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Interdisciplinariedad y transdisciplinariedad: perspectivas para la concepción de la universidad por venir

Interdisciplinarity and transdisciplinarity: prospects for the design the university to come

José Acosta
Universidad Politécnica Territorial del Oeste de Sucre, Venezuela

Interdisciplinariedad y transdisciplinariedad: perspectivas para la concepción de la universidad por venir

ALTERIDAD. Revista de Educación, vol. 11, núm. 2, 2016

Universidad Politécnica Salesiana

Recepción: 29 Enero 2016

Aprobación: 15 Noviembre 2016

Resumen: El presente trabajo expone algunas reflexiones sobre la situación actual de la universidad en cuanto institución social de altos estudios; particularmente en el hecho de que ésta ha enfatizado en el enfoque disciplinar conllevando a la fragmentación del conocimiento, la poca vinculación entre la institución y su contexto social, entre otros. Tal situación, representa un obstáculo para lograr una verdadera transformación en el contexto universitario. Con base en lo anterior, el enfoque metodológico se orientó desde la hermenéutica que, como ejercicio crítico y reflexivo, permitió establecer un estado del arte sobre el tratamiento teórico que se ha dado al tema lo que contribuyó con el planteamiento de una serie de reflexiones en torno a las perspectivas que permitirán dinamizar el proceso educativo en la universidad por venir, el cual es el propósito de esta investigación. Razón por la cual, se plantea la interdisciplinaria como vía para alcanzar la transdisciplinariedad como referentes que coadyuven en la concepción de la universidad por venir, desde la cual se asuma la ciencia, la técnica y el humanismo para contribuir con el fortalecimiento de los valores humanos y del capital social de la región, a través de una formación que integre los conocimientos universitarios con la pluralidad de saberes culturales, cotidianos e históricos para coadyuvar en la construcción de una sociedad más humana.

Palabras clave: Interdisciplinariedad, transdisciplinariedad, universidad por venir, transversalización del saber, imbricación social.

Abstract: The present work presents some reflections on the current situation of the university as a social institution of high studies; particularly in the fact that it has emphasized in the disciplinary approach leading to the fragmentation of knowledge, the little link between the institution and its social context, among others. This situation represents an obstacle to achieve a true transformation in the university context. Based on the above, the methodological approach was guided by hermeneutics, which, as a critical and reflexive exercise, allowed to establish a state of the art on the theoretical treatment that has been given to the subject which contributed with the proposal of a series of reflections in Around the perspectives that will allow to dynamize the educational process in the university to come, which is the purpose of this investigation. Reason why, interdisciplinary is proposed as a way to achieve transdisciplinarity as referents that contribute to the conception of the university to come, from which science, technology and humanism are assumed to contribute to the strengthening of human values And the social capital of the region, through a training that integrates university knowledge with the plurality of cultural, daily and historical knowledge to assist in the construction of a more humane society.

Keywords: Interdisciplinarity, transdisciplinarity, university to come, mainstreaming of knowledge, social interweaving.

Forma sugerida de citar:

Forma sugerida de citar: Acosta, José (2016). Interdisciplinariedad y transdisciplinariedad: perspectivaspara la concepción de la universidad por venir. Alteridad, 11(2), pp. 148-156.

Introducción

La educación universitaria, en la actualidad, se caracteriza por formar profesionales altamente calificados que puedan responder a las demandas de la realidad territorial y del sector productivo, así como a la generación de conocimiento científico y tecnológico. Por la exigente labor que tiene representa un papel fundamental en la transformación de la sociedad.

La universidad es una institución que refleja la cultura regional, nacional y universal; su influencia se hace sentir en la medida en que las regiones tengan respuestas a sus necesidades más sentidas. Sin embargo, la eficiencia con que la universidad se constituye en preservadora e impulsora de la cultura no se logra de manera espontánea, ni depende solo de criterios subjetivos; ello es consecuencia de las leyes y regularidades que objetivamente están presentes y responden a la propia sociedad.

