MISCELÁNEOS
Percepción estudiantil sobre la
discriminación y el racismo en la educación superior
Student perception about discrimination and racism in higher education
Patricia Cecilia Bravo-Mancero[i] patybravom@hotmail.com
Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba, Ecuador
https://orcid.org/0000-0002-4671-8611
Tania María Guffante-Naranjo[ii] tguffante@unach.edu.ec
Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba, Ecuador
https://orcid.org/0000-0003-4903-8694
Martha Yolanda
Falconí-Uriarte[iii] yfalconi@unach.edu.ec
Universidad
Nacional de Chimborazo, Riobamba, Ecuador
https://orcid.org/0000-0002-9027-6902
Sophia, Colección de Filosofía de la
Educación, núm. 35, pp. 303-324, 2023
Universidad
Politécnica Salesiana
2023.Universidad Politécnica Salesiana
Esta
obra está bajo una Licencia
Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Fecha
de recepción del documento: 20 de agosto de 2022
Fecha
de revisión del documento: 20 de octubre de 2022
Fecha
de aprobación del documento: 10 de diciembre
de 2023
Fecha
de publicación del documento: 15 de julio de
2023
DOI:
https://doi.org/10.17163/soph.n35.2023.10
Resumen
Este
artículo examina la percepción estudiantil sobre discriminación y racismo en la
educación superior. La pregunta que orienta el estudio es: ¿Qué percepciones
tienen los estudiantes sobre la discriminación y el racismo en el contexto
universitario? El racismo es considerado una ideología que naturaliza la
desigualdad y que toma como base las particularidades biológicas para
establecer situaciones de diferenciación social. Así, la discriminación se
refiere a circunstancias de exclusión, segregación, restricción debido a
estereotipos que limitan los derechos de las personas. El estudio fue de
carácter cuantitativo, descriptivo y transversal. Participaron 263 estudiantes
provenientes de cuatro facultades de la Universidad Nacional de Chimborazo. Los
datos de la investigación fueron recogidos mediante el Cuestionario de
Percepción sobre racismo y discriminación en la Educación Superior. Se
evidencia que el 29,9 % de estudiantes manifiesta haber experimentado racismo y
discriminación; el 89,7 % afirma que nunca lo han ejercido y el 57,7 % aduce
que ha observado diversas manifestaciones en las interacciones. Los principales
focos de la discriminación son: etnia, género, identidad sexual, situación
socioeconómica y/o discapacidad. Las manifestaciones de la exclusión son
explícitas e implícitas y las formas más evidentes de ejercerlos son a través
de violencia psicológica, verbal y física. Finalmente, existe una negación y
naturalización del fenómeno que se encuentra enraizado en la dinámica
institucional.
Palabras clave: Racismo,
discriminación, estereotipos, prejuicios, exclusión, desigualdad.
Abstract
This article examines the perceptions of discrimination and racism among college students.
The guiding question is: What
perceptions do students have about discrimination
and racism in the university context? Racism is regarded
as an ideology that engenders inequality. The ideology is based
on biological particularities to establish differentiation. Consequently, discrimination refers to situations
of exclusion, segregation, and restriction based on stereotypes
that limit the rights of
a group of individuals. The study combines quantitative analysis with descriptive analysis and cross-sectional design. 263 students from four Faculties
of the National
University of Chimborazo participated. In order to collect the
necessary information, a survey titled “Perception Questionnaire on Racism and Discrimination
in Higher Education” was drafted. The
results indicate that 29.9 % of students have experienced
racism and discrimination,
89.7 % have never engaged in such behavior, and 57.7 % have witnessed its various
manifestations in social interactions.
The primary causes of discrimination include race, gender,
sexual orientation, socioeconomic
status, and/or disability. Exclusion manifests itself in explicit and covert ways, with
psychological, verbal, and physical
violence being the most egregious
forms of its exercise. Finally,
there is a denial and normalization of the phenomenon
that is rooted
in institutional dynamics.
Keywords: Racism,
discrimination, stereotypes,
prejudices, exclusion, inequality.
Forma
sugerida de citar: Bravo-Mancero,
Patricia Cecilia, Guffante-Naranjo, Tania María &
Falconí-Uriarte, Martha Yolanda (2023). Percepción estudiantil sobre la
discriminación y el racismo en la educación superior. Sophia,
colección de Filosofía de la Educación, 35, pp. 303-324.
Introducción
El
racismo y la discriminación son fenómenos complejos que se han abordado a
través de distintos estudios que demuestran que, no obstante de su naturaleza,
se encuentran vigentes en las dinámicas sociales ya que tienen la capacidad de
reinventarse y expresarse de múltiples formas. Las instituciones de Educación
Superior no escapan de esta realidad debido a que en los diferentes espacios
universitarios se viven y observan manifestaciones de segregación, exclusión y
separación. Si bien, existen diversas propuestas para minimizar su impacto en
la convivencia; son esporádicas las acciones concretas que se han ejecutado en
el ambiente universitario, debido principalmente a que se niega la existencia
del problema.
Para
comprender cómo aterriza la problemática en el ámbito universitario, se
presenta el artículo titulado: “Percepción estudiantil sobre la discriminación
y el racismo en la Educación Superior”, cuyo objetivo es describir la
percepción de los estudiantes acerca del racismo y la discriminación en la
institución de educación superior. De ahí que, la idea que se defiende en el
estudio es que el racismo y la discriminación se han naturalizado en el ámbito
universitario y muestran diferentes manifestaciones, actores y acciones.
Debido
al impacto y vigencia de la problemática en el bienestar y la convivencia de
los actores, es necesario y emergente investigar el problema para que al
interior de la Universidad se tome conciencia de la existencia y se reflexione
profundamente en torno a sus manifestaciones y formas de expresión, a fin de
trabajar en la generación de lineamientos y mecanismos de intervención que
aseguren un clima de respeto y sana convivencia para todos los miembros del
centro de educación superior.
