoría social no era pertinente y ahora lo es, o
vuelve a serlo? Esta posición es válida solo si se pretende que los conceptos
de andamiaje de una ciencia social cambian o deben cambiar cuando cambia
una sociedad o una época. En el límite, este razonamiento sería el siguiente:
para el análisis de las sociedades industriales y nacionales valen las aproxi-
maciones sistémicas, pero con el advenimiento de las sociedades postindus-
triales y globalizadas debe recurrirse a aproximaciones reticulares, puesto
que la noción de red y su constelación conceptual sería más apropiada para
captar esas transformaciones. En el primer caso Marx, Spencer o Durkheim
ociarían como autores clásicos adecuados, y son bien recibidos sobre todo
sus descendientes e interlocutores más o menos contemporáneos (Parsons,
Luhmann, Althusser o Bourdieu, por ejemplo). En el segundo caso, dado que
las sociedades efectivamente han cambiado y nuevos objetos han apareci-
do, estas perspectivas ya no resultan del todo útiles. Habrá entonces que de-
sarrollar una nueva y, eventualmente, buscar inspiración en sociologías del
pasado que ahora sí podrían servir. De modo que, en lo que a referencias clá-
sicas reere, sale Durkheim (y/o Parsons) entra Tarde (o Simmel, o Mead).
No discutiremos aquí esta práctica más o menos habitual, solo señalaremos
que en absoluto corresponde a la posición de Tarde —tampoco, dicho sea de
paso, a la de los otros autores mencionados.
Como hemos intentado mostrar, de acuerdo con Tarde toda sociedad, en
todo tiempo y lugar, es una red y no un sistema (funcionalista, estructuralista
o sistémico) ni un agregado de individuos atomizados. De acuerdo con Tarde,
el conjunto de similitudes, regularidades y concordancias entre individuos,
que no lleva a hablar de la existencia de sociedades y grupos, se debe a la
presencia de ideas y pasiones semejantes y precisasen cada uno de esos in-
dividuos. Ahora bien, estas semejanzas en el desear y en el creer no remiten
a la igualdad de sus necesidades biológicas, ni son el corolario de una razón
innata, común a todos ellos. Tampoco resultan de estructuras simbólicas co-
lectivas profundas o trascendentes que los conguran y contienen. Derivan,
antes bien, de la propagación reticular de modelos de interacción, intelec-
250
Universitas-XXI, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 38, marzo-agosto 2023
ción y afectación que, difundiéndose de un cerebro a otro, forman corrientes
psicosociales capaces de establecer lazos de correlación y correspondencia
especícos. Por eso, no es exagerado armar que las naciones, las etnias y
las familias, pero también las corporaciones industriales o nancieras, las
congregaciones religiosas, los partidos políticos y las bandas delictivas, no
serían otra cosa que redes intermentales de creencias y deseos familiares,
nacionales, económicos, religiosos, políticos y criminales, respectivamente.
Por eso, la aproximación de esta sociología a cualquier conjunto social es
exigente y se orienta a discernir, si fuera posible, cada uno de los individuos
que lo integran, así como a diferenciar los distintos tipos de relaciones que
se establecen entre ellos. Pero su objetivo último no son los individuos y sus
relaciones, sino los ujos fe y pasión que guían estas relaciones y comunican
íntimamente a esos individuos entre sí y consigo mismos. Solo identicando
y siguiendo esos ujos en sus recorridos socio-históricos concretos, cartogra-
ando sus extensiones, midiendo sus intensidades y velocidades, describien-
do sus dinámicas y efectos característicos, se ingresará al nivel propio de lo
social —que, entonces, no debe caracterizarse como miro-sociológico sino
como innitesimal. Se descubrirá también que las conguraciones singulares
que llamamos individuos son la resultante de procesos de integración de una
pléyade de creencias y deseos sociales que se han convertido en memoria,
juicios y hábitos personales. Además, se conseguirá ver que, precisamente
por la forma de su sociogénesis, cada quien es un sistema bio-psico-social,
nunca del todo coherente ni del todo denido, que se encuentra en continui-
dad ininterrumpida con el campo psicosocial que lo constituye tanto como lo
destituye. Lejos de ser la entidad bien denida que nos gusta imaginar, todo
individuo funciona siempre interpenetrado con los demás, lo que lo transfor-
ma en una conguración vacilante y, en cierto sentido, intermitente, que va
haciéndose y desasiéndose de manera imperceptible, acaso muchas veces por
día. Sucede que todo individuo vive entramado con los demás mediante dos
tipos de procesos imitativos distinguibles por su intensidad y su velocidad,
y no por sus contenidos. Uno es el de las repeticiones lentas y estables que
conocemos con el nombre de instituciones y costumbres; el otro es el de las
imitaciones rápidas e intensas que Tarde llama modas, y que incluyen las vo-
lubles corrientes de opinión y de afectos colectivos. Es decir, inter-cerebrales.