El desarrollo actual de una región, un área industrial, un campo de la ciencia, genera una necesidad social o un problema social; el cual debería encontrar soluciones mediante la acción de los institutos de educación universitaria, para lo cual sus egresados deben estar preparados en el dominio de determinadas habilidades profesionales que se obtienen, principalmente, en el transcurso de sus estudios universitarios.

En este sentido, el proceso de transformación por el cual ha de atravesar la educación universitaria requiere que esté dirigido hacia la consolidación de una institución inscrita en el éxito del proceso de renovación de las estructuras educativas con maneras singulares de asumir la formación, la imbricación social y la investigación, buscando superar la influencia de la razón tecno-instrumental que la modernidad ha ejercido sobre las universidades ya establecidas. Aspecto que permitiría concebir la universidad por venir como “un espacio público de interconocimiento donde los ciudadanos y los grupos sociales pueden intervenir sin la posición exclusiva de aprendices” (De Sousa, 2008, p. 95).

En una sociedad globalizada lograr que la universidad se constituya en un espacio público de interconocimiento precisa de una formación contextualizada, no basta con egresar profesionales, se necesita formar sujetos dispuestos a transformar la propia sociedad. Esta idea hoy cobra una importancia considerable en el quehacer universitario, por lo que los obstáculos que se presentan para lograr sus propósitos deben buscarse en la concepción de la universidad contemporánea la cual, según Lanz y Fergusson, pasa por “un acelerado proceso de deslegitimación social producido por una inevitable desconexión de sus prácticas y finalidades institucionales con la dinámica del conjunto de la sociedad emergente... es parte de los engranajes de la exclusión que segregan o marginan a la inmensa mayoría de los habitantes” (2005, p. 11).

Lo antes expuesto deja ver que la universidad se encuentra hoy ante el “desafío de transformarse o perder legitimidad, espacio social … Por ello, es importante efectuar cambios en las misiones, el funcionamiento y la cultura organizativa” (Yarzabal, 2001, p. 12) de estas instituciones, orientando dichos cambios al desarrollo de una educación acorde con las necesidades sociales y culturales de la región.

El propósito de este trabajo, por tanto, es mostrar algunas reflexiones que, desde la inter y transdisciplinariedad, permitan pensar la universidad por venir sustentada en un pluralismo epistemológico para “concebir una unidad que asegure y favorezca la diversidad, una diversidad que se inscriba en una unidad” (Morin, 1999, p. 26), dinamizando así la superación del enclaustramiento y descontextualización en la que se encuentra la universidad contemporánea.

El desarrollo de esta investigación, con base en lo anterior, se asumió desde la hermenéutica seguiendo los planteamientos de Gadamer (2000), lo que permitió ir más allá del método para generar un proceso de transformación de la realidad a partir de la desconstrucción de un modo de pensar, de ser, de producir saberes, que ha permanecido en la universidad en general.

Esta apuesta metodológica conllevó a rastrear los postulados epistemológicos que constituyen la universidad contemporánea. En tal sentido, lo establecido, lo único, lo determinado, no escaparon de la aprehensión y puesta en cuestionamiento, ofreciendo el escenario para la concepción de la universidad por venir desde la inter y la transdisciplinariedad.

La presente investigación, por tanto, se caracterizó por un estudio de tipo documental que, desde la hermenéutica como ejercicio crítico y reflexivo, posibilitó la interpretación y análisis de los documentos abordados. Lo anterior implicó un modo de comprensión interpretativo con la intensión de comprender la realidad, permitiendo la interconexión entre las distintas categorías como aristas de transformación que transversalizan el objeto de estudio. A partir de esta dialéctica reflexiva e interpretativa, se fue construyendo una red categorial cuyas fibras muestran una interpelación que soporta las ideas relacionadas con las diversas categorías puestas en la escena universitaria.

Desde este horizonte metodológico se orientó la labor investigativa hacia un horizonte donde germinan las anhelos de una universidad más humana en la cual tenga cabida lo local, regional, nacional, latinoamericano y caribeño.