En
cuanto a la metodología, corresponde a una indagación de tipo cuantitativa,
descriptiva, explicativa y transversal. La muestra estuvo compuesta de 263
estudiantes de cuatro unidades académicas: Ciencias Políticas y
Administrativas, Ciencias de la Educación, Ciencias de la Salud e Ingeniería,
durante el período académico 2021-1S.
La
información se recogió mediante el Cuestionario de percepción sobre racismo y
discriminación, el mismo que estuvo compuesto por 19 ítems distribuidos de la
siguiente manera: siete ítems que estudian el racismo y la discriminación
vividos; seis la discriminación o racismo ejercidos; cinco la discriminación y
racismo observados en el centro y un ítem que interrogó sobre las acciones que
ejecuta la Universidad para afrontar esta problemática. El instrumento presentó
cinco opciones de respuesta. Previa su aplicación los participantes en el
estudio aceptaron la carta de consentimiento informado.
Los
resultados indican que algunos estudiantes han vivido situaciones de racismo y
discriminación; un grupo minoritario acepta que lo ha ejercido y mientras otros
actores aceptan que han observado determinadas acciones de exclusión. Existen
dos manifestaciones principales de su presencia en la convivencia: las
explícitas y las implícitas. A su vez, las explícitas tienen dos formas de
expresión: la violencia verbal y la física; en tanto que las implícitas se
manifiestan mediante la violencia psicológica. Lo más significativo de los
hallazgos es la naturalización, negación e invisibilización
del problema y, por consiguiente, la escasa intervención para su erradicación.
El
trabajo presenta la siguiente estructura: estado de la cuestión en el que se
describe el problema y sus implicaciones; estado del arte que se presenta las
principales conceptualizaciones; metodología que refiere los pasos y
procedimientos; resultados obtenidos en el trabajo de campo; y, finalmente,
discusión y conclusiones sobre los hallazgos.
Estado de la cuestión
El
racismo y la discriminación son acciones concretas que se ponen de manifiesto
en la cotidianidad de las relaciones en la sociedad ecuatoriana y que asumen
disímiles formas de expresión para revelar manifestaciones de segregación y
exclusión hacia los otros, los considerados “diferentes” o “minorías”.
Siguiendo a Wieviorka (2009), el racismo es la
personalización de la discriminación basada en características innatas, que, de
acuerdo con dicha forma de entender las diferencias, establecen
particularidades intelectuales, físicas y morales A partir de estas
peculiaridades se justifican prácticas de negación, inferiorización
y exclusión. Saltzman (1992) aduce que, para
comprender lo que sucede en la educación superior, se debe reconocer la
vigencia del patriarcado y del sistema capitalista, que configuran determinados
mecanismos de hegemonía y poder en las instituciones, en las que se concretan maniobras
de separación y exclusión con base en características de los sujetos, como
sexo, identidad de género, clase social, discapacidad y condición étnica.
Con
relación a la etnia, Walsh (2007) señala que la historia de la mal llamada
conquista de América es un ejemplo de dominación, clasificación y
estigmatización, ya que a través de lo que Anibal
Quijano (2000) llamó “colonialidad del poder”, se
utilizó la raza como la razón para clasificar a la población en castas,
espacios, funciones, y en base a lo cual se dividió el trabajo y se asignaron
roles laborales. Ests acciones crearon la perspectiva
de superioridad de una raza respecto a otra y de acuerdo con Zapata Olivella
(1998), ocasionó la explotación de indios y negros en el continente americano.
Además, es necesario mencionar que, a pesar de no estar institucionalizado, el
racismo se encuentra distante de desaparecer, pues se han instaurado nuevas
maneras de expresarlo y por lo tanto, permanece vigente en la idiosincrasia.
Las
instituciones de educación superior reproducen al interior de sus espacios
académicos, distintos mecanismos de discriminación que están atravesados por
construcciones mentales negativas respecto a las diferencias individuales.
Estas percepciones devienen en actos de violencia que inciden en la convivencia
institucional. En este sentido, Troyano (2010) señala que, la Universidad tiene
la obligación de ofrecer mecanismos para erradicar y derribar las barreras
mentales que separan, y; generar espacios para el diálogo y la construcción de
nuevas formas de relación, sustentadas en el respeto y la valoración de los
otros.
Concepciones sobre racismo y
discriminación
Para
Knauth (2000), el racismo es un vocablo que justifica
las diferencias en consideración de las características físicas.Al
respecto, Taguieff (2001) afirma que el racismo se
encuentra articulado a la teoría de la desigualdad de las razas humanas, cuyo
postulado principal se sustenta en el determinismo biológico, el mismo que se
traduce en prácticas discriminatorias vinculadas con ideas preconcebidas y
actitudes de segregación. De su parte, Wieviorka
(2009) afirma que el racismo sirve para establecer categorías de personas en
base a los rasgos fenotípicos, los mismos que devienen en características
intelectuales y morales. Esta es una concepción que se asienta en las
características biológicas de los sujetos.
De ahí que el racismo sea una ideología que naturaliza la
desigualdad basada en las particularidades biológicas de los sujetos, para
justificar situaciones de diferenciación social. A través de tiempo se ha
utilizado para defender la supremacía sobre el otro, al cual le coloca en
estado de desventaja. La negación de la diversidad tiene como propósito poner
en funcionamiento, modelos homogéneos de ciudadanía, estándares uniformes de
ser y actuar. Así, el racismo se constituye en una de las principales causas de
la desigualdad; que pretende invisibilizar y/o negar al otro, como resultado de
un sistema de clasificación en el que el fundamento biológico lo define, y a la
vez genera condiciones de orden político, económico, cultural, ambiental,
jurídico que preservan la inequidad, la marginación y la exclusión.
En concordancia con lo señalado anteriormente, Mato
(2021) afirma que el racismo clasifica a los seres humanos en castas superiores
e inferiores. El autor aduce que esta corriente fundamentó el colonialismo
europeo, y de igual manera, ha servido de base para la estructuración de
políticas y prácticas racistas que persisten en la convivencia social. Por
ende, las instituciones de educación superior son sistemas claves para la
ruptura de la reproducción del racismo y violencia en la sociedad (Mato, 2021).
