
Artículo científico/Scientific paper
BIOTECNOLOGÍA Sangoquiza-Caiza, C., Zambrano-Mendoza, J., Borgues-García, M. y Choi, K.
1 Introducción
El maíz harinoso (Zea mays L. var. Amylacea) es uno
de los cultivos más importantes de la sierra ecuato-
riana, debido a la gran cantidad de superficie que se
destina a su producción y a su papel en la dieta bási-
ca de la población (Yánez y col., 2013). Anualmente
se cultivan alrededor de 62 581 ha de este cereal,
duplicando la superficie sembrada con otros culti-
vos importantes en la sierra como la papa, el fríjol,
el trigo y la cebada (Encuesta de Superficies y Pro-
ducción Agropecuarias Continua) (ESPAC, 2018).
Lamentablemente, el rendimiento de este tipo de
maíz alcanza hasta 0,93 t ha−1para el grano seco, y
3,75 t ha−1para el maíz fresco, colocando al Ecua-
dor entre los niveles de productividad más bajos de
maíz harinero en Sudamérica (Boada y Espinosa,
2016).
El maíz harinoso normalmente se siembra en
pequeños lotes de hasta una hectárea, y una gran
proporción de estos lotes se encuentran en suelos
pobres que incluyen zonas de ladera, con suelos
expuestos a la erosión y sin instalaciones de riego.
Además, la mayoría de los agricultores utilizan se-
millas no certificadas y variedades autóctonas no
mejoradas. Todos estos y otros factores socioeconó-
micos hacen que el rendimiento del maíz sea muy
bajo, lo que limita el poder adquisitivo de los agri-
cultores y restringe el uso de insumos, como los
fertilizantes.
El rendimiento del maíz está estrechamente re-
lacionado con la disponibilidad de nutrientes del
suelo. Para el maíz cultivado en el altiplano se re-
comienda aplicar 80 kg ha−1de nitrógeno y 40 kg
ha−1de fósforo en suelos de mediana fertilidad (Yá-
nez y col., 2013). Después del nitrógeno, el fósfo-
ro es uno de los elementos más importantes en las
primeras etapas del desarrollo de la planta, y una
deficiencia de estos elementos en el cultivo puede
provocar un crecimiento lento, poco desarrollo del
sistema radicular y por lo tanto un bajo rendimien-
to de la cosecha (Guzmán, 2012). Las bacterias pro-
motoras del crecimiento vegetal (PGPB) facilitan el
crecimiento de las plantas, aportando nitrógeno o
fósforo fijado, e inducen la producción de fitohor-
monas durante la colonización de las raíces. Estas
fitohormonas producen cambios fisiológicos en la
planta que favorecen una mayor absorción de nu-
trientes, promueven el crecimiento y aumentan la
producción (Glick, 2012; Santoyo y col., 2016).
Actualmente es necesario investigar la microbio-
ta del suelo para obtener estrategias para mejorar la
productividad agrícola. Una de estas estrategias es
la aplicación de bioinoculantes con microorganis-
mos que una vez aplicados al suelo o a la semilla
generan un impacto positivo en la nutrición y en el
rendimiento de las plantas (Glick, 2012; Díaz-Blanco
y Márquez-Reina, 2011). El uso de bioinoculantes
elaborados a partir de microorganismos benéficos,
como Azospirillum sp. y Pseudomonas fluorescens, que
viven asociados o en simbiosis con las raíces del
maíz, puede contribuir a la fijación de nitrógeno,
solubilización de fósforo y fertilidad natural del
suelo, proporcionando un efecto agrobiológico po-
sitivo que constituye una alternativa importante
para la reducción o sustitución parcial de los fer-
tilizantes minerales (Grageda y col., 2012; Pereira
y col., 2020).
El estudio y manejo de los microorganismos be-
néficos ha ido incrementando. La producción y co-
mercialización de bioinoculantes tiene como obje-
tivo fortalecer un sistema de producción sostenible
con un equilibrio ecológico del suelo (Ruiz, 2015;
Urrutia, 2019). Varios estudios han demostrado los
beneficios del uso de bioinoculantes o biofertilizan-
tes en maíz dentado y flint en tierras bajas, incre-
mentando el rendimiento y la rentabilidad para los
agricultores, pero los reportes acerca del maíz hari-
noso en tierras altas son escasos. En México, García,
Mendoza-Herrera y Mayek-Pérez (2012) mostraron
que la inoculación con A. brasilense aumentó el ren-
dimiento del grano en comparación con el control
no fertilizado y no inoculado, aumentando el cos-
te/beneficio en un 56% aproximadamente. Poste-
riormente, Martínez-Reyes y col. (2018) reportaron
que el uso de un biofertilizante con A. brasilense
incrementó el rendimiento de grano hasta en un
28,0% (1,67 t ha−1) con respecto al control absoluto,
logrando un mayor beneficio neto que el uso de la
fertilización química convencional. En Brasil, Perei-
ra y col. (2020) reportaron que el uso de bioinocu-
lantes incrementó el rendimiento de grano hasta un
39,5 y 34,7% cuando la semilla de maíz se inoculó
con Bacillus subtillis yA. brasilense, respectivamente.
El Instituto Nacional de Investigaciones
Agropecuarias-INIAP cuenta con una colección de
cepas de Azospirillum sp. y P. fluorescens aisladas de
la rizosfera de plantas de maíz, recolectadas a lo
152 LAGRANJA:Revista de Ciencias de la Vida 39(1) 2024:150-159.
©2024, Universidad Politécnica Salesiana, Ecuador.