Sobre la universidad contemporánea

La universidad ha ido cambiando sustentándose a lo largo de la historia en diferentes paradigmas o modelos. Una observación cuidadosa de este proceso permite identificar que el paradigma o modelo que ha ejercido mayor influencia hasta el presente es el pragmático, desarrollado en Norteamérica, definido por Kerr (1995) como aquel que concibe la universidad como instrumento de progreso social mediante el cumplimiento de tres funciones complementarias: investigación científica, docencia y servicio a la comunidad o extensión.

Se trata de la universidad hoy dominante, que trabaja en función de la economía eficaz y eficiente, organizada en facultades, departamentos, semestres y disciplinas. Desde esta perspectiva, la universidad se transfiguró en el ámbito de creación y transmisión del conocimiento universitario el cual:

Fue a lo largo del siglo XX un conocimiento predominantemente disciplinar, cuya autonomía impone un proceso de producción relativamente descontextualizado con relación a las necesidades del mundo cotidiano de las sociedades (De Sousa 2008, p. 62).

Con el correr de los años, esta visión se ha ido complejizando, por una parte, debido a las nuevas modalidades en la generación de saberes y, por otra, que el conocimiento universitario se ha visto limitado para dar soluciones pertinentes a las necesidades sociales. La universidad contemporánea encerrada en sí misma, en sus claustros, ha ido mermando su relación y articulación con el entorno territorial en el que está inserta.

Es un hecho que la sociedad de nuestros días se caracteriza por sus cambios acelerados. Una serie de factores generales, tales como la globalización, el impacto de las tecnologías de la información y la comunicación, la difusión del conocimiento y la necesidad de patrocinar y gestionar la diversidad, hacen necesario un ambiente educativo diferente para que la universidad reflexione sobre su misión, función y responsabilidades.

Situados en este contexto los movimientos populares, culturales, económicos y políticos dan muestras claras que nuestras sociedades necesitan contar con ciudadanos preparados cultural e intelectualmente para hacer frente a los desafíos del presente y del futuro, para dirigir sabia y satisfactoriamente sus propios destinos, así como asumir el papel que deben jugar en el desarrollo de la región. Las universidades, en consecuencia, son organizaciones emplazadas para desempeñar una función clave en el diseño e implementación de estrategias adecuadas para arribar a esa meta. Tienen la misión y, por sobre todo, la responsabilidad fundamental de aplicar sus investigaciones y su capacidad de innovación para coprotagonizar el proceso de desarrollo territorial.

Las universidades han de formar a sus estudiantes dentro de una perspectiva en la que el aprendizaje sea una tarea vitalicia, que dinamice una carrera productiva y una vida en armonía con la comunidad. Estas instituciones deben ser cada vez más concientes de que su misión está en permanente transformación, su visión en constante efervescencia y que su liderazgo requiere de una mayor sensibilidad humana. Para ello, se vuelve imprescindible el contacto y el intercambio regular de opiniones con actores del ámbito académico, comunitario y cultural. La educación impulsa a la sociedad a mejorar pero, al mismo tiempo, tiene que responder y adelantarse a los requerimientos de esta última, elaborando proyectos que se adecuen a los programas de estudio que formarán a los futuros profesionales y ciudadanos.

Es por esto que en el clima cultural actual se percibe una preocupación por la concepción de una nueva universidad, planteada esencialmente en una renovación profunda de la misma por diferentes vías y mecanismos. Reformar la universidad es tarea propia, según Muro (2004), ya que es la propia universidad quien posee las herramientas para la redefinición de la visión que sobre sí misma ha desarrollado. De igual manera, debe generar vínculos con otros entes sociales para desdibujar el aislamiento del contexto en que se encuentra, ofreciendo de manera oportuna propuestas alternativas a los requerimientos del ámbito científico, tecnológico, cultural, educativo, económico y político.

Se requiere, entonces, que la universidad por venir reconozca la democratización del espacio donde se crean, cocrean y recrean los saberes, dado que la universidad contemporánea está dedicada principalmente a certificar a los sujetos para el desempeño de una profesión con poca o nula pertinencia social (Morles, 2004). Lo anterior se debe, en buena medida, a la influencia que ejerce la razón técno-instrumental para reafirmar la disciplinariedad y, con esto:

La transformación del sujeto en objeto … El ser humano se vuelve objeto, objeto de la explotación del hombre por el hombre, objeto de experiencias de ideologías que se proclaman científicas, objeto de estudios científicos para ser disecados, formalizados y manipulados (Nicolescu 1996, p. 18).