Por otra parte, la Convención Interamericana contra toda
forma de Discriminación e Intolerancia (OEA, 2019), en el artículo 1, señala
que discriminación representa cualquier acto de exclusión que tenga como
propósito, coartar el derecho a la igualdad y al ejercicio de los derechos
humanos fundamentales de un individuo o grupo. De ahí que, la discriminación es
considerada como un acto que afecta los derechos humanos de quienes son
afectados por el trato desigual y que limita el desarrollo personal y social.
Todo
acto de separación involucra un conjunto de prejuicios y estereotipos los
mismos que evidencian la exclusión de ciertas personas o grupos, argumentando
que las diferencias son la causa del rechazo. En este sentido, Puertas (2004)
sostiene que el estereotipo se traduce en un conjunto de ideas que sirven para
valorar positiva o negativamente las particularidades de un grupo o persona; en
tanto que el prejuicio, en una acción concreta sobre personas o grupos,
sustentado en estereotipos que se han construido en base a experiencias
directas o indirectas.
Para
Jiménez et al. (2019), las diferencias no son
la causa de las desigualdades, más bien son el producto de relaciones sociales
y culturales asimétricas y que se han institucionalizado por los grupos que
ostentan el poder y mantienen las relaciones de racismo y discriminación hacia
personas con características valoradas socialmente en forma negativa.
En
Ecuador, de la misma manera que en otros contextos, los rasgos que determinan
la segregación se conjugan en los aspectos mencionados en los párrafos
anteriores. Al igual que en otros países de la región, la población ecuatoriana
es diversa en cuento a su estructura étnica, debido al proceso de colonización
española y posterior mestizaje. No obstante, la huella de la conquista española
permanece vigente (SENESCYT, 2015, p. 21). Estos hechos explican por sí
solos el origen social de la desigualdad y los mecanismos de prolongación de la
dominación y segregación.
Cabe
señalar que la Constitución Política del Ecuador (2008, p.11) en el artículo
11, numeral 2 de su texto normativo manifiesta que todos los ciudadanos tiene
los mismos derechos, deberes y oportunidades y por consiguiente, son iguales.
Lo expresado en la norma determina que no debe existir distinción personal por
cualquier diferenciación que menoscabe el cumplimiento de los derechos de los
ciudadanos. Sin embargo, las medidas y acciones para concretar su cumplimiento
siguen siendo escasas debido a que las manifestaciones de la discriminación
superan las posibilidades de intervención. Se requiere entonces, un
reconocimiento de la complejidad de factores que la ocasionan, así como de las
débiles intervenciones a nivel gubernamental e institucional.
En
concordancia con lo señalado y en respuesta a lo establecido en la normativa
nacional, el Consejo de Educación Superior CES (2013) propuso un proyecto
social y educativo sustentado en la interculturalidad y transversalización de
los principios de igualdad y equidad. Esta propuesta incorporó en los
diferentes momentos de concreción curricular los constructos antes mencionados,
con lo cual se pretendió, según Larrea (2014) la ejecución de un modelo
curricular basado en la organización inter y transdisciplinar de los
conocimientos y el aprendizaje, que ofrezca solución a situaciones problémicas
de la realidad y que a la vez permita una organización contextualizada y
flexible de los contenidos teóricos-metodológicos y procedimentales abordados
en los diferentes campos profesionales, Este modelo curricular dejó atrás, por
un lapso de tiempo, el tratamiento disciplinar de los contenidos, abordándolos
a través de los proyectos integradores de saberes de una manera holística y con
una mejor comprensión de la realidad.
Acerca de los estereotipos y prejuicios
Para
Barrera et al. (2021) se evidencia una cercana
relación entre estereotipo, prejuicio y discriminación debido a que su
producción se sustenta básicamente en la diversidad como base de la
diferenciación y, por consiguiente, de la separación. Entonces, lo diferente es
sujeto de ideas, imaginarios, construcciones subjetivas de la realidad, por lo
que un estereotipo busca siempre un grupo social de referencia para establecer
comparaciones. Aunque comparten algunos elementos comunes, los tres términos se
expresan de distinta manera.
Huici (1999) plantea que los estereotipos involucran
elementos cognitivos y racionalizados que se expresan en creencias acerca de
los rasgos que definen al grupo. Son estándares que simplifican la realidad
para establecer parámetros de actuación o formas de pensar semejantes. Sobre
esta base, Del Olmo (2005) aduce que los estereotipos enfatizan en la forma en
que los sujetos se relacionan. Por consiguiente, los estereotipos consisten en
ideas sencillas que dividen y encasillan a las personas o grupos. Según los
estereotipos, las personas que pertenecen a determinados grupos actúan conforme
lo que se espera de ellos, dada su situación y origen.
En
este estudio, los estereotipos se consideran como ideas compartidas por los
miembros de un grupo y que sirven para justificar modos de actuación frente a personas
o grupos que pertenecen a determinadas categorías como sexo, etnia, identidad
de género o procedencia. Por ende, comprenden representaciones mentales
preestablecidas que pueden ser positivas o negativas Además, son determinados
por el contexto social y justifican acciones de violencia, exclusión o
indiferencia. Se encuentran vinculados a los prejuicios ya que son la base para
su manifestación.
Respecto a los prejuicios, Huici (1999) asevera que están
más vinculados a manifestaciones prácticas de las ideas preestablecidas acerca
del grupo, es decir, son el resultado de una percepción negativa. Para Del Olmo
(2005), las dos categorías analizadas se relacionan porque las dos son
aprendidas culturalmente y pueden ser tanto negativas como neutras o a veces
hasta positivas. El autor sostiene que una vez que se adquieren es difícil
cambiarlas.
