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Universitas-XX1, Revista de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador,
No. 43, septiembre 2025-febrero 2026
internacionales y generando una homogeneización de tendencias (Orospe,
2024). Este proceso motivó cambios en la oferta y la demanda de la indus-
tria textil, con la implantación de la producción exible y el “just-in-time”,
impulsados por nuevas tecnologías (Martínez, 2024). Durante esta etapa, la
televisión y las revistas de moda especializadas se erigieron como principa-
les herramientas de difusión, estableciendo estereotipos de belleza y, en con-
secuencia, estilos de vida y nociones de feminidad.
Desde 2010, la era digital ha transformado aún más el panorama de la
moda. El comercio electrónico, las redes sociales y las plataformas digitales
han alterado los hábitos de consumo y la forma de comunicar las tendencias.
Inuencers y bloggers han pasado a un primer plano, desplazando a los me-
dios tradicionales y permitiendo una rápida difusión de las novedades. Ins-
tagram y TikTok se consolidaron como medios clave para la industria, con-
tribuyendo a la creación de imagen de marca y a la delización del público
joven (Pérez y Velasco, 2020). En esta línea, García (2023) arma que “las
tiendas físicas están en declive” (p. 42), pero matiza que deberán evolucionar
para ofrecer experiencias de compra exclusivas que combinen la adquisición
de productos con nuevas vivencias.
La llegada de Internet ha optimizado las transacciones y la gestión em-
presarial, al tiempo que las redes sociales han acelerado el ciclo de la moda,
generando desafíos en materia de sostenibilidad. Como respuesta, la moda
ecológica y el “slow fashion” ganan cada vez más adeptos, promoviendo
prácticas de producción y consumo responsables (Crespo, 2022). Este enfo-
que deende un cambio tanto en la manufactura como en el comportamien-
to del consumidor, reivindicando la importancia de los hábitos ecológicos y
responsables (Martínez, 2021). Además, se observa un auge del mercado de
segunda mano, especialmente entre millennials y la generación Z, además
de una creciente aceptación de los productos ecológicos, conrmando la ne-
cesidad de una moda más consciente (García, 2023).
Por último, la inteligencia articial (IA) se ha convertido en una herra-
mienta clave para la industria: posibilita la personalización de la experien-
cia del cliente, la predicción de tendencias y la optimización de la cadena de
suministro. Gracias a la IA, las empresas de moda pueden añadir valor me-
diante técnicas de neuromarketing y robustecer la interacción con el cliente,
incidiendo en la delización. En este contexto, las redes sociales actúan como
canales que conectan directamente tendencias y consumidores, impulsando
la “democratización de la moda” (López et al., 2024).