Romper con la idea anterior requiere que la universidad se incline hacia la formación integral de un sujeto más humano. Razón por la cual, la universidad por venir deberá reconstruir el territorio desde la subjetividad, el humanismo y la diversidad, lo que le permitirá abrir los espacios educativos al diálogo de saberes.

Lo antes señalado aporta, a este trabajo, ciertas claves que plantean interrogantes acerca de las perspectivas teórico-espistemológicas que permitirán sustentar la concepción de la universidad por venir. Por ello las interrogantes que orientaron el desarrollo de esta investigación fueron: ¿constituye la interdisciplinariedad una vía a través de la cual sustentar el proceso educativo en la universidad por venir?, ¿puede la transdisciplinariedad, soportada en la interdisciplinariedad, tener cabida en la universidad por venir?. Responder dichas interrogantes no es nada sencillo, por ello se asumen la interdisciplinariedad y la transdisciplinaria como una vía para lograr tal propósito.

El enfoque interdisciplinar de cara a la universidad por venir

La dinámica de la sociedad contemporánea está demandando de la universidad el abordaje de los problemas desde múltiples visiones, de no ser así los resultados del proceso de producción de conocimiento se verían influenciados por las deformaciones que impone la selectividad de las perspectivas de análisis a las que se recurre. Los retos que brotan del clima cultural actual hacen necesario tomar en consideración el mayor número de puntos de vista posibles, así como una mirada más compleja de las situaciones a abordar de forma que hagan viable captar otras relaciones. Es esto lo que podría conducir a una formación que, basada en la generación de saberes, llegue a nuevas visiones del mundo.

Nuevas visiones que coadyuven a la universidad para trabajar por un ser humano más abierto, flexible, solidario, democrático, innovador, con pensamiento crítico y divergente, presto para hacer frente a una sociedad donde las palabras cambio y diversidad son unas de las expresiones más frecuentes. Surge, en consecuencia, la siguiente interrogante: ¿Podría la interdisciplinariedad dinamizar la formación del ser humano en la universidad por venir?

Los planteamientos interdisciplinarios surgen y se desarrollan apoyándose en las disciplinas, dado que para que haya interdisciplinariedad es necesario contar con disciplinas. La propia riqueza de la unificación está supeditada al grado de desarrollo alcanzado por las disciplinas y éstas, a su vez, se verán influenciadas favorablemente como fruto de sus contactos y colaboraciones interdisciplinares.

El término interdisciplinariedad florece asociado al propósito de corregir los posibles errores que ocasiona una ciencia excesivamente compartimentada y con una profunda separación entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, la teoría y la práctica, la técnica y el humanismo, así como también la jerarquización en la organización universitaria (Perera, 2011).

Fernández (2003), cabe señalar, plantea que la interdisciplinariedad conjuga metodologías y lenguajes de más de una disciplina para examinar o resolver un problema. Desde esta perspectiva, según el autor antes citado, existen tres tipos de interrelaciones interdisciplinarias, estas son:

Iafrancesco (2004), con base en lo anterior, señala que la tarea de incluir el enfoque interdisciplinar implica:

Por su parte, Morin (2002) destaca que la interdisciplinariedad es un proceso complejo e inacabado, una filosofía de trabajo que se nutre de un tejido de eventos, acciones, interacciones, determinaciones y azares que constituyen nuestro mundo fenoménico. Como puede apreciarse, se plantea un proceso pluralista en el que las disciplinas van dando paso para sentar las base de otro paradigma, menos rígido y más respetuoso de la complejidad y la interdependencia entre los seres vivos que componen la sociedad; de esa interdependencia entre las partes emergen nuevos elementos que no se perciben en forma aislada.