Gordon
Allport (1979, p.7) también se preocupó de estudiar el tema de los prejuicios.
Lo importante de su aporte no fue en sí mismo el concepto de prejuicios sino
que la aclaración que los prejuicios no forman parte de la personalidad, como
hasta el momento se consideraba, si no que eran ideas sostenidas sobre algo o
alguien y por consiguiente aprendidas en la interacción con los otros.
Para
Del Olmo (2005), se consideran imágenes mentales que facilitan la
estructuración de categorías predictivas de las conductas de los individuos en
base a las ideas pre establecidas sobre ellos.
De
este modo, los prejuicios representan acciones concretas de violencia ante la
presencia de grupos minoritarios, por considerarlos una amenaza para preservar
las reglas de convivencia social establecidas y vigentes en la sociedad. Para
que se desarrollen se requiere en primer lugar de creencias erróneas y
generalizadas, es decir, de estereotipos y, en segundo lugar, de actitudes
desfavorables. Cabe señalar que los prejuicios tienen diferentes formas de
expresión, entre las cuales se encuentran las visibles y las invisibles. Las
primeras se traducen en actitudes directas, hostiles y cercanas mientras que
las segundas, admiten formas de expresión de indiferencia y distanciamiento.
Formas de racismo y discriminación en las Instituciones
de Educación Superior
Según
Collins (2012), el racismo estructural o sistémico está arraigado en las
dinámicas sociales e institucionales. En este sentido, la etnia no es el único
indicador de su existencia. Al contrario, en la actualidad existen otros
elementos que lo estructuran como el contexto sociocultural, el aumento de las
desigualdades económicas, la globalización, el fenómeno migratorio, entre
otros. De ahí que al interior de las instituciones se evidencien modos más
sutiles de expresión, pero igual de peligrosas, pues este fenómeno se ha
transformado de acuerdo con los contextos y situaciones y hasta se lo ha
naturalizado, de manera que forma parte de las relaciones entre los actores.
Según Balibar y Wallerstein (1991), existen múltiples
maneras de expresar el racismo, tantas como la infinidad de interacciones en
las que se producen.
Al
igual que en el resto de organizaciones e instituciones, el racismo y la
discriminación son problemas presentes en las IES o en el seno de las
universidades y escuelas politécnicas. En muchas de ellas han sido
naturalizados, y se fortalecen en la medida que dichas instituciones no cuentan
al menos con datos estadísticos que permitan reconocer la diversidad existente
a lo interno de las instituciones.; situación que sin duda repercute en la
determinación de políticas y acciones tendientes a garantizar el cumplimiento
de derechos universales como el acceso a la educación. Mato (2020), confirma lo
indicado cuando manifiesta que:
En
América Latina, las políticas, sistemas, e instituciones de educación, no
garantizan a todos los grupos de población su acceso igualitario a la misma, y
menos aún a la educación superior. Si bien, las normas vigentes no excluyen
explícitamente a ninguno de ellos, varios grupos de población resultan
excluidos en la práctica, debido a diversos tipos de factores. Entre otros, la
localización de los centros educativos,… acaba excluyendo…a pueblos indígenas y
afrodescendientes de sus derechos educativos, y… de acceso a Educación
Superior...; los planes de estudio de las carreras profesionales no suelen
contener contenidos o trayectos formativos orientados por el objetivo de
favorecer la comprensión, tolerancia y la amistad entre los grupos étnicos de
los respectivos países… resulta evidente… porque estos principios no forman
parte de los mismos,… además, esos planes de estudio no incluyen los
conocimientos, modos de producción de conocimiento, lenguas y otros elementos
propios de las respectivas culturas (pp. 238-239).
Esto
se evidencia en las limitaciones que tienen los jóvenes para acceder a carreras
universitarias, debido a que el sistema lejos de disminuir las brechas, ha
profundizado los niveles de exclusión, con énfasis en los aspirantes de
sectores rurales y urbano marginales, quienes ni siquiera postulan para cupos
de ingreso a las universidades.
Así
mismo, Larrea (2014) señala que los programas de estudio a nivel universitario
carecen de campos de formación que articulen los conocimientos, la
investigación o los métodos, con los saberes ancestrales, negando la
posibilidad que esta riqueza cultural forme parte del tratamiento curricular.
Lo
que demuestra que la formación de los futuros profesionales se enmarca en un
único currículo; sin admitir la posibilidad de construir una universidad
diversa, donde fluyan y se construyan nuevos conocimientos desde el
acercamiento y valoración de los saberes ancestrales, científicos, formales y
no formales, que cohabitan en los territorios, vulnerando uno de los derechos
reconocidos en la Declaración de Naciones Unidas, art. 4 (ONU, 1992, en
Rodríguez, 2015) que establece la necesidad de que los estados promuevan el
conocimiento y reconocimiento de todas las culturas que habitan en un espacio
geográfico y que brinde la oportunidad para que todos los ciudadanos tengan las
mismas oportunidades de acceder a una educación que valore y respete sus formas
de aprender.
Las
consecuencias de la implementación de un único modelo educativo, que desconoce
o niega las epistemologías y cosmovisiones existentes, la lengua y la historia
de los grupos minoritarios de la población como indígenas y afrodescendientes
además de afectar las posibilidades de acceso, permanencia y graduación de
estos, interfiere en la calidad de formación que las Universidades ofrecen y;
por tanto, en la consecución de los objetivos académicos. Lo que para Mato
(2019) limita la posibilidad del intercambio de saberes y experiencias que, por
una parte, fortalezcan el aprendizaje, y por otra, mejoren la comprensión de
las problemáticas sociales.
Problemas
como los mencionados requieren de la respuesta urgente de las Universidades, a
fin de lograr la construcción e implementación de modelos educativos inclusivos
e interculturales, que se preocupen principalmente por el individuo, el sujeto
y su subjetividad, donde se promueva la generación de programas de apoyo y
acompañamiento para estudiantes con capacidades y necesidades educativas
diversas como consecuencia de las situaciones de exclusión o marginación que
han enfrentado durante su vida.