Así considerada, la vida social se muestra diferencialmente multiplica-
da en una extraordinaria variedad de creaciones humanas especícas que se
repiten y se propagan en una miríada de series imitativas precisas. Series o
251
Sergio Tonkonoff. Individuo, sociedad y campo social. Aproximaciones a la sociología innitesimal de Gabriel Tarde
ujos que se despliegan con los más diversos alcances, tanto como se traban
en conictos o se integran en nuevas invenciones que irán a ramicarse crean
-
do, a su vez, mundos sociales nuevos. No existiría entonces nada parecido a
la sociedad global y homogénea, sistema de sistemas coherente y denido,
continente de todas las interacciones sociales. Lo que emerge, en cambio,
es un paisaje de innumerables asociaciones tejidas por corrientes miméticas
singulares, que no son necesariamente coherentes entre sí ni igualmente abar-
cadoras. Ello sucede de un modo tal que la asociación (la sociedad) nacional
no coincide con la religiosa, tampoco con la económica, la cientíca, artís-
tica, etc. Cada una de esas modalidades de relación está regulada por unas
creencias (o sentidos) y unos deseos (o nes) distintivos, cuya concordancia
total en un sistema cerrado no es posible —y, al menos para Tarde, tampoco
es deseable. Si existen unidades serán, aquí como en otros lugares, parcia-
les, abiertas y variables.
Agradecimientos
Agradezco a los editores y revisores de Universitas sus útiles y construc-
tivos comentarios. También quierodar las gracias a Martina Lassalle por sus
valiosos comentarios y correcciones.
Referencias bibliográcas
Blondel, Ch. (1928). Introduction à la psychologie collective. A. Colin.
Candea M. (ed.) (2010). The social after Gabriel Tarde: Debates and Assessments.
Routledge.
Castoriadis, C. (2010). La institución imaginaria de la sociedad. Tusquets.
Deleuze, G. (2009). Diferencia y repetición. Amorrortu.
Deleuze, G. y Guattari, F. (2002) Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-Textos.
Durkheim, E. (1975) “Crime et santé sociale” En Textes: religion, morale, anomie.
Minuit (pp. 173-180).
Foucault, M. (1989).Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión.Siglo XXI.
Latour, B. (2002) Gabriel Tarde and the end of the social. En P.Joyce (ed.), The
social in question: new bearings in History and de Social Sciencies (pp.
117-132). Routledge.
252
Universitas-XXI, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 38, marzo-agosto 2023
Latour, B (2005). Reassembling the social: an introduction to actor-network-theory.
Oxford University Press.
Latour, B. (2010). “Tarde’s idea of quantication”. En M. Candea (ed.), The Social
after Gabriel Tarde. Debates and assessments (pp. 145-163). Routledge.
Lazzarato, M. (2002). Puissances de l’invention. La Psychologie économique de
Gabriel Tarde contre l’économie politique. Les Empêcheurs de Penser
en Rond, Le Seuil.
Lukes, S. (1968). Methodological individualism reconsidered. The British Journal
of Sociology, 19 (2), 119-129.https://doi.org/10.2307/588689
Sampson, T. (2012). Virality. Contagion theory in the age of networks. University
of Minnesota Press.
Tarde, G. (1882). Les traits communs de la nature et de l’histoire. Revue philoso-
phique, XIV, 270-291.
Tarde, G. (1890) Les lois de l’imitation: étude sociologique. Alcan.
Tarde, G. (1898). Les lois sociales: esquisse d’une sociologie. Alcan.
Tarde, G. (1898a). Études de psychologie sociale. Giard et Brière.
Tarde, G. (1895). La logique sociale. Alcan.
Tarde, G. (1895a). Essais et mélanges sociologiques. Storck.
Tonkonoff, S. (2017). From Tarde to Deleuze and Foucault. The innitesimal Revo-
lution. Palgrave Macmillan.