La interdisciplinariedad, desde lo planteado por el autor antes citado, es una alternativa que podría tener cabida en la educación universitaria en sus diferentes niveles. Sin embargo, se debe tener presente que los obstáculos que se interponen en la asunción de la interdisciplinariedad en el ámbito educativo son: el excesivo instrumentalismo de la ciencia, la visión reduccionista de la disciplinariedad, el optimismo de colocar rótulos de interdisciplinariedad y con esto pretender abrir posturas y derrumbar la barrera de la enseñanza tradicional, las instituciones que promueven la construcción de conocimiento pero mantienen estructuras dominadas por la razón tecno-instrumental, entre otras.

Ante estos obstáculos es necesario incrementar las aspiraciones de mayores cuotas de interdisciplinariedad en los espacios universitarios, pero sabiendo de sus riesgos, de las deformaciones y alteraciones a las que puede estar sujeta. La interdisciplinariedad implica una filosofía que requiere de la convicción y, sobre todo, del diálogo entre disciplinas, por lo que no podrá dar frutos sustentada en la coacción o las imposiciones. Lo importante es tener en cuenta que existen conceptos, metodologías y procedimientos que tienen utilidad y sentido en más de una disciplina.

En el proceso de formación universitaria, vale decir, se señala la separación entre las dimensiones teórica y práctica (Inciarte, 2001). Los discursos teóricos sin conexión con la práctica refuerzan el aislamiento entre disciplinas, aun cuando éstas compartan un mismo objeto de estudio. La interdisciplinariedad, para afrontar dicha situación, debe servir como dispositivo para una mayor cooperación y fluidez entre el trabajo teórico y el práctico. Esta relación conlleva a una “interdisciplinariedad crítica” (2001, p. 6) que implica una deliberación colectiva de problemas públicos, recuperando la participación comunitaria lo que fomentará la generación de interrogantes acerca de los propósitos de los marcos teóricos, conceptuales y metodológicos asumidos por los sujetos en formación.

Los discursos a favor de la interdisciplinariedad, de cara a la universidad por venir, nos mueven para prestar atención a una serie de condiciones que propician los cambios en las estructuras educativas, nuevas relaciones entre las disciplinas basadas en el diálogo de saberes y no en la jerarquización y menos en los intentos por deslegitimar alguna profesión, así como vincular de manera más estrecha las universidades y su entorno territorial.

La universidad por venir, en consecuencia, deberá ofrecer mayor flexibilidad y apertura en la búsqueda de la y pertinencia académica bajo parámetros no impositivos sino más democráticos.

De la interdisciplinariedad hacia la transdisciplinariedad

Dado el clima cultural actual, las sociedades demandan de las universidades la reorganización e integración del conocimiento, desde una mayor especialización hacia la unificación y contextualización del saber. Es por ello que se plantean interrogantes a los límites entre las disciplinas. Así, se observa una dinámica que expresa, según Inciarte (2005), tendencias hacia:

Esta última tendencia, según Lanz (2010), apunta hacia: la ruptura de las fronteras entre disciplinas, modelos de sociedad cada vez más abiertos, el desgaste de las barreras de comunicación y la masificación de la información, entre otros procesos.

Lo anterior conlleva nos mueve a pensar, desde lo planteado por la autora antes citada, que en la universidad por venir la generación de saberes podría sustentarse desde la mirada de la interdisciplinariedad, entendiendo por esta última, aquella que se genera de las interrogantes sobre los límites de las disciplinas y de la reorganización del conocimiento buscando la integración del saber y una mayor significación de los problemas a estudiar, intervenir y solucionar.

La interdisciplinariedad, por tanto, podría impulsar a las instituciones universitarias para promover una educación que fomente la independencia de pensamiento y la creatividad, respetuosos de la diversidad cultural y de la subjetividad de los sujetos en formación. Esta visión sienta las bases para reflexionar sobre la transdisciplinariedad como perspectiva que coadyuve en la concepción de la universidad por venir; caracterizada dicha perspectiva por la unificación del saber necesaria en los diversos ámbitos de formación, investigación y relaciones sociales, en los cuales muchos de los problemas enfrentan dificultad para delimitar qué cuestiones son propias de una disciplina y cuáles son compartidas.