Acerca de las expresiones del racismo y la
discriminación en el aula
Las
instituciones de educación superior son espacios en los que se tejen relaciones
que denotan las representaciones culturales y sociales afianzadas en los
actores universitarios: autoridades, docentes, estudiantes y personal
administrativo (Aguayo y Piña, 2016). En la convivencia académica, los docentes
ejercen un rol clave ya que son quienes están en contacto más directo con los
estudiantes tanto en las aulas de clases como en otros escenarios de formación;
siendo estos los espacios donde se reproducen aquellas relaciones de
desigualdad y exclusión presentes en la sociedad.
El
racismo y demás formas de discriminación se expresan principalmente de dos
formas: de manera visible o explícita y de manera invisible o implícita. En
general, el racismo visible se define por ser abierto, en la mayor parte de
ocasiones violento. Se manifiesta mediante el ataque físico, insultos o
intimidación psicológica. A la vez, alberga prejuicios y estereotipos.
Regularmente busca evidenciar aspectos físicos, culturales y sociales de las
personas o los grupos. Además, implica no solo percepciones negativas sobre los
otros, sino comportamientos de rechazo, violencia y agresividad (Castellanos,
2001, p. 608). Los agresores utilizan estos recursos para ejercer poder
ventajas y superioridad sobre los demás.
Estas
manifestaciones explícitas también son evidentes en las aulas universitarias.
Se evidencian en las bajas esperanzas de los docentes el rendimiento o
desenvolvimiento académico de los estudiantes. Estas expectativas se sustentan
en su origen étnico, en las capacidades, condición social, identidad de género,
edad, entre otros. Aguayo y Piña (2016) consideran que están latentes cuando se
validan o invalidan los conocimientos, las actuaciones o formas de pensar de
los alumnos, Además, se visualizan en la clasificación del grupo en “los más” o
“los menos capaces”. En la cantidad de oportunidades para mejorar su
rendimiento académico. En la posibilidad de intervenir, disentir o expresar sus
opiniones. En los tipos de tareas que se asignan, en la complejidad de los
trabajos de equipo. En la superposición de la cultura dominante a través del
uso del español sin considerar la lengua de origen de los estudiantes.
También
se evidencia en las relaciones entre los mismos estudiantes. A la par, se
observa en la estructuración de grupos de trabajo y en la asignación de los
miembros de los equipos. Desde esa perspectiva, se considera el criterio de
“afinidad” para desarrollar actividades colaborativas. Sin embargo, detrás de
estas elecciones, se esconde la segregación hacia determinados actores por los
presupuestos ideológicos que subyacen en torno a las culturas minoritarias.
Respecto
a las formas ocultas del racismo y a través de las cuales se han naturalizado
la discriminación y el racismo en la relaciones entre docentes-estudiantes, se
evidencia en situaciones como: la homogeneización de los grupos donde no se
reconoce o al menos no se considera la diversidad presente en los espacios
educativos; su historia, su cultura, su cosmovisión, su lengua o saberes, lo
que conlleva a una educación basada en el abordaje de contenidos disciplinares cientistas-eurocentristas y la implementación de
metodologías únicas que desconocen las formas de aprender, pensar y comprender
la realidad de los estudiantes
Coelho
y Silva (2020) consideran que una de las causas del racismo es en primer lugar,
la negación de su existencia. Por eso se minimiza el problema a una situación
de discriminación racial, desconociendo otras formas o atribuyendo su génesis a
una dificultad en las relaciones interpersonales, es decir simplificando la
mirada del problema Al respecto, Vergara (2022) asegura que los prejuicios no
solo están presentes en la lectura personal de la realidad, sino que tienen
estrecha relación con el contexto al que pertenecen los sujetos. De ahí que el
racismo no sea una interpretación personal individual de la diferencia, sino
una construcción social, histórica y cultural de la diversidad.
Esto
evidencia que el racismo en el contexto universitario se encuentra vigente y se
reinvente cotidianamente porque tiene formas de manifestación menos explícitas.
Por ejemplo, la presión social, conlleva a que los estudiantes oculten lo que
piensan para evitar el rechazo de sus compañeros o docentes. Por lo tanto,
hacen y dicen lo que se espera de ellos a cambio de ser socialmente aceptados.
Es menester señalar que las actitudes racistas y la
discriminación en el aula están normalizadas por los actores y, en la mayor
parte de casos, no se pueden detectar. A la vez son dinámicas, se transforman y
reinventan junto con los cambios sociales. Algunas de esas expresiones sutiles
se evidencian al tratar de forma distinta a un docente o compañero de aula,
criticar su aspecto físico, su forma de vestir o hablar, apartarlos de trabajos
o conversaciones. Estas actitudes estigmatizan, separan o clasifican, de forma
solapada y traen como consecuencia tanto dificultades psicológicas de los
afectados como un clima de tensión en el ambiente universitario.
Para
contrarrestar la situación, según Agüero (2022), se espera que al interior de
la universidad, se genere una cultura de colaboración y trabajo que mejore el
ambiente en el que desarrollan las actividades universitarias. El autor también
señala que las comprensiones mutuas tienden puentes para una comunicación más
asertiva, basada en el respeto como valor primordial de las interacciones entre
los actores institucionales.
Materiales y métodos
En
este apartado se describe el proceso para el desarrollo de la investigación. En
primer lugar, se presenta la población que participó en el estudio; en segundo
lugar, se explica la forma en que se recogieron los datos; y, finalmente, se
expone el proceso para el tratamiento de los datos.
