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Sophia 39: 2025.
© Universidad Politécnica Salesiana del Ecuador
ISSN impreso:1390-3861 / ISSN electrónico: 1390-8626, pp. 53-81.
La pregunta por la enseñanza de la ética como límite de la inteligencia articial
e Question about Ethics Teaching as Boundary of Articial Intelligence
formación del hombre-sapiens. Considera que la educación es una mas-
carada de la civilización, cuyo punto de partida corresponde al momen-
to en que “los hombres hablantes conviven en grupos más amplios y se
ligan no solo a las casas del lenguaje sino también a casas construidas,
se ven sometidos además al campo de fuerzas de los modos de vida se-
dentarios” (p. 57). Leopoldo Tillería (2020) resalta que Sloterdijk propone
“crianza en vez de educación” (p. 68). Actualmente, el ciberespacio se ha
elevado sobre lo que Sloterdijk (2006) llama “asociaciones alfabetizadas
de amistad forzosa” (p. 24), en lo que se convirtieron las naciones entre
los siglos XIX y XX, justo cuando “el humanismo se volvió pragmático y
programático” (pp. 24-25). Frente a los programas formativos dirigidos
a un público con lecturas comunes cimentadoras de lazos filiales, en el
ciberespacio sobre el que emergen las redes sociales se vienen configu-
rando asociaciones de individuos que intercambian pequeños mensajes,
cuya compartición se da según relaciones sociales basadas en la cotidia-
nidad, la amistad, el trabajo o los placeres, pero no conforme a programas
de culturalización y civilidad nacionales estatalmente programados para
la creación de un público común.
El intercambio en las redes sociales no es epistolar, ni siquiera exi-
ge de un fuerte nivel de alfabetización; en la mayoría de los casos basta
con saber leer y escribir de manera funcional. Los grupos de vinculación
ciberespacial se pueden conformar a partir de muy diversos tipos de re-
laciones, provenientes de diferentes esferas de la vida social y personal,
tales como la familia, los compañeros de trabajo, la pareja, los colegas, las
quedadas nocturnas, las amistades en el extranjero, etc. La amistad en una
red social, estar o no estar en un grupo, a menudo perfila cuál es la es-
tructura de preferencias y compañías de una persona. No es la fraternidad
nacional la que une a las gentes en torno a las redes sociales, ni los progra-
mas estatales educativos establecen un vínculo, sus participantes suelen
ser usuarios sin una necesaria vocación para la escritura, de hecho, tam-
bién hay quienes recurren a imágenes (memes, sees, etc.) e inclusive a
diminutos fragmentos de voz que no pueden ser llamados discursos, cuya
emisión se produce a través de la grabadora incorporada al smartphone.
De este modo, simplemente surge la cotidianidad acompañada de una
voraz tendencia a mostrar gustos, consignas, afinidades, cuerpos, senti-
mientos, experiencias, etc., en las que habitualmente los propios sujetos
aparecen como escaparate de clichés de consumo.
La educación que podría surgir de aquí disrumpe los obsoletos
programas que los Estados-nación implementaron por medio de la es-
cuela desde el establecimiento de la educación universal. Los programas