Pero cabe la siguiente interrogante: ¿Hay algo entre, a través y más allá de las disciplinas? Según Nicolescu (1996), en presencia de diversos niveles de realidad, el espacio entre las disciplinas y más allá de las disciplinas está lleno, como el vacío cuántico está lleno de todas las potencialidades: de la partícula cuántica a las galaxias, del quark a los elementos pesados que condicionan la aparición de la vida en el universo. Por eso, para el autor previamente mencionado, son tres los pilares de la transdisciplinariedad: los niveles de realidad, la lógica del tercero incluido y la complejidad.

La transdisciplinariedad, soportada en dichos pilares, “se refiere a lo que está, al mismo tiempo, entre las disciplinas, a través de diferentes disciplinas y más allá de cualquier disciplina. Su finalidad es la comprensión del mundo presente, del cual uno de los imperativos es la unidad del conocimiento” (Nicolescu, 2009, p. 35); por lo que se interesa por la dinámica engendrada por la acción de varios niveles de realidad a la vez. En consecuencia, ocupa un horizonte superior de imbricación que lleva a la generación de un saber complejo el autor es Nicloque no tiene fronteras entre disciplinas.

Tal imbricación entraña un proceso de intercambio entre diversos campos y ramas del conocimiento científico en los que, según Martínez (2003), unos transfieren métodos, conceptos, términos o cuerpos teóricos hacia otros que lo asimilan induciendo un proceso de creación, cocreación y recreación del saber característico del desarrollo de una nueva ciencia.

Con base en lo anterior, la universidad por venir desde la transdisciplinariedad trabajaría por la unificación de la ciencia lo que significa, de acuerdo con Morin (1984), la construcción de modelos utilizables y transferibles entre las diversas disciplinas; aspecto que requiere que se asuma como prioridad la trascendencia de una modalidad de relaciones entre disciplinas a un sistema omnicomprensivo, en la persecución de metas comunes y de un ideal de unificación epistemológico y cultural.

La universidad por venir, en consecuencia, deberá ser el recinto que impulse el germinar de espacios transdisciplinarios que trasgredan la razón tecno-instrumental que ejercen el dominio en la universidad contemporánea. Es por esto que Nicolescu (1996) plantea que:

La Universidad es el lugar privilegiado de una formación adaptada a las exigencias de nuestro tiempo … La penetración del pensamiento complejo y transdisciplinario en las estructuras, los programas y las proyecciones de la Universidad, permitirá su evolución hacia su misión un poco olvidada hoy -el estudio de lo universal. De esta manera la Universidad podrá devenir un lugar de aprendizaje de la actitud transcultural, transreligiosa, transpolítica y transnacional, del diálogo entre el arte y la ciencia, eje de la reunificación entre la cultura científica y la cultura artística. La Universidad renovada será el hogar de un nuevo tipo de humanismo (p. 7).

Una formación, una ciencia y, en general, una universidad concebidas desde la transdisciplinariedad coadyuvaría a reevaluar el papel de la intuición, lo imaginario y lo sensible en la generación de los saberes. Esta mirada no se rechaza a las disciplinas, por el contrario, se procura que desde su transversalización surjan nuevas categorías o planteamientos que las enlazan entre sí y ofrezcan otras formas de abordar la realidad, estimulando el aprender a ser, conocer, hacer, convivir, innovar, emprender y crear para construir una sociedad más humana.

Los referentes anteriores dinamizarían en la universidad por venir una visión compleja de los saberes que brinde a los sujetos una formación humanista. Para ello, la transdisciplinariedad ha de promover la transversalidad del conocimiento, donde un saber repercute en el todo y las partes, es una visión que pretende ser integral y holística. La transdisciplinariedad, según Toledo, incorpora las “diferentes especialidades y va más allá de cada una; requiere por lo tanto de un grado de integración más alto. Solo puede ejercitarse a partir de un amplio fundamento conceptual que considera en su integridad a los procesos biofísicos y sociales que constituyen nuestra realidad” (2006, p. 15). Esta perspectiva, por tanto, está destinada a romper con la visión que actualmente separa a la ciencia del humanismo e ir más allá, es decir, absorber saberes de la diversidad plasmada en los paisajes culturales modelados por el ser humano.