Participantes
Se
reclutó una muestra de 265 estudiantes perteneciente a cuatro facultades de la
Universidad Nacional de Chimborazo. Los participantes se seleccionaron
considerando que los elementos representen a las unidades académicas de la
institución y se encontraban distribuidos de la siguiente manera: 97
(36,60 %) de Ingeniería, 76 (28,68 %) de Ciencias Políticas y
Administrativas, 76 (19,62 %) de Ciencias de la Educación, Humanas y
Tecnologías y 40 (15,09 %) de Salud. De los resultados se excluyeron dos
participantes, quienes no dieron el consentimiento para participar en el
estudio. La edad media de los participantes (n=265) fue de 21,9 años. En cuanto
al género, 110 (41,5 %) se identificaron con el masculino, 154
(58,11 %) y 1 (0,38 %) LGBTI. La distribución étnica de la población
estuvo conformada de la siguiente manera: 238 (89,81 %) estudiantes se
reconocieron como mestizos, 23 (8,68 %) como indígenas, dos (0,75)
afrodescendientes y dos afirmaron ser blancos. También se estableció la
presencia de cuatro (1,51 %) participantes que presentaron discapacidad
motora, auditiva y miopía.
Evaluación
La
evaluación se realizó mediante la aplicación del Cuestionario de Percepción
sobre racismo y discriminación en la Educación Superior, que fue construido
para recoger información sobre la situación del fenómeno investigado en el
contexto universitario. El instrumento estuvo compuesto por 19 aspectos,
distribuidos de la siguiente manera: siete ítems abordaron la discriminación y
racismo vivido; seis la discriminación o racismo ejercidos; cinco la
discriminación y racismo observados en la Universidad y un ítem que trató sobre
las acciones que ejecuta la Universidad para afrontar esta problemática. En
dependencia del aspecto consultado, las opciones de respuesta variaron. Además,
previo a la aplicación del instrumento, se realizaron dos validaciones de contenido,
que aportaron a mejorar la redacción de los ítems.
Procedimiento
Los
participantes respondieron al cuestionario en línea, para lo cual se les envió
un link de acceso. Todos los participantes incluidos en el estudio respondieron
a la carta de consentimiento informado, aceptando o rechazando su participación
en la investigación. En primer lugar, se recogió información demográfica. A
continuación, se administraron varias preguntas referidas a la discriminación y
racismo vivida, ejercida y/u observada. Con los datos obtenidos se procesaron,
analizaron e interpretaron los resultados.
Análisis y resultados
Los
resultados se encuentran distribuidos por secciones, y guardan relación con las
preguntas base que se construyeron para el estudio. En primer lugar, se
presentan los datos demográficos, luego los resultados sobre el racismo y la
discriminación ejercidos, vividos y finalmente sobre los percibidos por los
estudiantes.
Datos demográficos
Se
contó con la participación de 265 estudiantes provenientes de cuatro facultades
de la Universidad Nacional de Chimborazo, de los cuales 97 (36,6%) pertenecen a
la Facultad de Ingeniería; 76 (28,6 %) a Ciencias Políticas y
Administrativas; 52 (19,6 %) y 40 (15 %) a Ciencias de la Salud. En
cuanto a la identidad de género, 110 (45,5 %) alumnos se identificaron con
el masculino; 154 (58, 1%) con el femenino y uno (0,38 %) como LGBTI. En
relación con la etnia, 238 (89,8 %) se reconocen como mestizos; 23 (8,68 %)
como indígenas; dos (0,75 %) dijeron que son montubios; dos (0,75 %)
manifestaron que son blancos. A la consulta de si tienen alguna condición de
deficiencia, 261 (98,4 %) participantes expresan que no en tanto que
cuatro (1,51 %) contestaron afirmativamente. De los cuatro estudiantes,
dos tienen deficiencia motora, una visual y una auditiva.
Discriminación y racismo vividos
Se evidenció que el 29,9 % de participantes
manifestaron que vivieron diversas formas de racismo y discriminación. Estas
acciones tuvieron como actores a diversos miembros de la comunidad
institucional, como autoridades (1,64 %) docentes (16,39 %); personal
administrativo (4,92 %) y los mismos compañeros de aula (44,26 %) y
estudiantes de otros semestres (19,67 %).
Los
estudiantes ubican las principales causas de la discriminación y racismo en
variables como: etnia, orientación sexual, situación socio económica, identidad
de género o poseer una condición de discapacidad. Respecto a las situaciones en
las que se han desarrollado estas acciones, el 32,6 % refiere que, durante
clases, 18,8 % establece que, durante la realización de tareas/trabajos
grupales, el 18,8 % opina que en eventos institucionales y el 15,8 %
indica que en programas planificados por los compañeros de aula. En relación
con las manifestaciones de la discriminación y violencia, la población
investigada considera que, en la comunidad universitaria, se presenta de las
siguientes formas: agresiones psicológicas (38,4 %); bajas expectativas de
los docentes respecto a su rendimiento académico (30,7 %); amenazas,
menosprecio, indiferencia y/o actitudes de rechazo (26,9 %); agresiones
verbales, a través de insultos, amenazas, apelativos (26,9 %) y
finalmente, agresiones físicas (1,92 %) con el uso de golpes. En cuanto a
la frecuencia con la que se viven estas situaciones, el 13,4 % afirma que
a veces, en tanto que el 3,1 % considera que siempre. Adicionalmente, los
estudiantes que fueron violentados responden que reportaron sobre las
situaciones que vivieron a docentes (43,7 %), autoridades (31 %) y
representantes estudiantiles (18,7 %).
Discriminación y racismo ejercidos
En
la segunda fase de recolección de la información, respondieron 97 de los 265
participantes iniciales, debido a que el cuestionario presentó la opción de
pasar a la siguiente sección, en caso de no haber ejercido acciones de
violencia o no estar dispuestos a responder. Así, el 89,7 % de
participantes dijeron que nunca lo han hecho, un 8,2 % afirmó que pocas
veces, en tanto que el 3,2 % aseveró que muchas veces. Con respecto a
quienes han sido objeto de sus actitudes, como se aprecia en la figura 1, el
39 % indicó que lo ejercieron hacia sus compañeros de aula, el 20,9 %
hacia los docentes, el 20 % a estudiantes de otros semestres, el
8,5 % hacia las autoridades y el 6,6 % hacia personal administrativo
de la institución. En referencia a las causas de la discriminación, 36,5 %
de participantes manifestaron que condiciones étnicas, 15,3 % por la
situación socioeconómica, 13,7 % por la orientación sexual, 13,7 %
por la identidad de género, 10 % por sus creencias religiosas mientras que
el 7,4 % hacia compañeros que presentan algún tipo de discapacidad.
