La banalidad de una guerra y sus víctimas silenciosas

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Yolanda Susana Celi Garcés http://orcid.org/0000-0001-5969-5730

Resumen

Generalmente la guerra ha sido vista como la partera de todas las desgracias, catástrofes sociales, miseria y otros calificativos más. Y desde luego que es así, no obstante, el problema de la guerra es el problema del poder. La historia de la humanidad se ha develado bajo esos parámetros, la lucha por el poder, y la conquista de éste solo ha sido posible en la medida que un país, una sociedad, un pueblo o una clase en particular desplacen a la otra en la detención del poder y genere las condiciones objetivas y subjetivas para poder ejercitarlo. No hay un referente histórico que evidencie esta conquista por otra vía que no sea la de la violencia, la misma que nos pone de frente a dos interpretaciones que nos refieren los clásicos del marxismo: las guerras justas y las guerras injustas. No queda fuera de los vorágines de esta, la educación y sus centros educativos, que han sido afectados de igual forma, afectando, aún más, a los más débiles, dejando sin educación o simplemente haciéndolos parte de sus filas de armas, como un combatiente más de lo que desconoce. Los argumentos para convocar a los pueblos a asistir a esa tragedia son variados. En los últimos años se ha redoblado el esfuerzo por retomar con fuerza el discurso religioso como el banal argumento para desatar la guerra en pos de una nueva repartición del mundo, dejando de lado cualquier tipo de intervención, lo poco que se hace no afecta, pero tampoco ayuda