Desde la transdisciplinaria, cabe destacar, se tendría la posibilidad de abrir la universidad por venir a los acontecimiento sociales, los esfuerzos se centrarían en articular el proceso formativo con los eventos que se generen continuamente en el contexto donde esté inmersa la universidad. De esta forma sus actores podrán estar en constante formación y actualización, produciendo saberes acordes con las necesidades sociales; así sus aportes e investigaciones estarían en la posibilidad de responder a los problemas presentes en el ámbito local, regional y nacional.

Reflexionar sobre la universidad por venir, desde la perspectiva transdisciplinaria, ofrece la oportunidad de desconstruir, construir y reconstruir su misión y visión desde el clima cultural actual. Queda abierta una dialéctica del encuentro con el propósito de alcanzar un horizonte de realidades por hacer, inventar, reflexionar y crear en torno a los ejes ético-político, estético-lúdico, epistemológico-metodológico, ambiental, profesional, entre otros, que permitirán hilvanar con lo diverso el tapiz de la universidad que anhelamos construir en concordancia con el nuevo orden social.

Conclusiones

El discurso que transita por los espacios de la universidad contemporánea sigue influenciado por la razón tecno-instrumental, lo que hace de la educación una práctica guiada a través de la relación saber-poder que bloquea la generación de nuevos saberes y la producción de alternativas educativas distintas a las establecidas. Por tanto, dicha visión paradigmática merma cualquier posibilidad de producción fuera de los límites de la mencionada racionalidad.

Razón por la cual, la universidad por venir deberá ser una institución formativa e innovadora cuyos proyectos curriculares y extracurriculares, sustentados en las perspectivas inter y transdisciplinaria, estén vinculados con el modelo productivo de la región en las diferentes áreas del conocimiento y de los saberes, con un amplio sentido humanista y de compromiso comunitario. Así mismo, ha de constituirse en engranaje que dinamice el cambio social, impulsora de la esperanza entre aquellos que conciben que la universidad lleva implícita la semilla de la utopía para hacer la sociedad más humana y habitable.

Por otra parte, deberá privilegiar, a través de políticas interinstitucionales, encuentros con actores de los ámbitos comunales, gubernamentales y empresariales con la finalidad de potenciar los recursos humanos y materiales existentes, así como favorecer la integración con su contexto a través del trabajo investigativo.

Trabajo que, desde la inter y transdisciplinariedad, ha de enriquecer la ciencia, la tecnología y el humanismo para contribuir con el desarrollo sostenible de la región. Contribución que será dinamizada a través de la transversalización de los conocimientos científico-tecnológicos con la pluralidad de saberes éticos, ecológicos, culturales, políticos, históricos, sociológicos y cotidianos que permitirán ampliar la visión de conjunto y reconocer los lazos que vinculan a todo lo real entre sí mediante representaciones que re-enfaticen la unidad de lo diverso; así como orientar el desarrollo de una educación más adecuada a las condiciones socio-culturales de toda la población, y con pertinencia dentro una concepción humanista e integral que le permita estar a la par con las exigencias relativas a las experiencias de los ciudadanos.

Una universidad, desde la inter y transdisciplinariedad, reafirmaría su pertenencia con lo social y se sentiría parte de él; lo cual establecería una gran diferencia, pues educación se conectaría a la complejidad de la realidad, en lugar de aislarse en un ámbito teoricista y estéril. Así la universidad se convertiría en parte del medio y esto la haría conciente de las secuelas de sus actos.

Avizorar la universidad por venir fundamentada en una transformación del pensamiento inter y transdisciplinario, así como en un concepto alternativo de la imbricación y desarrollo social, podría generar una opción distinta a la adaptación pasiva del nuevo orden mundial construyendo otras formas de vida a partir de sus propios supuestos culturales.

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