Figura 1
Causas de la discriminación y racismo
Fuente:
Cuestionario de discriminación y racismo en la Educación Superior
Elaboración propia 2022.
Discriminación y
racismo observados
Por su parte, en la tercera fase de recolección de la
información, el 57,7 % ha observado manifestaciones de discriminación y
racismo, 28,9 % nunca lo han hecho, el 9,35 % aduce que muchas veces
y el 4,1 % asevera que siempre. De acuerdo con los datos obtenidos, los
estudiantes afirman que el 39 % de las situaciones de discriminación y
racismo fueron ejercidas por compañeros de aula, el 20,9 % por docentes,
20 % por estudiantes de otros semestres y 8,5 % por las autoridades
de sus unidades académicas. Ante la consulta sobre las causas de las actitudes,
el 20,6 % considera que, por el origen étnico, 15,6 % por situaciones
socio económicas, 14 % por la orientación sexual, otro similar porcentaje
por la identidad de género, 10,2 % por las creencias religiosas,
7,9 % por diferencias en las posiciones políticas, 7,4 % porque
presentan algún tipo de discapacidad, 6,3 % por situaciones económicas,
3,7 % por la edad y el 14,3 %, se abstienen de responder. En cuanto a
las situaciones en que advirtieron las manifestaciones de violencia, el
31 % observó durante el desarrollo de clases, 23,8 % durante eventos
institucionales, 17,4 % durante la realización de trabajos y/o tareas
grupales, el 14,6 % durante eventos sociales planificados por compañeros,
el 11,9 % cuando realizaban trámites administrativos. Los tipos de
discriminación observados varían, siendo las agresiones psicológicas
(37,7 %) las más frecuentes, seguidas de las bajas expectativas de los
docentes (28,5 %), las agresiones verbales (27,5 %), y las agresiones
físicas (4 %). La mayor parte de estudiantes aseveran que nunca reportaron
la violencia que observaron (69,5 %) en tanto que un menor grupo refiere
que lo hicieron alguna vez (30,4 %). Cuando comunicaron de las
situaciones, lo hicieron en primer lugar a sus representantes estudiantiles
(44,9 %), en segundo lugar, a los docentes (21,7 %) y DEBEYU (21,7 %) y finalmente a las autoridades (11,5 %). También refieren que
las autoridades a veces (47,4 %) tomaron medidas para contrarrestar estas
situaciones. Entre las medidas que tomaron las autoridades para contrarrestar
la discriminación y racismo se mencionan que implementaron estrategias para
fortalecer las relaciones entre estudiantes (22,5 %), llamadas de atención
(19,3 %), conversatorios respecto al problema (18 %), charlas del
DEBEYU (14,8), no le dan importancia (12,9 %) aplicación de sanciones
(14,8 %) y que no tomaron decisiones (3,8 %).
Discusión
Los resultados determinan que la mayor parte de
estudiantes no perciben la existencia de racismo y discriminación en el
contexto universitario (70 %). Coelho y Silva (2020) sostienen que la
negación de la problemática al contrario de evidenciar su ausencia, induce a
pensar que el problema se ha naturalizado o invisibilizado. Por lo que resulta
interesante analizar los resultados de quienes reconocen su presencia e
identifican la forma en que se presenta, los contextos, sus manifestaciones,
representaciones y actores; pues en algunos casos lo vivieron de manera
directa, en otros fueron quienes ejercieron acciones de discriminación sobre
diferentes actores y en otras circunstancias, actuaron como observadores
pasivos de actos de segregación.
Las
relaciones entre los miembros del contexto universitario se construyen a partir
de presupuestos socioculturales e históricos que los actores educativos tienen
acerca de la diversidad. Para Robles y Ortiz (2017) estas interacciones pueden
llevar a la valoración del otro, pero también a su exclusión. La negación del
otro, por considerarlo distinto, diferente, con sus propias características y
necesidades, conduce a desacuerdos, pugnas, divergencias y discrepancias.
Las
interacciones docente-estudiantes y entre pares pueden tornarse difíciles, en
función de las construcciones mentales positivas y negativas existentes frente
a la complejidad cultural de los actores educativos. Estas construcciones
mentales, determinan el ejercicio de acciones de poder, autoridad,
discriminación y/o control. Como lo afirma Foucault (1979), el poder es
dinámico, no se lo posee, se lo ejerce de diferentes modos. Por lo tanto,
produce una lucha permanente de fuerzas. Los sujetos tampoco son actores
neutrales en esta convivencia, pues se expresan y asumen diferentes roles como,
responder, resistir o neutralizar las acciones de los docentes y de sus propios
compañeros.
La
discriminación lleva consigo ideas negativas y de subordinación de unos frente
a la supremacía de otros, marcando límites, distancias, y en contraposición de
los derechos de igualdad que permiten la posibilidad de establecer un clima de
respeto en el aula.
Respecto
a las formas de discriminación y racismo, se evidencia que es común el
despliegue de dispositivos visibles e invisibles para demostrar poder. Este
poder se manifiesta en algunos casos, por parte de docentes que establecen
relaciones verticales con los estudiantes, invalidando o expresando
indiferencia hacia sus condiciones de vida, creencias, prácticas o maneras de
aprender. Dicha hegemonía se expresa a través de la conformación de los grupos
de trabajo en función de su aparente capacidad, el sistema de evaluación que no
considera las individualidades de los educandos, las oportunidades y espacios
de actuación, la lengua predominante empleada en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, la forma en que se refieren a ellos, las bajas o altas
expectativas sobre su desempeño académico, en función del grupo de pertenencia,
entre otros.
