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Sophia 39: 2025.
© Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador
ISSN impreso:1390-3861 / ISSN electrónico: 1390-8626, pp. 229-256.
Capturas y rupturas en los dispositivos de poder de la educación socioemocional
Captures and Ruptures in the Power Dispositive of Socio-emotional Education
te impasse teórico con relación a cómo conceptualizaba el poder, ya que
escapar de él parecía imposible. A partir de Vigilar y Castigar, en 1975, y
de la inclusión de la noción de “dispositivo”, Deleuze (2010) considera que
Foucault logra avanzar en su concepción del poder al despojarlo de una
serie de principios dados por hecho, de los cuales interesa profundizar
en dos. Uno es el “postulado de propiedad”, donde desafía la idea de que
el poder sea el privilegio adquirido o conservado de la clase dominante.
Por el contrario, el poder “no es tanto una propiedad como una estrategia,
y sus efectos no son atribuibles a una apropiación” (p. 51). Se trataría de
un conjunto de maniobras, tácticas y técnicas que se ejercen, no que se
poseen. El poder así entendido carece de homogeneidad, sin embargo, se
define por “los puntos singulares por los que pasa” (p. 51).
El segundo es el “postulado de la localización”, según el cual el po-
der estaría situado en el Estado mismo. Deleuze (2010) subraya que, para
Foucault, se trata más bien de una microfísica del poder, respondiendo a
una topología por completo nueva que no asigna un lugar puntual o pri-
vilegiado desde donde emana el poder: este “atraviesa todo tipo de apa-
ratos y de instituciones a fin de unirlos, prolongarlos, hacer que conver-
jan, hacer que se manifiesten de una nueva manera” (p. 52). En esta línea,
Chignola (2018) señala que, en última instancia, para Foucault el poder
no existe como tal, sino que “es el sistema —más o menos organizado, más
o menos jerárquico, más o menos coordinado y de todos modos, siempre
reversible— de las relaciones que teje y mantiene en tensión” (p. 239).
De allí la importancia de la noción de dispositivo para salir del impas-
se del poder, ya que muestra que el campo social se configura desde distintas
líneas de poder y resistencia, configurando puntos de singularidades que
lo atraviesan. De hecho, un año después, en La voluntad de saber, Foucault
comenzó a pensar la subjetividad como pliegues, como puntos de resistencia
a esa línea del afuera que traza el poder. Y para Deleuze (2010) apareció el
tercer eje de su obra: la subjetivación. Esta línea, este pliegue, sería la con-
frontación con el afuera absoluto y por la cual nos subjetivamos, siendo un
proceso que bien puede escapar o sujetarse a las estrategias del poder.
Estas lecturas de Deleuze (2010) sobre la obra foucaultiana per-
miten leer el campo social siguiendo la idea de un “diagrama” o modos
maquínicos de entender lo social como un plano de inmanencia, que son
aquellos que definen la función general de los múltiples dispositivos que
se ponen en juego. En este sentido, Deleuze (2010) señala que es una “má-
quina que no solo se aplica a una materia visible en general (taller, cuar-
tel, escuela, hospital en tanto que prisión), sino que en general también
atraviesa todas las funciones enunciables” (p. 60). Por tanto, para Deleuze