Para
Puertas (2004), las construcciones mentales sobre los otros; por un lado niegan
su existencia, y por otro, se expresan a través de comportamientos
discriminatorios, que se enfocan en homogenizar a quienes son reconocidos como
diferentes o excluirlos de los grupos académicos. Esto, demuestra la existencia
de relaciones de poder también entre pares, detectadas en el desarrollo de las
actividades curriculares y extracurriculares ejecutadas en los diferentes
escenarios universitarios, otorgándole como principal causa de estos
comportamientos el rechazo a estudiantes provenientes de grupos étnicos.
La
problemática descrita está presente en las interacciones sociales y académicas
que se producen en el contexto educativo universitario. Sin embargo, no son
reportadas (56 %), lo que devela la poca importancia y a la vez la
naturalización del fenómeno. Debido al bajo nivel de denuncias existentes las
intervenciones para disminuir su impacto son escasas. Lo expuesto evidencia la
urgencia de implementar estrategias que disminuyan las prácticas de racismo y
discriminación en las IES. En este marco, es preciso fortalecer la
implementación de un modelo curricular intercultural orientado al desarrollo
integral e incluyente de todos los miembros de la comunidad universitaria, que
permita mejorar las competencias personales e interpersonales para su posterior
desempeño en el ámbito social. Finalmente, se requiere una reflexión profunda
para deconstruir el mito de la igualdad y fortalecer el enfoque de la
diversidad desde una comprensión de la riqueza que el encuentro produce.
Debido
a estas situaciones, la educación se encuentra cimentada en la idea de la
homogeneidad que construye estereotipos sobre lo que debe ser un estudiante
ideal y calificando a quienes no encajan en los parámetros establecidos. De ahí
que, se establecen prejuicios hacia los alumnos que no encajan en el modelo
“normalizado”. Por eso, se juzga su capacidad académica, se supone el fracaso
escolar por su pertenencia étnica, social, económica, de género u otra forma
diferente de ser y actuar.
Del
Olmo (2005) aduce que una educación superior de calidad debe encargarse de
fomentar respeto y la atención a la diversidad; debe valorar las capacidades
individuales y utilizarlas como fuente de enriquecimiento de la experiencia
académica de los actores; debe tender puentes para superar las tensiones en las
relaciones y en las dificultades en el proceso didáctico. Finalmente, cabe
resaltar que el rol del docente en el aula es determinante pues las
expectativas positivas acerca de sus estudiantes son la puerta de entrada para
garantizar un ambiente en el que respeten los derechos y libertades de los
estudiantes.
Conclusiones
Al
finalizar el estudio se concluye que el racismo y la discriminación forman
parte de una ideología que se entreteje como resultado de las relaciones
socioeconómicas-históricas y culturales sustentadas en la desigualdad. De esta
manera, se han naturalizado en el ámbito universitario y a pesar de la
existencia de un conjunto de normativas, son escasos los esfuerzos realizados
para enfrentar el problema.
El
análisis permitió determinar que las expresiones y formas de racismo y
discriminación están presentes en la institución de educación superior; siendo
significativo el número de estudiantes que declaran ser víctimas de estos
comportamientos generados por diversos actores institucionales y durante el
desarrollo de actividades de orden académico como extracurricular; en la
relación docente-estudiante, entre pares académicos o en la relación con otros
actores universitarios; lo que implica, que estas manifestaciones no son
aisladas, por el contrario podrían ser parte de prácticas que han sido
naturalizadas y están presentes en la dinámica institucional. Repercuten en los
“otros” es decir en aquellos que son considerados minorías o diferentes con
respecto a la mayoría y se expresan a través de agresiones físicas o
psicológicas que, sin duda, afectan a todos los ámbitos de la vida.
Por
otra parte, se estableció que un grupo de estudiantes reconocen haber ejercido
acciones discriminatorias y raciales contra sus compañeros de aula, docentes,
estudiantes de otros semestres, autoridades y hacia personal administrativo de
la institución (10 %). El foco se ubica en quienes son considerados
diferentes sea por su origen étnico, situación socioeconómica, orientación
sexual, género, diferencias generacionales, creencias religiosas, posición
política o por presentar alguna discapacidad. Aquello demuestra que las
manifestaciones de racismo y discriminación no están relacionadas con el rol
que cumplen dentro de la institución, sino más bien constituye un problema que
proviene del entorno familiar-social que se reproduce en los escenarios
universitarios.
Además,
se constató que la mayoría de los estudiantes reconocen haber observado
comportamientos discriminatorios y racistas por parte de sus compañeros de
aula, profesores, estudiantes de otros semestres, así como por las autoridades
académicas (58 %). Estas agresiones psicológicas, verbales y físicas se
producen en las clases, durante eventos institucionales, en la realización de
actividades grupales, en eventos sociales, cuando realizaban trámites
administrativos; lo que resulta sumamente preocupante, pues además de las
desventajas que enfrentan importantes sectores de la población por una
condición determinada, se desenvuelven dentro de la institución educativa en un
ambiente de inseguridad e inestabilidad que sin duda afectará no solo su
desempeño académico, sino su crecimiento personal.
Finalmente
se verificó que la gran mayoría de estudiantes no reportan los actos de
violencia observados y cuando lo hacen acuden a diferentes actores como
representantes estudiantiles, docentes, departamento de bienestar estudiantil y
finalmente a las autoridades; sin embargo, se concluye que las medidas
adoptadas no tienen un impacto significativo, pues, se limitan a acciones
específicas que muy poco tributan a resolver esta problemática.
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Notas del autor
[i] Doctora en Educación. Docente de la
Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad Nacional de Chimborazo.
[ii] Doctora en Gerencia Educativa. Docente de la
Facultad de Ingeniería. Universidad Nacional de Chimborazo.
[iii] Magíster en Desarrollo Local. Analista de
Posgrado. Universidad Nacional de Chimborazo.